LA ESCRITORA
Maruja Torres gana el LXV Premio Nadal de Novela
Como se rumoreaba en los foros literarios, Maruja Torres ha ganado esta noche en Barcelona el Premio Nadal 2009 con su novela 'Esperadme en el cielo', que fue presentada como 'Jardines de Aire'.Ha sido declarada finalista la novela 'El libro del amor esquivo', de Rubén Abella, que también fue presentada con otro título: 'Baile de Máscaras'.Esperadme en el cielo es, según su autora, una novela de fantasmas protagonizada por la propia autora en la que se reencuentra con dos amigos ya fallecidos, los novelistas Terenci Moix y Manuel Vázquez Montalbán. La autora catalana agradeció al jurado por premiar una comedia cuando lo normal, "incluso en los Oscar", es premiar dramas".Por su parte, el vasilloletano Rubén Abella, dijo que su novela está protagonizada por "un opositor que es confundido con un cantante famoso, un vidente que ve poco y una paparazzi que se enamora de una fotografía. Y el cuarto protagonista es Madrid". La novela trata, según el autor, sobre "las falsas apariencias, la identidad y los caminos torcidos".^Por otra parte, Gaspar Hernàndez ganó el Premio Josep Pla de prosa en catalán con 'El silenci', una "novela mística" en la que el periodista gerundense reivindica las llamadas terapias naturales y la "nueva conciencia" .(06/01/09)
Buena ocasión para recuperar una entrevista que le hice a la autora con motivo de ganar el Planeta para la revista Playboy.
ENTREVISTA PLAYBOY
MARUJA TORRES
Es Maruja Torres uno de los mitos vivientes del periodismo, quizá una de las voces más personales. Mujer que se ha hecho a sí misma, su vida ha sido una lucha continua hasta alcanzar las más altas cimas del periodismo y la popularidad. En Garbo, escribiendo crónicas sociales, en Fotógramas, con cuya directora Elisenda Nadal le une una larga y sincera amistad, y desde hace doce años desde las páginas de El País, la pluma de Maruja se ha mostrado tan lúcida e incisiva hablando de la última gala de la Pantoja como de la necesaria solidaridad hacia los inmigrantes. Bajo esa patina festiva y mediterranea de aparente frivolidad se esconde una persona valiente y comprometida con su tiempo, una auténtica "Mujer en guerra", utilizando el título de su recopilación de artículos publicada por El País Aguilar. Hace muchos años, una escritora que ganara el Planeta, Carmen Kurtz, le dio una oportunidad al publicarle una carta en un diario. De mujeres escritoras que se pasan el testigo va su última novela, "Mientras vivimos", merecedora del último premio Planeta. Maruja y su perro Tonino, un perro salchicha juguetón, nos reciben en su agradable casa del Ensanche barcelonés para que hablemos de literarura y periodismo, de la mujer, del cine y de su aversión por los Bush, y a cada pregunta contesta con la vehemencia y la contundencia que la caracterizan. PLAYBOY - En 1998 ganó el premio Carmen Posadas con "Pequeñas infamias", en 1999 Espido Freire, con "Melocotones helados", y ahora tú. ¿El Planeta se ha hecho femenino o este auge de escritoras puede ser porque las mujeres son más leídas que los hombres?
MARUJA TORRES. Pues te advierto que esa misma pregunta se la habían hecho a Carmen Kurtz en el 56 porque en el 55 lo había ganado Ana María Matute. Precisamente ahora yo creo que hay una vena de editores muy osados y muy avispados que saben que las mujeres leen más. Es por la contención, porque se sale, y supongo porque hay más ilusión en el mundo femenino que en el masculino, que ha llevado el peso de las cosas durante mucho tiempo, ¿no? En mi caso quiero suponer que, aunque siendo un libro de mujeres, aunque no sólo para mujeres, los miembros del jurado me han otorgado el premio por meritos, independientemente de lo que estamos comentando.
P- ¿Hay alguna diferencia entre la literatura que escriben las mujeres y la que hacen los hombres?
M.T. - Todo el mundo escribe cosas diferentes. Las diferencias que nos marcan son lugar de nacimiento, medio social, continente al que pertenecemos, raza no, yo diría etnia, religión, sexo, por supuesto; esas son las diferencias, no debían ser otras, pero claro, en este libro mismo, la protagonista, una de las tres, Regina, es una tía que está claramente dedicada a escribir libros de mujeres para que se los compren las mujeres sobre el tema eterno que es que los hombres no nos quieren, ¿no? Pero yo tengo la esperanza de hacer otras cosas, como ya he hecho, libros de viajes, libros de humor, y en mi próxima novela quiero que haya un tío, porque yo ya estoy desesperada, necesito un hombre, aunque sea literariamente hablando.
P- ¿Qué supone, para ti, ganar el Planeta, el premio literario más importante del país?
M.T. - Pues mira, como dije el otro día, pues que me parece que me tenía que haber ocurrido antes. Lo dije, ¿dónde fue?, en Vigo. Me dijeron: "¿El Planeta le ha cambiado la vida?". No, pero me ha cambiado la dieta. Ja, ja, ja. Ha mejorado notablemente mi forma de vida, me ha dado económicamente una tranquilidad, y luego, como ha ido bien, pues yo pienso que después del Planeta, como hay vida, pues a lo mejor 50.000 o 100.000 lectores de esos trescientos y pico mil del Planeta se me quedan fijos como lectores fieles.
P - La primera edición ha sido de 300.000 ejemplares.
M.T. - Son 310.000, pero ahora ya ha salido la séptima, porque la primera es como tres o cuatro ediciones, y luego la siguiente ya es como la quinta, y vamos por la séptima con 320.000. Y ahora pues mira, sale en catalán también, que no sé si han tirado 15.000 ejemplares. Cuando haces las dedicaciones te das inmediatamente cuenta de cómo aparece el factor Planeta; te dicen: póngame aquí para mamá, para Fifí, para Fufú, y no sé quien más, porque es el Planeta. Es una ventaja del premio que te permite ampliar el número de lectores. Yo estaba antes en los 100.000 ejemplares.
P- Tu eres un personaje mediático muy conocido. Tus crónicas, ácidas y cargadas de humor, han diseccionado este país, sus gentes y sus costumbres a lo largo de décadas desde diversos medios de comunicación.
M.T.- Sí, pero sin hacer programas de televisión y todo eso. Hay varias clases de personajes mediáticos.
P- ¿Notas grandes diferencias entre lo que es periodismo y literatura?
M.T.- Total. Lo que pasa es que yo no creo, como Hemingway, que haya que dejar el periodismo para dedicarse a la literatura. Yo creo que Hemingway dejó el periodismo porque lo que quería era ir a los toros y de caza a Africa, pero yo creo que ambas cosas se pueden compaginar perfectamente, son como dos cabezas en un mismo cuerpo, es dos tiempos en una misma circunstancia. Yo he estado en este mismo piso durante el mes de agosto escribiendo crónica diaria para el verano de El País y luego he podido tener cinco horas para mí, para el proceso literario más intimo. Lo que importa es el silencio y la soledad y que realmente lo que tengas que escribir te venga de dentro, que es en lo que se diferencia realmente del periodismo, que siempre te viene de fuera, ¿no?
P- ¿De todas maneras, tú crees que se puede hacer literatura dentro del periodismo como por ejemplo las crónicas que escribes en El País Semanal?
M.T.- Lo del Semanal es casi literatura por la sencilla razón de que se entrega quince días antes. Entonces lo que yo no puedo hacer es, "¡Me cago en la leche, que ridículo Aznar ayer con Sánchez Dragó!". Tengo que inventar algo, la supervivencia de cada semana, de tener que sacar cosas distintas. Entonces esto, si está bien escrito, puede ser literatura. Pero yo creo que el periodismo es un género literario, cuyo proceso es contrario al de la ficción, que como tú bien sabes, que también eres escritor, tú no puedes decir lo que pasó, al contrario, escribes un libro para que se sepa poco a poco lo que pasó.
P- ¿Qué te impulsó desde el periodismo a dar el salto hacia la literatura, hacia la novela?
M.T.- Yo cuando tenía catorce años o quince, salía con Terenci y nos dedicábamos largas cartas y hablábamos del futuro, y a mí me gustaba mucho escribir, escribía diarios y hacía cuentecillos. Yo lo que quería era ganar el Planeta en aquella época.
P- ¿Te viene de lejos lo del premio?
