SOCIEDAD
LA VOLUNTAD DE UN PUEBLO
Muy
mal haría Mariano Rajoy y el
gobierno central en desoír el clamor popular del pasado 11 S en Barcelona. Un
millón ochocientos mil, un millón, o quinientos mil catalanes, según el conteo
del medio y su adscripción ideológica, disciplinados y en perfecta formación,
describieron una V espectacular con su senyera
humana. No estaban todos los catalanes, en efecto, pero, de alguna forma, los
que salieron a la calle y formaron a las 17:14 la gigantesca bandera de Cataluña
en la Diagonal y en la Gran Vía lo hicieron por todos los que queremos votar en
esa consulta soberanista en la que se han ido, desde mi punto de vista,
demasiadas energías que deberían haberse ocupado de otros asuntos. De una forma
(consulta no vinculante) o de otra (elecciones anticipadas plebiscitarias) las
urnas saldrán a la calle el 9 de Noviembre y eso debe de ser asumido por el
gobierno central. El movimiento pro consulta, en los actuales momentos, es ya
imparable y torpedearlo sería un craso error. Activando el escándalo Jordi Pujol en fechas tan significativas—la
UDEF pisaba los talones a la familia desde hacía mucho tiempo—creía el gobierno del PP torpedear el 11 S y se equivocó de plano. La
deslealtad de uno de los máximos epígonos del nacionalismo catalán se lo ha
llevado a él y a los suyos a la cloaca de la historia, pero no ha tenido
influencia en la fiesta reivindicativa.
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