CINE

EL DEMONIO BAJO LA PIEL
Michael Winterbottom

La versatilidad del realizador británico Michael Winterbottom es proverbial dentro del mundo del cine. El director multigenérico, nacido en 1961 en Blackburn, Reino Unido, puede rodar con idéntica pericia un film de denuncia (Welcome to Sarajevo), un western romántico, (El perdón), un musical (24 hour Party), un film de anticipación (Código 46) o una película erótica (9 songs) y lo hace con una solvencia poco frecuente si exceptuamos a Ridley Scott, del que también resulta difícil ver una película mala. Winterbottom podrá estar más o menos inspirado, podrá redondear más o menos sus trabajos – a veces hay una cierta sensación de desaliño formal en algunos de sus films – pero siempre interesa y, en ocasiones, da de lleno en la diana. El demonio bajo la piel es uno de estos brillantes ejemplos.El universo del novelista de género negro norteamericano Jim Thompson, puede que el más prolífico y uno de los más duros a la hora de contar sus historias, ha sido trasladado varias veces al cine y los que han transformado sus secas y desasosegantes historias en imágenes han captado con acierto su universo. Nadie como Thompson, dentro de la novela negra norteamericana, ha indagado tanto en la mente del criminal y ha estado tan acertado en la creación de personajes malsanos. Sam Peckinpah consiguió uno de sus mejores trabajos adaptando La huida, con Steve McQueen y Ali McGraw, que luego tuvo otra versión muy aceptable también dirigida por Roger Donaldson e interpretada por Alan Baldwin y Kim Bassinger. Stephen Frears adaptó con un cierto distanciamiento Los timadores. Ahora Winterbottom se atreve con una de las mejores novelas del mago de la novela negra norteamericana, con El asesino dentro de mí, un texto que Stanley Kubrick, para el que el autor de El criminal y Texas escribió los guiones de Atraco perfecto y Senderos de gloria, no consiguió adaptar aunque quedara fascinado por la densidad de la historia y la perversidad de sus personajes.Lou Ford (un extraordinario Casey Affleck, el más joven de una dinastía de actores irregulares, en un increíble ejercicio de modulación de voz) es el joven sheriff adjunto de una pequeña ciudad de Texas. El sheriff Bob Maples (Tom Bower) le pide que aleje del lugar a una prostituta. Cuando Lou acude a casa de ella para decirle que abandone el pueblo se encuentra con que Joyce Lakeland (Jessica Alba) es una mujer turbadora y muy bella e inicia con ella una relación pasional y turbia. Pero Lou Ford no es una persona normal sino un terrible desequilibrado que disfruta del sexo acompañado de una buena dosis de violencia y emprende una loca carrera arrasando con todo el que se cruza con él. Acosado de cerca por el implacable policía Howard Hendricks (Simon Baker) Lou se comportara con cinismo extremo negando hasta el final todos sus crímenes. Perfectamente ambientada en los años 50, rodeado por secundarios de lujo de la talla de Ned Beatty, Bill Pullman o Elias Koteas, El demonio bajo la piel es un thriller tenso y angustioso, narrado desde el interior de la mente de ese policía criminal (trasunto del padre castrador del propio Thompson, sheriff corrupto, violento, mujeriego y alcohólico del que se vengó una y otra vez en sus novelas) que produce una enorme inquietud en el espectador. "Hay 32 maneras de escribir una historia y yo las he usado todas, pero solo hay una trama: las cosas no son lo que parecen". Y el protagonista de El demonio bajo la piel responde a esa reflexión de Thompson. Bajo el aspecto encantador y educado del sheriff adjunto Lou Ford, detrás de esa voz suave y bien modulada, se esconde uno de los más terroríficos y siniestros personajes que ha dado la literatura y el cine. Winterbottom no rehúye el sexo (ejemplares las escenas de cama entre los cuerpos sudorosos de Jessica Alba y Casey Affleck) ni la violencia explícita (la película contiene dos de las secuencias más terribles que se puedan ver desde Irreversible) para armar esta historia de una potencia inaudita que cabalga, fotograma a fotograma, hacia la catarsis final a ritmo de suave country.El demonio bajo la piel es, sin duda, uno de los mejores trabajos de Michael Winterbottom, una película negra sencillamente ejemplar que golpea la retina. Puro cine norteamericano de los años cincuenta, aliñado con sexo y exacerbada violencia, que coge al espectador por el cuello desde la primera secuencia y no lo suelta hasta la última. Y bajo esa envoltura de sordidez y criminalidad se encuentra una turbadora y psicótica relación amorosa que rompe todos los moldes y ataca frontalmente lo políticamente correcto.
JOSÉ LUIS MUÑOZ