M.T. ¡No!. En aquella época la gente se daba a conocer a través de los premios, que servían para descubrir autores noveles, no como ahora. Lo que pasa es que se me cruzó el periodismo por el camino y me gustó mucho porque era esa parte de mi vida más aventurera, claro, de cuando tienes veinte años y lo que quieres son experiencias, salir, ver mundo, conocer cosas, y a mí el periodismo me acompañó y la verdad es que durante mucho tiempo yo siempre tenía el run-run de que tenía que escribir una novela, lo que todo el mundo llama, la no-ve-la. Maruja tendría que hacer ya la no-ve-la, y todo eso, y al final Juan Cruz me obligó prácticamente, y la verdad es que me ha venido muy bien porque ahora ya lo del reporterismo, que he vivido y me gustaba, no lo puedo hacer porque tengo una rótula menos. Esta cicatriz, aquí, que no me deja correr (se toca la rodilla), y que si camino mucho me canso, lo cual para el periodismo es fatal, porque ni siquiera para hacer periodismo en la ciudad. puedes, de repente te encuentras con un obstáculo que tienes que saltar y qué haces. Y entonces me ha ido muy bien porque ya me he organizado la vida, yo antes era incapaz de salir de una redacción, y ahora sí, me conecto por Internet, me he ido a vivir a Barcelona, y más o menos me lo tengo todo bien montado. Y yo creo que es una buena cosa porque lo del reporterismo antes te daba el viaje hacia afuera, y la literatura es el viaje hacia adentro.
P- ¿Cuál es tu sistema de trabajo cuando escribes una novela? ¿Haces como Regina, que recurre a artefactos protectores: un sólido esquema, gráficos, genealogías de los personajes; fichas y más fichas con las que se protege de la angustia de escribir.
M.T - No, ¡qué va! Yo soy al contrario de esa pobre mujer que, por cierto, detesto. Lo que es básico es el silencio absoluto y la soledad, lo cual sólo se consigue de noche, o bien escribo después de ver una película en la tele, pero generalmente soy más bien mujer de amaneceres: me levanto a las cinco, y de cinco a diez escribo, más no da, ¿eh? . Las tres primeras horas escribes con alguna idea; el resto te lo pasas repasando y todo eso. Lo que sí hago es tomar notas desde el principio. Llevo haciéndolo desde que empezó la promoción de este libro, se me empezaron a ocurrir cosas y las apunto.
P-¿Eso quiere decir que ya estás preparando la próxima novela?
M.T- Yo me doy un plazo a mi misma: el 13 de junio, creo que es el 13 o el 14, acaba la Feria del Libro de Madrid, y ahí se ha acabado para mí el Planeta; luego me voy a Oriente Medio, que tengo que hacer un viaje personal, y a la vuelta me pongo a intentar escribir. Afortunadamente, con el desahogo que me da el premio, me tomaré el tiempo que sea necesario.
P- ¿Tendrá algún tipo de relación tu nueva novela con "Mientras vivimos"
M.T. - No, nada. Es algo que te lo preguntan siempre, pero no, no, no, es otro rollo, es otra historia. Ahora, hace un ratito, estaba yo leyendo la entrevista que le hacían a Le Carré y me pareció bien lo que decía él, que no tiene un esquema cuando escribe. De partida sales con un par de personajes, alguna situación y sabes adónde vas.
P- ¿Y a medida que escribes la historia va tomando consistencia?.
M.T- Te vas a sorprender a ti mismo, que es mucho mejor. Luego, en las correcciones, ya tienes tiempo de construir y de saborear, pero al principio lo que vas es a oscuras, buscando. Yo por lo menos me aburriría mucho si tuviera alguien aquí - se señala la cabeza - que me dictara el capítulo entero y ya supiera lo que va a suceder en el siguiente.
P- La novela cobra vida a medida que se va escribiendo.
M.T- Claro, cuántas veces no te ha ocurrido eso en la vida real. Has tenido un problema irresoluble, no sabes qué hacer con esos dos o tres personajes, y te vas a dormir, y a la mañana siguiente sale porque te has ido a dormir con eso en la cabeza. Pero todo esto es como entrar en un trastero y encontrarte un montón de cosas inútiles, pero vas buscando y buscando, desechando, hasta que refulge lo que de verdad vale.
P- ¿Qué novelistas o qué libros te han influido de una manera más profunda?
M.T- Me imagino que todo lo que he leído. A mí me influye más en la construcción literaria el cine. O sea, la cosa esa hitchcoocktiana de que haya algo de suspense emocional, ni crímenes ni nada, pero que se resuelva hacia el final
P- "Mientras vivimos" es literatura sobre literatura.
M.T. Es de lo que me di cuenta después, que estaba haciendo literatura sobre literatura. En principio era una historia sobre la envidia, y sobre los falsos ídolos, y se me fue convirtiendo en una historia de discípulas y maestras, en donde hay un personaje, sobre todo, que es la muerta, que es la que se parece más a mí, que reflexiona sobre la literatura. Allí es, en esa parte del libro, en donde yo me reconozco.
P- Un personaje que has tomado de Carmen Kurtz, ¿no?
M.T-No lo he tomado; hay una vaga inspiración, pero no tiene nada que ver con ella. Ella era una mujer que a esa edad, de los cincuenta y tal, estaba bien situada, y que luego tenía todavía respeto y familia, y todavía siguió viviendo durante bastante tiempo, era amiga de Ana María Moix y mía. En su elegancia moral, que desde luego no es la mía, era un personaje muy de posguerra; Carmen era una mujer muy cosmopolita.
P- Las mujeres protagonistas de "Mientras vivimos", que representan tres generaciones distintas, Teresa, Regina y Judit, se van pasando el testigo.
M.T- Como en un juego de espejos y normas, y sí, se pasan el testigo, porque sobre lo que yo reflexioné un poco en este libro es sobre qué dejas cuando te vayas de esta vida, y dejas lectores, que es un poco lo que le dice Teresa a Regina. Pase lo que te pase tienes el don de convertirlo en felicidad para los demás, es decir, en literatura. Yo estoy volviendo a la literatura, como lectora, y además locamente, con la pasión de la adolescencia y creo que voy a leer lo que tenga que leer de actual, pero he vuelto a pillar a Conrad y es que no tiene color. Yo misma me tendría que suicidar, ¿no? .
P- Judit ansia, en todo momento, parecerse a Regina, la escritora exitosa a la que venera, y a su vez Regina recibió el testigo de Teresa, una mujer que sólo consiguió publicar relatos infantiles.
M.T- Regina pasa por una crisis salvaje, y no se quiere enfrentar con lo suyo. Lo que pasa es que yo creo que nadie es lo que parece, entonces Judit, que parece tan segura y parece que sabe lo que quiere, en el fondo no es más que una pobre chica que está empezando. Y la otra, que parece tan segura y que lo tiene todo, pues, como no haga algo, vaya vida, vaya mierda de vida ¿no?
P- ¿Judith tiene algo de ti?
M.T.- No, tiene el impulso de salir del barrio, como yo lo tenía al principio de los sesenta, pero yo lo único que quería era salir, y no aburrirme, y tener una vida un poco mejor, y no ser como las mujeres de mi familia. Pero yo, por mí, yo hubiera sido script de cine, o hubiera sido cualquier cosa que no fuera aquella neura de oficinas y todo eso, hubiera sido cualquier cosa que tuviera un horario abierto y más divertido. Ella es una tía crecida en los noventa, entonces lo que quiere es el éxito.
P- Curiosamente Judit llega en el momento en que Regina atraviesa un momento vital crucial: tiene cincuenta años, con lo que ya ha perdido parte de su poder de seducción, y está en crisis literaria. Judit aporta la nueva savia que parece estar necesitando.
M.T- Bueno yo lo que hago es lo que hacen buena parte de los escritores, vampirizar. Ella se está repitiendo, y no porque no sepa qué decir de los jóvenes, que no sabe, porque vive aislada en su mundo, sino porque además el palo que toca es un palo que está muy sudado, es ese que satíricamente dice que si "Flaubert hubiera tenido la regla, Madane Bovary no hubiera sido escrita", lo cual es mentira, porque Jane Austen tuvo la regla y mira, y las hermanes Bronte, fíjate tú. Yo en este libro tiro con bala un poco contra el pensamiento políticamente correcto feminista que es tan pesado.
P - Qué quieres decir cuando escribes"El escritor sólo puede servirse de lo periférico después de que lo ha convertido en sustancia incorporada a su propia experiencia".
