EL APUNTE

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE NUESTROS POLÍTICOS

No caen las hojas en este otoño tardío que se presenta con altas temperaturas, vivos en manga corta yendo a visitar a sus muertos y escasas castañeras desubicadas por el tiempo, pero sí lo hace nuestra clase política embarrada hasta la rodilla en un cenagal del que parece incapaz de salirse entre esos dos polos que centran el debate nacional: ineficacia frente a corrupción. ¿Con qué nos quedamos?
La situación del país es insostenible, aunque ello no se aprecie a pie de calle. Yo, en mi Granada de exilio, sigo viendo bares y restaurantes abarrotados, bulla hasta altas horas y billetes correr de mano en mano: hay gente para todo, y millones a los que no vemos que seguro no están para risas.
Las estadísticas, los fríos números que no tienen alma ni color político, hablan de la debacle nacional: nos acercamos a los cuatro millones de parados, nada menos que el doble, sí, el doble, de la media europea, y seguimos sin que en el horizonte se vean nubes de bonanza. Con esas cifras de paro y si la situación no se arregla de aquí a las elecciones generales, mal lo tiene Zapatero que, excepcionalmente, ha dejado de lado su proverbial optimismo y ya habla de que la recuperación será lenta y que no habrá empleo hasta finales de 2010. Mientras, parches necesarios con los que no todos están de acuerdo: subsidiar a los parados en la medida de lo posible ─ nadie puso reparos a la hora de subsidiar los bancos, los promotores de esta crisis, por los errores cometidos, y nos ha salido carísimo ─, incentivar la obra pública con ese plan E que, en muchos casos, ha supuesto cavar hoyos para luego rellenarlos, y una anunciada subida de impuestos que solivianta a la derecha del país. Mientras todo esto sucede la popularidad de Zapatero baja muchos puntos, las intenciones de voto del PSOE se sitúan, por primera vez, por debajo de las del PP, y se extiende la frase de que nuestro presidente lleva el país a la ruina. El que uno de cada cuatro españoles en edad de trabajar esté en paro, el que en casi un millón de hogares todos sus miembros se encuentren sin trabajo, son, sin duda alguna, datos catastróficos pero no responsabilidad exclusiva del gobierno. Algunos olvidan que España no es Cuba, que el estado no es dueño de ninguna fábrica o banco, que aquí existe la economía de mercado y que el capital, por su propio carácter, es profundamente insolidario, voluble y antipatriota y vuela a territorios lejanos en donde su rentabilidad se multiplica porque emplea mano de obra dócil y barata que no esgrime derechos y se ahoga en deberes. Pero nadie le canta las cuarenta a los capitalistas que cierran fábricas aquí para abrirlas allá.
¿Sabe aprovechar la dificilísima coyuntura económica la oposición? No. Desde hace meses el líder del PP, ese gallego tranquilo y socarrón con cara de fumarse un puro tras cada comida y hacer una buena siesta, padece insomnio. La pesadilla recurrente que lo mantiene sobre ascuas se llama Gürtel y la mancha, como la tinta, se extiende por todas las comunidades que gobiernan, por todas sin excepción, lo que debería preocuparle y llevarle a investigar exhaustivamente lo que está ocurriendo entre sus filas. La pésima gestión por parte del PP del caso Gürtel, una de las mayores redes de corrupción política de este país ─ recuerden que, no hace mucho, criticaban al juez Garzón, a la fiscalía, a la policía, al gobierno y a sunsun corda de una diabólica conspiración para desprestigiarles y ya no lo hacen ─ está llevando al principal partido de la oposición a un callejón sin salida. Demasiado tarde, y mal, Mariano Rajoy ha admitido la gravedad de los hechos, cuando la pelota era tan grande que amenazaba con arrollarle, y mientras el partido se le ha convertido en una jaula de grillos en el que cada uno canta a su aire. La sensación que el ciudadano tiene del PP es que ahí no hay partido sino partidos, que ése es un reino de taifas con unos cuantos virreyes que se le sublevan cada dos por tres, uno en Valencia, con un Camps que debería de haber presentado la dimisión hace muchos meses por dignidad política ─ le han cortado la cabeza a Costa, pero falta la suya en esa picota que le espera ─ y una virreina castiza que gobierna Madrid con mano de hierro y hace lo que le da la gana ─ espiar a sus compañeros de filas, entre otras lindezas ─ porque gana todas las elecciones mientras su jefe de filas las va perdiendo. Creo que fue Winston Churchill quien dijo que en la oposición estaban los adversarios, pero que los enemigos estaban en el propio partido. Y contra unos y otros, sin perder la flema y con su aire de cachazudo, está Rajoy, vigilando que no le muevan la silla cada vez que se levanta.
La gravedad de los hechos es para salir a la calle, pero parece que este país se siente a gusto con los corruptos y hasta los jalea y los vota. La cantidad gigantesca de millones de euros que esa banda de políticos deshonestos ha esquilmado del erario público ─ es decir: mi dinero y el suyo ─ es tal que con ella se podría subsidiar a esos cuatro millones de parados que no tienen la culpa de haberse quedado sin empleo. Algunos de esos sinvergüenzas ─ y los hay de todas las siglas, de CDC y del PSC en las últimas operaciones contra la corrupción en Catalunya ─ irán a parar a la cárcel pero difícil será, sino imposible, que restituyan a los bolsillos de los contribuyentes lo robado.
El resultado ante todo esto no es otro que la apatía y el desinterés y el escoramiento del votante hacia la abstención. Zapatero suspende por no generar un ápice de confianza en la gestión de la crisis que negaba hasta que se le echó encima, y la situación si se llega a ese probable 20% de paro será insostenible, y Rajoy bordea el cero absoluto porque alguien que no puede gobernar ni su partido difícilmente podrá llevar las riendas de su país. No sé si nos merecemos a estos políticos. Unos, incompetentes gobernando; otros, incompetentes en la oposición.
JOSÉ LUIS MUÑOZ

Comentarios

umbral de las voces ha dicho que…
Parece estúpido repetir la enésima de la enésima vez: mientras subsista el capitalismo- en España y en todo el mundo- la corrupción de los politiqueros y demás aúlicos será cuento de nunca acabar. Y en España no existe partido socialista que plantee seriamente la eliminación de este sistema en bancarrota, que sólo sobrevive porque hace falta una dirección verdaderamente socialista.
José Luis Muñoz ha dicho que…
Pues en efecto, mi buen amigo del otro lado, no nos merecemos esta clase política que sufraga los errores del capitalismo con nuestros ahorros. Ni esos sindicatos que permanecen mudos ante los desmanes del capital.

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