ANIMAL KINGDOM
David Michôd
De Australia, país no muy conocido cinematográficamente hablando pero con una excelente cantera de realizadores (Peter Weir, Roger Donaldson, George Miller, Baz Luhrman, Rusell Mulcahy, Philip Noyce, Alex Proyas, Fred Schepisi…) nos llega esta ópera prima de David Michôd, un filme negro sumamente elaborado en el que el realizador invirtió nueve años de su vida, una película sin concesiones al gran público, seca y directa, cine de personajes con acertados trazos psicológicos. Joshua Cody (James Frecheville), al que todos conocen como J, un adolescente introvertido y de pocas palabras, pierde a su madre a causa de una sobredosis. Solo en el mundo y sin saber qué hacer, pide ayuda a su abuela, la aparentemente encantadora Smurf (Jacki Weaver) que lo acoge en su casa. Con ella viven sus tres tíos con los que apenas ha tratado en su vida. Pronto se dará cuenta de las peligrosas actividades de sus simpáticos parientes: uno, Pope (Ben Meldensohn), aparentemente afable pero sumamente violento en el fondo, ejerce de jefe del clan familiar y es un asaltador de bancos frustrado porque su oficio está en desuso y hay otras formas de enriquecimiento rápido al margen de la ley; Craig (Sullivan Stapleton) es un desequilibrado que trafica con drogas y las consume; Darren (Luke Ford), al que le molesta que le llame tío porque sólo se llevan un par de años, está aprendiendo a delinquir. Y todos actúan bajo el manto protector de su abuela. Incrustado en ese ambiente delictivo y familiar, el joven J. mirará hacia otro lado, simulará no saber lo que pasa en su nuevo hogar hasta que Leckie (Guy Pearce), un policía que se la tiene jugada a Pope, le advierte de los peligros que corre entre los suyosAunque el argumento de Animal Kingdom se parezca bastante al de Mamá sangrienta, película de la factoría Roger Corman, cuya banda familiar capitaneaba Shelley Winters, la australiana es un film original, con formato de cine independiente que huye de los tópicos del género y retrata con acierto esa familia desquiciada a la que el huérfano J. se ve abocado y en la que intentará sobrevivir sin tomar partido hasta que un hecho trágico le obligue a hacerlo.La principal baza de este trhiller es la disección de sus delincuentes protagonistas, tipos aparentemente simpáticos y agradables, que comen en familia, bromean entre ellos, se emborrachan discretamente pero son capaces, cuando las circunstancias lo demandan, de mostrar su cara menos amable. De entre la fauna que compone ese clan familiar destaca, por méritos propios, el personaje de Pope, el tranquilo tío que siempre viste informales camisas floreadas, y Smurf, la siniestra abuela, capaz de cualquier cosa por proteger a su camada; las sonrisas, la voz aflautada y los continuos besuqueos a sus hijos y a su nieto no hacen otra cosa que acentuar el carácter siniestro de esta mujer que produce escalofríos y la actriz Jacki Weaver borda. Ese amor de madre puede llegar a ser letal. No le hace falta a David Michôd un alarde de violencia ni siquiera acción – la emboscada/venganza contra la patrulla policial – para construir un film terrible sobre la cotidianidad de la delincuencia cuando ésta se acepta como una forma de vida más.
JOSÉ LUIS MUÑOZ