MT- Claro. ¿Cómo te lo diría yo? Y tú lo sabes, porque escribes. Yo no creo para nada en esa gente que tiene muy buena oreja para los diálogos, para ver cómo habla la gente: eso de "¡Oh, qué historia tan divertida acabo de oír!", y meterla entera, que hay gente que lo hace así, y a mí me parece absurdo. Otra cosa es lo que eso te remueve a ti, y tú sabes que miramos los que escribimos, miramos y no vemos exactamente lo que es, vemos lo que podría ser, lo que haríamos con eso, y a lo mejor ni siquiera nos estamos dando cuenta de que lo estamos haciendo, te queda por ahí y, ante tu sorpresa, te sale y te preguntas, ¿de dónde sale esto?. Pues sale de aquella vez que estabas tú paseando como un imbecil creyéndote que no te dabas cuenta de nada. Entonces yo encuentro que toda novela es autobiográfica en ese sentido, porque toda es un latido tuyo, tú eres el filtro, tú eres el médium y el filtro. Lo que no puedes ser es el papagayo, ni el gramófono, ni la grabadora.
P- En un momento determinado de la novela, Regina dice "¿No eran modelos jóvenes lo que necesitaba para su novela? ¿No reunía Alex todos los requisitos generacionales que, en su opinión, caracterizaban a los chicos de hoy? ¿No potenciaría su presencia en la casa el comportamiento de Judit, y al revés?" Hay en la novela un enfrentamiento generacional.
MT- Pero yo creo que el auténtico enfrentamiento generacional se da entre Regina y Teresa, que es lo típico, es típico de padres e hijos.
P- Hay en "Mientras vivimos" una especie de reinvención de la maternidad que no es física. Judit, que tiene una madre que trabaja en el restaurante del aeropuerto, elige una nueva madre en la persona de su adorada Regina.
MT-Sí, eligen hijas, y no hijos, para sucederse, para pasar el testigo, que decías tú antes, y de hecho eso ha sucedido, eligiendo o no. Pasa con las mujeres, y con los hombres. Esta emancipación de ahora no existiría sin las sufragistas, sin las escritoras como Doris Lessing o antes Virginia Woolf. Teresa, decididamente, necesita una hija que esté mejor preparada que ella lo estuvo para el mundo que le tocó, y yo creo que Regina lo único que quiere es que la otra no vaya a ciegas, y al final le dice, "Oye, mira, esto es lo que hay", y de hecho pues esta chica, Judith, sería objeto de otra novela, no en mi mente sino en la del lector
P- ¿Podemos decir que "Mientras vivimos" es una novela feminista? Al menos no hay apenas personajes masculinos, y los que circulan por la obra son casi sombras desvanecidas por la fuerte personalidad de los personajes femeninos.
M.T. - Voluntariamente diluidos, porque yo conozco mucho este mundo de mujeres sin hombre. Las hay, existen, mujeres en donde el hombre es circunstancial, y entonces éste es el caso. Por eso, en la próxima novela, todo girará en torno a un hombre, porque también ocurre de mujeres que giran en torno a un hombre. Hay muchos hombres para los cuales las mujeres son sólo circunstanciales.
P-Lo que ocurre es que no estamos acostumbrados a que en una novela los hombres tengan tan poco peso.
M.T- Claro, menos Alex, que todavía está por hacer y aún no se sabe que es lo que va a ser, pero uno es un cabrón y otro es un débil, ¿no? El único que está bien, pero de lejos, es el médico que atiende a Teresa, hacia el final. Pero eso es voluntario, porque yo conozco muchas mujeres solas, incluida yo. Depende del momento de la vida en que te pille, ¿no? A Teresa le ha pillado que está de vuelta de todo, y además con cáncer, así es que fíjate tú; pero a Regina la pilla en un momento que tiene que decidir qué es ella como ser humano, y desde luego las mujeres y los hombres somos nosotros mismos sin el complemento, la soledad cósmica la tenemos nosotros y nuestros conflictos, que yo creo que son mucho más interesantes que él me quiere o no me quiere, tengo pareja o no tengo pareja, ¿no? Mi hermana es maravillosa y lleva cincuenta años casada y está tan enamorada como el primer día, pero yo jamás escribiría una novela sobre mi hermana y su marido, son felices pero carecen de interés, ¿entiendes? Espero que no lea el Playboy. Ja, ja, ja. Lo que es una prueba más de lo que estoy diciendo.
P- Hay una frase en el libro que me ha gustado mucho: "Las más elevadas metas que puede alcanzar una mujer son aquellas que se conquistan partiendo de la nada. La nada era el lugar dónde yo vivía"
M.T- Sí, la que tiene razón es Judit: la nada era el lugar dónde yo vivía. Regina miente descaradamente porque ésto forma parte de su repertorio feminista. Nadie viene de la nada, porque a todos nos ha ayudado alguien, mucha gente además, y en el caso de Regina concretamente le ha ayudado Teresa, pero Judit considera la nada ese barrio en el que vive.
P- ¿Es frecuente el cainismo en la comunidad literaria? "He conocido a gente fría, calculadora y rastrera, he visto a auténticas sabandijas arrastrándose por las editoriales y los periódicos con un puñal entre los dientes, listas para clavártelo en la espalda al menor descuido. Me he cruzado con individuos que se relamían como sanguijuelas ante la perspectiva de saltarme a la carótida".
M.T. Fíjate que al escribir esto yo no estaba pensando en el mundo editorial, pero me convenía ponerlo y me imagino que sí, que hay cainismo. Yo tengo la suerte de que no pertenezco al mundo literario; a mí cuando me hablan de camarillas y todas esas cosas yo les digo: Perdone, yo soy periodista; de la misma forma cuando me dicen guerra mediática, Uy, yo estoy en la literatura ahora. Las relaciones que tengo con escritores las tengo porque les conocía antes de que fueran escritores. Yo trabajé con Cristina Fernández Cubas en Garbo, poníamos pies de foto a los ricos y a los famosos, a Ana María Moix y a Terenci los conozco desde que eran dos críos y entonces no tenían ninguna popularidad ni sabían que iban a dedicarse a la literatura, y la gente que conozco en Madrid, como Javier Marias y gente así, pues de coincidir una noche, pero no vivo en el mundillo. Por eso a mí me la trae floja lo que dice todo el mundo de que sólo he ganado el Planeta y no el Goncourt.
P- ¿Habrás generado envidias, fobias?
MT- No lo sé. Algo. Escuchas comentarios del tipo estos premios están arreglados, y yo digo, Sí, todos, todos, anda que no sabe una, y además, si hay envidia, que se fastidien. Pero yo no tengo envidia, porque es un premio al que se pueden presentar anualmente, no voy a ganar el Planeta siempre, sólo lo he ganado una vez, tampoco hay para tanto, ¿no?
P - Maruja Torres es autodidacta, la típica mujer que se ha hecho a sí misma.
M.T- Hay una parte muy buena en eso. Tienes tanta inseguridad que te obligas a saber muchísimas más cosas de las que habitualmente sabrías, no tienes ese relajamiento de los cauces. Si te metes en la universidad vas a ir por ahí, por muchos problemas que tengas, y punto. El autodidactismo es un frenesí permanente, siempre estás leyendo de todo y cosas eclécticas: esa es la parte buena. La parte mala es que no perteneces a ninguna promoción y tienes siempre un sentimiento de inseguridad.
P - ¿Qué fue lo primero que publicó?
M.T- Lo primero que salió impreso con mi nombre no fue un artículo sino una carta que mandé a Carmen Kurtz, al diario La Prensa, que era del Movimiento, que estaba allí en Consell de Cent Villarroel. Carmen Kurtz tenía un consultorio muy interesante en la última página, de tipo sociológico, no sentimental, y se hablaba de todo menos de lo que no se podía hablar: no se hablaba de política, pero sí se hablaba de la sociedad, y yo escribí una carta porque en ese momento había una polémica sobre chicos y chicas, gustó y luego la publicó entera Carmen, y al final ponía una posdata: "Por favor, póngase en contacto con este periódico". Y me puse en contacto y me dijo: "Mira, es que está muy bien escrita, nos has interesado mucho, por qué no te vienes a casa". Y fui a su casa y luego me presentó al director y me encargó un serial de seis capítulos para publicar en la última página, como si la última página fuera así, la más frívola, y la verdad es que lo más desternillante eran los discursos del Movimiento. Sobre este tema, sobre cómo son las relaciones entre chicos y chicas, escribí seis artículos de opinión largos, eso fue lo primero, y luego ya me dieron una columnita en la página femenina a cambio de hacer de segunda de la titular de la página femenina, es decir, de trabajar yo; también hacía de secretaria al director y por las tardes le hacía de secretaria gerente, vamos, le arreglaba cosas, pero me ganaba bastante más dinero que en la oficina, digamos que casi el doble, si en la oficina ganaba ocho mil, allí ganaba dieciséis.
