CINE / CROSSING LINES, DE JAHFAR MUATAZ

 


El festival Atlántida que se celebra en Mallorca con el patrocinio de Filmin está resultando muy interesante, sobre todo para los que puedan acceder a esa plataforma de cinéfilos y ver esas películas que se estrenarán en un futuro en cines o irán directamente a engrosar los contenidos de otras plataformas (Amazon, Netflix, Playtime).


Crossing Lines es un film rodado en Dinamarca, en Copenhague, aunque no lo parezca deliberadamente, porque en sus 103 minutos vertiginosos los arios vikingos se pueden contar con los dedos de una mano mientras abundan iraquíes, iraníes y hasta serbios con los rasgos raciales muy marcados: una muestra más de la multiculturalidad de la sociedad europea que durante años lleva acogiendo una diáspora que viene del convulso Oriente Medio, grupos étnicos y religiosos que mantienen sus ritos y costumbres y forman guetos al margen de una sociedad en la que no se integran para no perder su identidad.


Crossing Lines es un thriller brutal, una película negra con pocas concesiones hacia el espectador y con algunas secuencias difíciles de ver (la muerte a cabezazos propinada por el jefe de uno de los clanes de la droga afincados en Copenhague a uno de los suyos) porque es un film en el que la violencia está muy presente en todas sus escenas, estalla en cualquier momento, forma parte del ADN de sus personajes y palanca de sumisión de los líderes hacia sus secuaces.


Cairo (el actor iraní Afshin Firouzi, una presencia impresionante) ha sido miembro de una banda de narcotraficantes que opera en Copenhague y ahora trabaja precisamente en un proyecto para dar salida a este tipo de delincuentes y vive relativamente tranquilo junto a su esposa Cille (Stephanie Leon). Cuando desaparece su sobrino Hamza (Tarek Zayat), tiene que volver a frecuentar de nuevo esos ambientes criminales para averiguar su paradero, secuestrar y torturar a Isam (Soheil Bavi), un esbirro de su antiguo clan para sonsacarle información, entrevistarse con su antiguo jefe Saddam  (Albert Arthur Amiryan) y enfrentarse a una serie de clanes peligrosos que operan en la ciudad de Copenhague, el de los serbios liderados por Michael (Rasmus Hammerich) y un grupo neonazi y racista que apaliza pakis y lidera Anker (Kenneth M. Christensen).


El primer largometraje de Jahfar Muataz, tras tres cortometrajes en 16 milímetros en donde habla del desarraigo de los suyos en esa Europa que los acoge, hijo de la diáspora de Oriente Medio y culturalmente muy arraigado en su comunidad de origen a pesar de vivir y haberse formado en Dinamarca, recicla el tema clásico en el western y en el cine negro del pistolero retirado que no puede eludir su pasado. Crossing Lines es un film de una potencia visual tremenda gracias a la expresionista fotografía en color de Anthon Falkenstrom Tougaard y a una realización sincopada que compensa los agujeros del guion (un final forzado) y el exceso de subrayados musicales para mantener la tensión. Un film asfixiante, duro, muy violento, con un trabajo de casting más que notable (protagonista y secundarios dan miedo) que sumerge al espectador en el infierno de esos submundos criminales de los que es mejor huir.  Muy recomendable para los amantes del cine negro y el thriller sin concesiones.


EL VIAJE A MIKE DEMON A LAS VEGAS, LA CIUDAD DEL DESIERTO DE NEVADA QUE LO VA A ATRAPAR Y LO LLEVARÁ A LA PERDICIÓN. UN COMBINADO ADICTIVO DE SEXO Y JUEGO EN UNA CIUDAD QUE ES UN SIMPLE DECORADO Y NUNCA DUERME. NOVELA NEGRA ATMOSFÉRICA  ILUMINADA CON LUCES DE NEÓN. 
PREMIO FRANCISCO GARCÍA PAVÓN




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