CAMINO A LA LIBERTAD
Peter Weir
El realizador australiano Peter Weir (Sydney, 1944) puede estar orgulloso de haber desarrollado una dilatada y remarcable carrera tanto en su país de origen como fuera de él, tanto dentro como fuera del seno de Hollywood, sin perder en ningún momento sus credenciales, ni la libertad para ejercer su profesión. Tras casi diez años en silencio tras dirigir Master & Comander regresa a las pantallas con otra historia épica, la que recoge en Camino a la libertad(The way back). La película cuenta la odisea de un grupo de prisioneros que escapan de un gulag en Siberia y se ven obligados a cruzar más de 6.500km de nieve, desierto e incluso el Himalaya, para alcanzar la libertad. Esta historia, basada en La increíble caminata (las memorias del polaco Slamovir Rawicz), le sirve al director de El Club de los poetas muertos para desplegar un cine de aventuras épico, con un sabor añejo respecto al cine de este género que nos ha llegado en los últimos años desde los EEUU.Camino a la libertad se recrea en la epopeya de este grupo de hombres de diverso origen en su intento desesperado de alejarse del horror del campo de concentración ruso. Weir opta por prescindir de diálogos que ayuden a describir la personalidad de los personajes, y en su lugar enfrenta a éstos con la imponente, y a veces angustiosa, naturaleza. La cámara nos acerca a ella de forma natural, sin artificios, ni maquetas ni efectos especiales de ningún tipo, ya que el 99% del filme se rodó en escenarios naturales, y eso se respira en el detalle, en la explosión de color, luz y texturas que han logrado en la fotografía.Su camino de vuelta muestra una naturaleza feroz, inhóspita y agresiva. El desierto, las llanuras heladas de Siberia o los interminables valles de Mongolia, son algunas de las barreras naturales que se oponen en el camino de estos intrépidos aventureros en su búsqueda de la libertad. Un camino de largo recorrido que enfrenta a los personajes con el hambre, el cansancio, el frío, el calor, la desesperación, pero también con ellos mismos, con sus pecados, con sus expiaciones, con sus deseos. Es una contrarreloj contra la naturaleza en la que quedan retratados y desnudados.Preocupado en exceso en hacer girar el filme sobre el conflicto del hombre contra la naturaleza, Weir olvida en algunos momentos el drama humano y la perfilación de los personajes. Se echa en falta en ese sentido una mayor profundización en el sufrimiento físico y moral de los personajes, a pesar del empeño de sus actores en representarlo, y el cuidado trabajo de maquillaje y vestuario. Es como si las panóramicas del paisaje y la belleza que irradia captará en demesía la atención, dejando a un poco de lado la cámara introspectiva que analize y dé a conocer a los personajes.A nivel actoral, sobresale una vez más un Ed Harris, en esta ocasión, comedido y sereno pero afligido en su interior, “un actor que lleva la naturaleza en el rostro” tal y como afirma el director de esta cinta. A éste lo acompañan un irregular Jim Sturgessen el rol protagonista, y Colin Farrell en el papel de un despiadado delincuente con ráfagas de humanidad. Y por último la joven revelación, o debería decir joven consagrada, Saoirse Ronan. The way back puede recordar a filmes de aventuras de corte clásico como ciertas películas de David Lean, John Ford, la muy recomendable Las aventuras de Jeremiah Johnson del malogrado Sidney Pollack, pero donde verdaderamente ha querido reflejarse el autor de Los coches que devoraron Paríses en el clásico de Kurosawa Dersu Uzala.Pese a que el ritmo del filme caiga en momentos y el espectador pueda perder de vista la atención de la historia por monotonía, falta de ritmo, o cegarse por la hermosura de su fotografía y los paisajes encuadrados, Camino a la libertad sigue siendo pese a estos escollos un muy recomendable filme sobre el cine como canal para vivir historias fantásticas, espectaculares e increíbles sin necesidad de efectos. Pero se topa con un inconveniente: la maldición de apellidarse Weir, y esperar siempre grandeza de él, cuando aquí se queda en bueno.
MARC MUÑOZ

Comentarios

babel ha dicho que…
La última que reseñas no la he visto, pero "El demonio bajo la piel" y "Animal Kingdom" me parecen, ahora mismo, las dos mejores propuestas de la cartelera.

Un saludo.
José Luis Muñoz ha dicho que…
De acuerdo totalmente contigo, Babel. De Michael Winterbottom, un director al que siempre aprecio, me esperaba una película redonda. La australiana ha sido una auténtica sorpresa. Y hay una coincidencia en ambas: la abuela de ésta última y el ayudante de sheriff de la primera son unos personajes de lo más siniestros que he visto en el cine.

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