P- Y encima te divertías.
M.T- Y me divertía, y hacía horarios de hombre, que decía yo entonces, Mama, hoy llegaré tarde. Pero, mujer... Los hombres también llegan tarde, decía yo. Y luego tenía los domingos por la tarde; como yo era una excelente taquimeca, tomaba las crónicas de fútbol de segunda y tercera división por teléfono y taquigrafía, lo cual me permitía llegar a las seis de la tarde, me dejaba el novio en la puerta, y ya hasta las tantas, y luego me iba a tomar copas con los colegas de deportes, y después ya me pasé a la prensa del corazón, Garbo, que sí, la verdad es que allí aprendí mucho, aprendí a editar, aprendí lo que sé ahora de las dinastías, de los Kennedy, y todo esto, y allí me pilló Elisenda para el Fotogramas.
P- En donde estuviste muchos años y dejastes unas crónicas maravillosas.
MT- Y de muchas maneras. Primero colaboraba estando en Garbo, después estuve sólo en Fotogramas, después estuve por ahí suelta como cabra loca de free lance y volví a Fotogramas. Fotogramas y yo nunca hemos perdido contacto, salvo últimamente, pero vamos, sigo teniendo contacto con Elisenda que es una gran amiga.
P- Esto entronca con el cine, que ha sido una de tus grandes pasiones.
MT- Ha sido y es. Lo que pasa es que es como ahora con los toros, ¿no?, que ¡Cómo cuesta para ver una buena faena! Entonces yo casi prefiero ir cuando la película ya la han visto todos mis amigos, después de escuchar todos los comentarios, pues voy y entonces ya la han quitado
P-¿Ibas a los cines de arte y ensayo?
MT- Bueno, es que yo pillé la época buena, en que había tanta hambre que te daban "Repulsión" en el Publi, y hacían el ciclo de Antonioni en la Filmoteca y no faltabas, y hasta Godard, que yo lo detestaba y no me atrevía a decirlo, un peñazo ¿no? Pero en realidad a mí lo que me sirvió fue ir al cine desde los tres años, en brazos de mi madre, buen cine norteamericano negro, y las comedias, y las españoladas, "El pequeño ruiseñor" y "El pescador de coplas", las películas de Marisol, todo lo he visto, todo, todo. Realmente España era Cine de Barrio de José Manuel Parada.
P-¿Y en aquellos tiempos había alguien que te seducía desde la pantalla?
MT- Yo me enamoraba mucho. La verdad es que igual me gustaba Clark Gable que Montgomery Clift, igual me gustaba el hombretón que el chico debilucho. En aquella época me gustaban mucho las películas de capa y espada, "Robin Hood", "Robín de los bosques".
P-¿Ha habido alguna película que hayas visto muchas veces?
MT- Si, hay un par de películas que las veo un par de veces al año, lo mínimo. Una es "Eva al desnudo", otra es "El tercer hombre", quizá sea mi película favorita, otra es "El apartamento". De Billy Wilder la verdad es que veo cualquier cosa, me gusta mucho. Me gusta "Espartaco", por eso me gusta "Gladiator". Yo ahora lo veo todo en DVD, es que el DVD ha cambiado mi vida, y además te lo dan en grande y hay extras, en el DVD puedes elegir, la puedes ver doblada o en versión original con subtítulos en inglés, original con subtítulos en castellano.
P-¿Y en cuanto el cine español?
MT- "El bola" me gusto mucho, me parece una estupenda película.
P- ¿Qué opina del actual momento del cine español con Antonio Banderas establecido en Hollywood, Penélope Cruz siguiendo los mismos pasos y Javier Bardem tocando el oscar?
MT- Hombre, yo me alegro si les va bien. Está bien, ¿no? No creo que esto beneficie al cine español en general, pero ¿por qué tendría que beneficiarlo?
P-Beneficio de ellos y ya está.
MT-Y mira en Francia Sergi López, incluso Carmen Maura y Victoria Abril. Si caen las fronteras para otras cosas, es lógico que caigan para esta gente. Lo que ocurre es que cabe el peligro de que hagan de mejicanos toda la vida. Eso fue lo que Sara Montiel esquivó hábilmente.
P - "Cuando la naturaleza cierra la puerta de la regeneración de los tejidos, la cosmética abre la ventana de la hidratación artificial: larga vida a la cosmética, canturreó Regina." ¿Qué opina de esa obsesión por el físico que planea sobre los humanos?
MT- Sí, sí, yo estoy convencida, pero cuando lo escribí estaba mucho menos convencida de lo que lo estoy ahora. Ahora, después del Planeta, como la promoción fue de las ocho de la mañana a las diez de la noche, con muchas televisiones, pues tenía que poner la cara, y claro, yo voy a cumplir cincuenta y ocho años el mes que viene, la carita que tengo cuando me levanto, fíjate tú: parches, mascarillas, de todo. Suerte de la cosmética. Buena parte del premio se ha ido en eso. En eso y en un fondo de armario.
P- Esa obsesión por lo joven lo invade todo: el cine, la política, la literatura. Parece que si no eres joven ya no existes. El agente literario le dice a Regina "Tienes un cartel sensacional y suficiente inteligencia para seguir sacándole partido unos cuantos años más. Creí que ibas a probar lo de escribir sobre jóvenes" Ahora se hacen operaciones de cirugía plástica hasta las niñas de 14 años.
MT-Sí, esto es el síndrome de la mujer niña No sé, hay gente que es adicta, ¿no? a estas cosas. Una de las cosas que me ha gustado más de la vida ha sido aceptarme y sacar partido de lo que soy. Yo creo que hay que operarse sólo si tienes un defecto que verdaderamente te deprime mucho. Hombre, yo cada vez que veo a Kim Bassinger me suicidaría: ¡Con 46 años y hay que ver cómo está la señora! Pero no puedo ir con una foto de Kim Bassinger al quirófano y decir que me pongan así. Me parece que hay que cuidarse, que hay que ir limpio, bien vestido, en la medida de lo posible, y todo eso, pero la vida es demasiado corta como para perderla en esas tonterías.
P- La novela acaba con una frase esperanzadora. "Son cincuenta años. Y hoy es el principio de su vida". ¿La vida empieza a los cincuenta años?
MT- Yo a los veinte años era una desgraciada, a los veinte años no sabías que querías, vivía angustiada.
P-Estás mejor ahora que cuando eras joven
MT-Clarisimamente la segunda mitad de mi vida es mejor que la primera y no sé si se me va hacer mucho más corta. La ilusión que me hace entrar en una boutique y comprarme ropa, para mí, para llevarla, era imposible cuando tenía veinte años, que no tenía ni un duro y no podía comprarme nada, para empezar, y luego además estaba con la comedura de coco de la angustia vital, que se llamaba entonces, el existencialismo. De dónde vengo, adónde voy, y luego el coñazo de qué haremos con Franco.
P-¿Crees que las nuevas generaciones tienen angustia vital?
MT-Yo creo que sí, hay gente joven que está muy sola, lo que pasa es que no lo sabemos, no hablamos, no hay comunicación, pero no hay nada más triste que la adolescencia, yo creo, la desorientación y el no saber a quién dirigirte. Eso lo recuerdo muy bien. Yo no era nada que tuviera que ver con la época, tenía que ver con mi interior, lo que pasa es que ahora se les atonta con muchas cosas, con mucho consumo, y luego el día que se vaya la luz tres días no sabemos que hacer. Pero luego, por otra parte, hay gente muy solidaria, hay jóvenes que hacen muchas cosas. Yo he estado dando charlas en institutos y en colegios y el nivel de preguntas es muy interesante,
P- Maruja Torres es una mujer con sensibilidad social, comprometida. No hace mucho se la ha visto solidarizándose con los inmigrantes encerrados en las iglesias.
MT-Hombre, fui mas que nada, no para salir en la foto, pero si para que se hablara de ello, como ha ocurrido. Solidarizarte, que sepan que hay alguien fuera. ¿Cómo se arregla esto? Tiene muy mal arreglo, porque están haciendo una ley de extranjería que no sólo es despiadada, es además poco inteligente. Eso de mandar ahora a los ecuatorianos para que les den papeles, aparte de que es una tontería porque se los podían dar aquí, son ganas de gastar, pero esa es una gota de agua en la inmensidad del océano. Tendría que haber una ley consensuada, no sólo por España, sino por todos los países afectados, e ir en serio contra las mafias, porque el de personas se está convirtiendo en el tercer tráfico importante, después de las drogas.
P- ¿Qué te pareció el culebrón de las elecciones norteamericanas?
MT- George Busch es el hijo de un cabrito cobarde que tuvo que invadir Panamá para demostrar que era un macho
P- Durante la invasión norteamericana de Panamá tú estaba allí como corresponsal de El País y perdiste al fotógrafo que te acompañaba por los disparos de una patrulla norteamericana. ¿Cómo te marcó este suceso?
MT- ¡Tengo yo un cariño a los Bush! Mataron al fotógrafo, hirieron a dos periodistas y a mí casi me matan. Estos hijos de puta siempre hacen la cagada y luego la quieren recoger. Tenían a Noriega, que era suyo, Noriega se les rebela porque estaba como un cencerro, y entonces deciden bombardear Panamá para coger a Noriega, que es una estupidez: coge a Noriega, pero no bombardees Panamá. Bombardearon Panamá, murieron tres mil personas, Noriega se tuvo que entregar al final, pero no lo cogieron, estaba a mil metros de donde mataron a mi fotógrafo, estaban entretenidos en matar a mi fotógrafo. Estábamos allí porque no era una guerra esperada; acababa de haber un incidente en el que había muerto un soldado norteamericano, la cosa estaba tensa, siempre hay rifirrafes entre las bases y los panameños. ¡Coño! De repente una noche estamos durmiendo, él en su habitación y yo en la mía, y yo me dejaba la televisión abierta, cuando me despiertan los tiros y los gritos, y era en el pasillo del hotel, el Marriot, en el que hay sobre todo huéspedes norteamericanos, y es que habían venido los norieguistas a coger rehenes porque, y entonces miro por la ventana y veo en el centro de Panamá, en el barrio del Chorrillo había bombardeo, y entonces nada, nos largamos del hotel, nos fuimos por ahí, a trabajar, y un día después aparecimos por el hotel de nuevo para recoger las cosas, porque el fotógrafo necesitaba película, y el hotel había sido tomado ya por los norteamericanos. Había más fotógrafos allí, y pregunto ¿va a pasar algo? Sí, nos han llamado de que algo va a pasar aquí. Bueno, nos quedamos. Y entonces llegaron más norteamericanos que creían que allí había panameños, y los que había en el hotel creían que los suyos que venían eran panameños. ¿Por qué? Porque Estados Unidos les había vendido los uniformes y las armas, y todos iban iguales, iban idénticos, norteamericanos y panameños. Entonces llegaban estos disparando, los de dentro disparan, y no es allí donde le dan a Juancho, porque eso hubiera sido un fuego cruzado y eso en una guerra te puede ocurrir, fuego amigo pero cruzado, no, el tío que sé había equivocado, cuando vio que había periodistas y fotógrafos que habían recogido esa cagada, giró la tanqueta y empezó a dispararnos, y ahí es cuando cae Juancho, por el sargentillo. No es que hubiera una conspiración para matar a los periodistas. Bueno, les tocaban las narices porque los de la CNN iban con ellos, aquí en la chepa, y nosotros íbamos por libre, y además había muy pocos porque ya Noriega, previamente, los había expulsado. Y eso fue lo que pasó. Y el señor Bush montó esta guerra y se fue a pescar. Como el hijo.
JOSÉ LUIS MUÑOZ
MARUJA TORRES
Es Maruja Torres uno de los mitos vivientes del periodismo, quizá una de las voces más personales. Mujer que se ha hecho a sí misma, su vida ha sido una lucha continua hasta alcanzar las más altas cimas del periodismo y la popularidad. En Garbo, escribiendo crónicas sociales, en Fotógramas, con cuya directora Elisenda Nadal le une una larga y sincera amistad, y desde hace doce años desde las páginas de El País, la pluma de Maruja se ha mostrado tan lúcida e incisiva hablando de la última gala de la Pantoja como de la necesaria solidaridad hacia los inmigrantes. Bajo esa patina festiva y mediterranea de aparente frivolidad se esconde una persona valiente y comprometida con su tiempo, una auténtica "Mujer en guerra", utilizando el título de su recopilación de artículos publicada por El País Aguilar. Hace muchos años, una escritora que ganara el Planeta, Carmen Kurtz, le dio una oportunidad al publicarle una carta en un diario. De mujeres escritoras que se pasan el testigo va su última novela, "Mientras vivimos", merecedora del último premio Planeta. Maruja y su perro Tonino, un perro salchicha juguetón, nos reciben en su agradable casa del Ensanche barcelonés para que hablemos de literarura y periodismo, de la mujer, del cine y de su aversión por los Bush, y a cada pregunta contesta con la vehemencia y la contundencia que la caracterizan. PLAYBOY - En 1998 ganó el premio Carmen Posadas con "Pequeñas infamias", en 1999 Espido Freire, con "Melocotones helados", y ahora tú. ¿El Planeta se ha hecho femenino o este auge de escritoras puede ser porque las mujeres son más leídas que los hombres?
MARUJA TORRES. Pues te advierto que esa misma pregunta se la habían hecho a Carmen Kurtz en el 56 porque en el 55 lo había ganado Ana María Matute. Precisamente ahora yo creo que hay una vena de editores muy osados y muy avispados que saben que las mujeres leen más. Es por la contención, porque se sale, y supongo porque hay más ilusión en el mundo femenino que en el masculino, que ha llevado el peso de las cosas durante mucho tiempo, ¿no? En mi caso quiero suponer que, aunque siendo un libro de mujeres, aunque no sólo para mujeres, los miembros del jurado me han otorgado el premio por meritos, independientemente de lo que estamos comentando.
P- ¿Hay alguna diferencia entre la literatura que escriben las mujeres y la que hacen los hombres?
M.T. - Todo el mundo escribe cosas diferentes. Las diferencias que nos marcan son lugar de nacimiento, medio social, continente al que pertenecemos, raza no, yo diría etnia, religión, sexo, por supuesto; esas son las diferencias, no debían ser otras, pero claro, en este libro mismo, la protagonista, una de las tres, Regina, es una tía que está claramente dedicada a escribir libros de mujeres para que se los compren las mujeres sobre el tema eterno que es que los hombres no nos quieren, ¿no? Pero yo tengo la esperanza de hacer otras cosas, como ya he hecho, libros de viajes, libros de humor, y en mi próxima novela quiero que haya un tío, porque yo ya estoy desesperada, necesito un hombre, aunque sea literariamente hablando.
P- ¿Qué supone, para ti, ganar el Planeta, el premio literario más importante del país?
M.T. - Pues mira, como dije el otro día, pues que me parece que me tenía que haber ocurrido antes. Lo dije, ¿dónde fue?, en Vigo. Me dijeron: "¿El Planeta le ha cambiado la vida?". No, pero me ha cambiado la dieta. Ja, ja, ja. Ha mejorado notablemente mi forma de vida, me ha dado económicamente una tranquilidad, y luego, como ha ido bien, pues yo pienso que después del Planeta, como hay vida, pues a lo mejor 50.000 o 100.000 lectores de esos trescientos y pico mil del Planeta se me quedan fijos como lectores fieles.
P - La primera edición ha sido de 300.000 ejemplares.
M.T. - Son 310.000, pero ahora ya ha salido la séptima, porque la primera es como tres o cuatro ediciones, y luego la siguiente ya es como la quinta, y vamos por la séptima con 320.000. Y ahora pues mira, sale en catalán también, que no sé si han tirado 15.000 ejemplares. Cuando haces las dedicaciones te das inmediatamente cuenta de cómo aparece el factor Planeta; te dicen: póngame aquí para mamá, para Fifí, para Fufú, y no sé quien más, porque es el Planeta. Es una ventaja del premio que te permite ampliar el número de lectores. Yo estaba antes en los 100.000 ejemplares.
P- Tu eres un personaje mediático muy conocido. Tus crónicas, ácidas y cargadas de humor, han diseccionado este país, sus gentes y sus costumbres a lo largo de décadas desde diversos medios de comunicación.
M.T.- Sí, pero sin hacer programas de televisión y todo eso. Hay varias clases de personajes mediáticos.
P- ¿Notas grandes diferencias entre lo que es periodismo y literatura?
M.T.- Total. Lo que pasa es que yo no creo, como Hemingway, que haya que dejar el periodismo para dedicarse a la literatura. Yo creo que Hemingway dejó el periodismo porque lo que quería era ir a los toros y de caza a Africa, pero yo creo que ambas cosas se pueden compaginar perfectamente, son como dos cabezas en un mismo cuerpo, es dos tiempos en una misma circunstancia. Yo he estado en este mismo piso durante el mes de agosto escribiendo crónica diaria para el verano de El País y luego he podido tener cinco horas para mí, para el proceso literario más intimo. Lo que importa es el silencio y la soledad y que realmente lo que tengas que escribir te venga de dentro, que es en lo que se diferencia realmente del periodismo, que siempre te viene de fuera, ¿no?
P- ¿De todas maneras, tú crees que se puede hacer literatura dentro del periodismo como por ejemplo las crónicas que escribes en El País Semanal?
M.T.- Lo del Semanal es casi literatura por la sencilla razón de que se entrega quince días antes. Entonces lo que yo no puedo hacer es, "¡Me cago en la leche, que ridículo Aznar ayer con Sánchez Dragó!". Tengo que inventar algo, la supervivencia de cada semana, de tener que sacar cosas distintas. Entonces esto, si está bien escrito, puede ser literatura. Pero yo creo que el periodismo es un género literario, cuyo proceso es contrario al de la ficción, que como tú bien sabes, que también eres escritor, tú no puedes decir lo que pasó, al contrario, escribes un libro para que se sepa poco a poco lo que pasó.
P- ¿Qué te impulsó desde el periodismo a dar el salto hacia la literatura, hacia la novela?
M.T.- Yo cuando tenía catorce años o quince, salía con Terenci y nos dedicábamos largas cartas y hablábamos del futuro, y a mí me gustaba mucho escribir, escribía diarios y hacía cuentecillos. Yo lo que quería era ganar el Planeta en aquella época.
P- ¿Te viene de lejos lo del premio?
M.T. ¡No!. En aquella época la gente se daba a conocer a través de los premios, que servían para descubrir autores noveles, no como ahora. Lo que pasa es que se me cruzó el periodismo por el camino y me gustó mucho porque era esa parte de mi vida más aventurera, claro, de cuando tienes veinte años y lo que quieres son experiencias, salir, ver mundo, conocer cosas, y a mí el periodismo me acompañó y la verdad es que durante mucho tiempo yo siempre tenía el run-run de que tenía que escribir una novela, lo que todo el mundo llama, la no-ve-la. Maruja tendría que hacer ya la no-ve-la, y todo eso, y al final Juan Cruz me obligó prácticamente, y la verdad es que me ha venido muy bien porque ahora ya lo del reporterismo, que he vivido y me gustaba, no lo puedo hacer porque tengo una rótula menos. Esta cicatriz, aquí, que no me deja correr (se toca la rodilla), y que si camino mucho me canso, lo cual para el periodismo es fatal, porque ni siquiera para hacer periodismo en la ciudad. puedes, de repente te encuentras con un obstáculo que tienes que saltar y qué haces. Y entonces me ha ido muy bien porque ya me he organizado la vida, yo antes era incapaz de salir de una redacción, y ahora sí, me conecto por Internet, me he ido a vivir a Barcelona, y más o menos me lo tengo todo bien montado. Y yo creo que es una buena cosa porque lo del reporterismo antes te daba el viaje hacia afuera, y la literatura es el viaje hacia adentro.
P- ¿Cuál es tu sistema de trabajo cuando escribes una novela? ¿Haces como Regina, que recurre a artefactos protectores: un sólido esquema, gráficos, genealogías de los personajes; fichas y más fichas con las que se protege de la angustia de escribir.
M.T - No, ¡qué va! Yo soy al contrario de esa pobre mujer que, por cierto, detesto. Lo que es básico es el silencio absoluto y la soledad, lo cual sólo se consigue de noche, o bien escribo después de ver una película en la tele, pero generalmente soy más bien mujer de amaneceres: me levanto a las cinco, y de cinco a diez escribo, más no da, ¿eh? . Las tres primeras horas escribes con alguna idea; el resto te lo pasas repasando y todo eso. Lo que sí hago es tomar notas desde el principio. Llevo haciéndolo desde que empezó la promoción de este libro, se me empezaron a ocurrir cosas y las apunto.
P-¿Eso quiere decir que ya estás preparando la próxima novela?
M.T- Yo me doy un plazo a mi misma: el 13 de junio, creo que es el 13 o el 14, acaba la Feria del Libro de Madrid, y ahí se ha acabado para mí el Planeta; luego me voy a Oriente Medio, que tengo que hacer un viaje personal, y a la vuelta me pongo a intentar escribir. Afortunadamente, con el desahogo que me da el premio, me tomaré el tiempo que sea necesario.
P- ¿Tendrá algún tipo de relación tu nueva novela con "Mientras vivimos"
M.T. - No, nada. Es algo que te lo preguntan siempre, pero no, no, no, es otro rollo, es otra historia. Ahora, hace un ratito, estaba yo leyendo la entrevista que le hacían a Le Carré y me pareció bien lo que decía él, que no tiene un esquema cuando escribe. De partida sales con un par de personajes, alguna situación y sabes adónde vas.
P- ¿Y a medida que escribes la historia va tomando consistencia?.
M.T- Te vas a sorprender a ti mismo, que es mucho mejor. Luego, en las correcciones, ya tienes tiempo de construir y de saborear, pero al principio lo que vas es a oscuras, buscando. Yo por lo menos me aburriría mucho si tuviera alguien aquí - se señala la cabeza - que me dictara el capítulo entero y ya supiera lo que va a suceder en el siguiente.
P- La novela cobra vida a medida que se va escribiendo.
M.T- Claro, cuántas veces no te ha ocurrido eso en la vida real. Has tenido un problema irresoluble, no sabes qué hacer con esos dos o tres personajes, y te vas a dormir, y a la mañana siguiente sale porque te has ido a dormir con eso en la cabeza. Pero todo esto es como entrar en un trastero y encontrarte un montón de cosas inútiles, pero vas buscando y buscando, desechando, hasta que refulge lo que de verdad vale.
P- ¿Qué novelistas o qué libros te han influido de una manera más profunda?
M.T- Me imagino que todo lo que he leído. A mí me influye más en la construcción literaria el cine. O sea, la cosa esa hitchcoocktiana de que haya algo de suspense emocional, ni crímenes ni nada, pero que se resuelva hacia el final
P- "Mientras vivimos" es literatura sobre literatura.
M.T. Es de lo que me di cuenta después, que estaba haciendo literatura sobre literatura. En principio era una historia sobre la envidia, y sobre los falsos ídolos, y se me fue convirtiendo en una historia de discípulas y maestras, en donde hay un personaje, sobre todo, que es la muerta, que es la que se parece más a mí, que reflexiona sobre la literatura. Allí es, en esa parte del libro, en donde yo me reconozco.
P- Un personaje que has tomado de Carmen Kurtz, ¿no?
M.T-No lo he tomado; hay una vaga inspiración, pero no tiene nada que ver con ella. Ella era una mujer que a esa edad, de los cincuenta y tal, estaba bien situada, y que luego tenía todavía respeto y familia, y todavía siguió viviendo durante bastante tiempo, era amiga de Ana María Moix y mía. En su elegancia moral, que desde luego no es la mía, era un personaje muy de posguerra; Carmen era una mujer muy cosmopolita.
P- Las mujeres protagonistas de "Mientras vivimos", que representan tres generaciones distintas, Teresa, Regina y Judit, se van pasando el testigo.
M.T- Como en un juego de espejos y normas, y sí, se pasan el testigo, porque sobre lo que yo reflexioné un poco en este libro es sobre qué dejas cuando te vayas de esta vida, y dejas lectores, que es un poco lo que le dice Teresa a Regina. Pase lo que te pase tienes el don de convertirlo en felicidad para los demás, es decir, en literatura. Yo estoy volviendo a la literatura, como lectora, y además locamente, con la pasión de la adolescencia y creo que voy a leer lo que tenga que leer de actual, pero he vuelto a pillar a Conrad y es que no tiene color. Yo misma me tendría que suicidar, ¿no? .
P- Judit ansia, en todo momento, parecerse a Regina, la escritora exitosa a la que venera, y a su vez Regina recibió el testigo de Teresa, una mujer que sólo consiguió publicar relatos infantiles.
M.T- Regina pasa por una crisis salvaje, y no se quiere enfrentar con lo suyo. Lo que pasa es que yo creo que nadie es lo que parece, entonces Judit, que parece tan segura y parece que sabe lo que quiere, en el fondo no es más que una pobre chica que está empezando. Y la otra, que parece tan segura y que lo tiene todo, pues, como no haga algo, vaya vida, vaya mierda de vida ¿no?
P- ¿Judith tiene algo de ti?
M.T.- No, tiene el impulso de salir del barrio, como yo lo tenía al principio de los sesenta, pero yo lo único que quería era salir, y no aburrirme, y tener una vida un poco mejor, y no ser como las mujeres de mi familia. Pero yo, por mí, yo hubiera sido script de cine, o hubiera sido cualquier cosa que no fuera aquella neura de oficinas y todo eso, hubiera sido cualquier cosa que tuviera un horario abierto y más divertido. Ella es una tía crecida en los noventa, entonces lo que quiere es el éxito.
P- Curiosamente Judit llega en el momento en que Regina atraviesa un momento vital crucial: tiene cincuenta años, con lo que ya ha perdido parte de su poder de seducción, y está en crisis literaria. Judit aporta la nueva savia que parece estar necesitando.
M.T- Bueno yo lo que hago es lo que hacen buena parte de los escritores, vampirizar. Ella se está repitiendo, y no porque no sepa qué decir de los jóvenes, que no sabe, porque vive aislada en su mundo, sino porque además el palo que toca es un palo que está muy sudado, es ese que satíricamente dice que si "Flaubert hubiera tenido la regla, Madane Bovary no hubiera sido escrita", lo cual es mentira, porque Jane Austen tuvo la regla y mira, y las hermanes Bronte, fíjate tú. Yo en este libro tiro con bala un poco contra el pensamiento políticamente correcto feminista que es tan pesado.
P - Qué quieres decir cuando escribes"El escritor sólo puede servirse de lo periférico después de que lo ha convertido en sustancia incorporada a su propia experiencia".
MT- Claro. ¿Cómo te lo diría yo? Y tú lo sabes, porque escribes. Yo no creo para nada en esa gente que tiene muy buena oreja para los diálogos, para ver cómo habla la gente: eso de "¡Oh, qué historia tan divertida acabo de oír!", y meterla entera, que hay gente que lo hace así, y a mí me parece absurdo. Otra cosa es lo que eso te remueve a ti, y tú sabes que miramos los que escribimos, miramos y no vemos exactamente lo que es, vemos lo que podría ser, lo que haríamos con eso, y a lo mejor ni siquiera nos estamos dando cuenta de que lo estamos haciendo, te queda por ahí y, ante tu sorpresa, te sale y te preguntas, ¿de dónde sale esto?. Pues sale de aquella vez que estabas tú paseando como un imbecil creyéndote que no te dabas cuenta de nada. Entonces yo encuentro que toda novela es autobiográfica en ese sentido, porque toda es un latido tuyo, tú eres el filtro, tú eres el médium y el filtro. Lo que no puedes ser es el papagayo, ni el gramófono, ni la grabadora.
P- En un momento determinado de la novela, Regina dice "¿No eran modelos jóvenes lo que necesitaba para su novela? ¿No reunía Alex todos los requisitos generacionales que, en su opinión, caracterizaban a los chicos de hoy? ¿No potenciaría su presencia en la casa el comportamiento de Judit, y al revés?" Hay en la novela un enfrentamiento generacional.
MT- Pero yo creo que el auténtico enfrentamiento generacional se da entre Regina y Teresa, que es lo típico, es típico de padres e hijos.
P- Hay en "Mientras vivimos" una especie de reinvención de la maternidad que no es física. Judit, que tiene una madre que trabaja en el restaurante del aeropuerto, elige una nueva madre en la persona de su adorada Regina.
MT-Sí, eligen hijas, y no hijos, para sucederse, para pasar el testigo, que decías tú antes, y de hecho eso ha sucedido, eligiendo o no. Pasa con las mujeres, y con los hombres. Esta emancipación de ahora no existiría sin las sufragistas, sin las escritoras como Doris Lessing o antes Virginia Woolf. Teresa, decididamente, necesita una hija que esté mejor preparada que ella lo estuvo para el mundo que le tocó, y yo creo que Regina lo único que quiere es que la otra no vaya a ciegas, y al final le dice, "Oye, mira, esto es lo que hay", y de hecho pues esta chica, Judith, sería objeto de otra novela, no en mi mente sino en la del lector
P- ¿Podemos decir que "Mientras vivimos" es una novela feminista? Al menos no hay apenas personajes masculinos, y los que circulan por la obra son casi sombras desvanecidas por la fuerte personalidad de los personajes femeninos.
M.T. - Voluntariamente diluidos, porque yo conozco mucho este mundo de mujeres sin hombre. Las hay, existen, mujeres en donde el hombre es circunstancial, y entonces éste es el caso. Por eso, en la próxima novela, todo girará en torno a un hombre, porque también ocurre de mujeres que giran en torno a un hombre. Hay muchos hombres para los cuales las mujeres son sólo circunstanciales.
P-Lo que ocurre es que no estamos acostumbrados a que en una novela los hombres tengan tan poco peso.
M.T- Claro, menos Alex, que todavía está por hacer y aún no se sabe que es lo que va a ser, pero uno es un cabrón y otro es un débil, ¿no? El único que está bien, pero de lejos, es el médico que atiende a Teresa, hacia el final. Pero eso es voluntario, porque yo conozco muchas mujeres solas, incluida yo. Depende del momento de la vida en que te pille, ¿no? A Teresa le ha pillado que está de vuelta de todo, y además con cáncer, así es que fíjate tú; pero a Regina la pilla en un momento que tiene que decidir qué es ella como ser humano, y desde luego las mujeres y los hombres somos nosotros mismos sin el complemento, la soledad cósmica la tenemos nosotros y nuestros conflictos, que yo creo que son mucho más interesantes que él me quiere o no me quiere, tengo pareja o no tengo pareja, ¿no? Mi hermana es maravillosa y lleva cincuenta años casada y está tan enamorada como el primer día, pero yo jamás escribiría una novela sobre mi hermana y su marido, son felices pero carecen de interés, ¿entiendes? Espero que no lea el Playboy. Ja, ja, ja. Lo que es una prueba más de lo que estoy diciendo.
P- Hay una frase en el libro que me ha gustado mucho: "Las más elevadas metas que puede alcanzar una mujer son aquellas que se conquistan partiendo de la nada. La nada era el lugar dónde yo vivía"
M.T- Sí, la que tiene razón es Judit: la nada era el lugar dónde yo vivía. Regina miente descaradamente porque ésto forma parte de su repertorio feminista. Nadie viene de la nada, porque a todos nos ha ayudado alguien, mucha gente además, y en el caso de Regina concretamente le ha ayudado Teresa, pero Judit considera la nada ese barrio en el que vive.
P- ¿Es frecuente el cainismo en la comunidad literaria? "He conocido a gente fría, calculadora y rastrera, he visto a auténticas sabandijas arrastrándose por las editoriales y los periódicos con un puñal entre los dientes, listas para clavártelo en la espalda al menor descuido. Me he cruzado con individuos que se relamían como sanguijuelas ante la perspectiva de saltarme a la carótida".
M.T. Fíjate que al escribir esto yo no estaba pensando en el mundo editorial, pero me convenía ponerlo y me imagino que sí, que hay cainismo. Yo tengo la suerte de que no pertenezco al mundo literario; a mí cuando me hablan de camarillas y todas esas cosas yo les digo: Perdone, yo soy periodista; de la misma forma cuando me dicen guerra mediática, Uy, yo estoy en la literatura ahora. Las relaciones que tengo con escritores las tengo porque les conocía antes de que fueran escritores. Yo trabajé con Cristina Fernández Cubas en Garbo, poníamos pies de foto a los ricos y a los famosos, a Ana María Moix y a Terenci los conozco desde que eran dos críos y entonces no tenían ninguna popularidad ni sabían que iban a dedicarse a la literatura, y la gente que conozco en Madrid, como Javier Marias y gente así, pues de coincidir una noche, pero no vivo en el mundillo. Por eso a mí me la trae floja lo que dice todo el mundo de que sólo he ganado el Planeta y no el Goncourt.
P- ¿Habrás generado envidias, fobias?
MT- No lo sé. Algo. Escuchas comentarios del tipo estos premios están arreglados, y yo digo, Sí, todos, todos, anda que no sabe una, y además, si hay envidia, que se fastidien. Pero yo no tengo envidia, porque es un premio al que se pueden presentar anualmente, no voy a ganar el Planeta siempre, sólo lo he ganado una vez, tampoco hay para tanto, ¿no?
P - Maruja Torres es autodidacta, la típica mujer que se ha hecho a sí misma.
M.T- Hay una parte muy buena en eso. Tienes tanta inseguridad que te obligas a saber muchísimas más cosas de las que habitualmente sabrías, no tienes ese relajamiento de los cauces. Si te metes en la universidad vas a ir por ahí, por muchos problemas que tengas, y punto. El autodidactismo es un frenesí permanente, siempre estás leyendo de todo y cosas eclécticas: esa es la parte buena. La parte mala es que no perteneces a ninguna promoción y tienes siempre un sentimiento de inseguridad.
P - ¿Qué fue lo primero que publicó?
M.T- Lo primero que salió impreso con mi nombre no fue un artículo sino una carta que mandé a Carmen Kurtz, al diario La Prensa, que era del Movimiento, que estaba allí en Consell de Cent Villarroel. Carmen Kurtz tenía un consultorio muy interesante en la última página, de tipo sociológico, no sentimental, y se hablaba de todo menos de lo que no se podía hablar: no se hablaba de política, pero sí se hablaba de la sociedad, y yo escribí una carta porque en ese momento había una polémica sobre chicos y chicas, gustó y luego la publicó entera Carmen, y al final ponía una posdata: "Por favor, póngase en contacto con este periódico". Y me puse en contacto y me dijo: "Mira, es que está muy bien escrita, nos has interesado mucho, por qué no te vienes a casa". Y fui a su casa y luego me presentó al director y me encargó un serial de seis capítulos para publicar en la última página, como si la última página fuera así, la más frívola, y la verdad es que lo más desternillante eran los discursos del Movimiento. Sobre este tema, sobre cómo son las relaciones entre chicos y chicas, escribí seis artículos de opinión largos, eso fue lo primero, y luego ya me dieron una columnita en la página femenina a cambio de hacer de segunda de la titular de la página femenina, es decir, de trabajar yo; también hacía de secretaria al director y por las tardes le hacía de secretaria gerente, vamos, le arreglaba cosas, pero me ganaba bastante más dinero que en la oficina, digamos que casi el doble, si en la oficina ganaba ocho mil, allí ganaba dieciséis.
P- Y encima te divertías.
M.T- Y me divertía, y hacía horarios de hombre, que decía yo entonces, Mama, hoy llegaré tarde. Pero, mujer... Los hombres también llegan tarde, decía yo. Y luego tenía los domingos por la tarde; como yo era una excelente taquimeca, tomaba las crónicas de fútbol de segunda y tercera división por teléfono y taquigrafía, lo cual me permitía llegar a las seis de la tarde, me dejaba el novio en la puerta, y ya hasta las tantas, y luego me iba a tomar copas con los colegas de deportes, y después ya me pasé a la prensa del corazón, Garbo, que sí, la verdad es que allí aprendí mucho, aprendí a editar, aprendí lo que sé ahora de las dinastías, de los Kennedy, y todo esto, y allí me pilló Elisenda para el Fotogramas.
P- En donde estuviste muchos años y dejastes unas crónicas maravillosas.
MT- Y de muchas maneras. Primero colaboraba estando en Garbo, después estuve sólo en Fotogramas, después estuve por ahí suelta como cabra loca de free lance y volví a Fotogramas. Fotogramas y yo nunca hemos perdido contacto, salvo últimamente, pero vamos, sigo teniendo contacto con Elisenda que es una gran amiga.
P- Esto entronca con el cine, que ha sido una de tus grandes pasiones.
MT- Ha sido y es. Lo que pasa es que es como ahora con los toros, ¿no?, que ¡Cómo cuesta para ver una buena faena! Entonces yo casi prefiero ir cuando la película ya la han visto todos mis amigos, después de escuchar todos los comentarios, pues voy y entonces ya la han quitado
P-¿Ibas a los cines de arte y ensayo?
MT- Bueno, es que yo pillé la época buena, en que había tanta hambre que te daban "Repulsión" en el Publi, y hacían el ciclo de Antonioni en la Filmoteca y no faltabas, y hasta Godard, que yo lo detestaba y no me atrevía a decirlo, un peñazo ¿no? Pero en realidad a mí lo que me sirvió fue ir al cine desde los tres años, en brazos de mi madre, buen cine norteamericano negro, y las comedias, y las españoladas, "El pequeño ruiseñor" y "El pescador de coplas", las películas de Marisol, todo lo he visto, todo, todo. Realmente España era Cine de Barrio de José Manuel Parada.
P-¿Y en aquellos tiempos había alguien que te seducía desde la pantalla?
MT- Yo me enamoraba mucho. La verdad es que igual me gustaba Clark Gable que Montgomery Clift, igual me gustaba el hombretón que el chico debilucho. En aquella época me gustaban mucho las películas de capa y espada, "Robin Hood", "Robín de los bosques".
P-¿Ha habido alguna película que hayas visto muchas veces?
MT- Si, hay un par de películas que las veo un par de veces al año, lo mínimo. Una es "Eva al desnudo", otra es "El tercer hombre", quizá sea mi película favorita, otra es "El apartamento". De Billy Wilder la verdad es que veo cualquier cosa, me gusta mucho. Me gusta "Espartaco", por eso me gusta "Gladiator". Yo ahora lo veo todo en DVD, es que el DVD ha cambiado mi vida, y además te lo dan en grande y hay extras, en el DVD puedes elegir, la puedes ver doblada o en versión original con subtítulos en inglés, original con subtítulos en castellano.
P-¿Y en cuanto el cine español?
MT- "El bola" me gusto mucho, me parece una estupenda película.
P- ¿Qué opina del actual momento del cine español con Antonio Banderas establecido en Hollywood, Penélope Cruz siguiendo los mismos pasos y Javier Bardem tocando el oscar?
MT- Hombre, yo me alegro si les va bien. Está bien, ¿no? No creo que esto beneficie al cine español en general, pero ¿por qué tendría que beneficiarlo?
P-Beneficio de ellos y ya está.
MT-Y mira en Francia Sergi López, incluso Carmen Maura y Victoria Abril. Si caen las fronteras para otras cosas, es lógico que caigan para esta gente. Lo que ocurre es que cabe el peligro de que hagan de mejicanos toda la vida. Eso fue lo que Sara Montiel esquivó hábilmente.
P - "Cuando la naturaleza cierra la puerta de la regeneración de los tejidos, la cosmética abre la ventana de la hidratación artificial: larga vida a la cosmética, canturreó Regina." ¿Qué opina de esa obsesión por el físico que planea sobre los humanos?
MT- Sí, sí, yo estoy convencida, pero cuando lo escribí estaba mucho menos convencida de lo que lo estoy ahora. Ahora, después del Planeta, como la promoción fue de las ocho de la mañana a las diez de la noche, con muchas televisiones, pues tenía que poner la cara, y claro, yo voy a cumplir cincuenta y ocho años el mes que viene, la carita que tengo cuando me levanto, fíjate tú: parches, mascarillas, de todo. Suerte de la cosmética. Buena parte del premio se ha ido en eso. En eso y en un fondo de armario.
P- Esa obsesión por lo joven lo invade todo: el cine, la política, la literatura. Parece que si no eres joven ya no existes. El agente literario le dice a Regina "Tienes un cartel sensacional y suficiente inteligencia para seguir sacándole partido unos cuantos años más. Creí que ibas a probar lo de escribir sobre jóvenes" Ahora se hacen operaciones de cirugía plástica hasta las niñas de 14 años.
MT-Sí, esto es el síndrome de la mujer niña No sé, hay gente que es adicta, ¿no? a estas cosas. Una de las cosas que me ha gustado más de la vida ha sido aceptarme y sacar partido de lo que soy. Yo creo que hay que operarse sólo si tienes un defecto que verdaderamente te deprime mucho. Hombre, yo cada vez que veo a Kim Bassinger me suicidaría: ¡Con 46 años y hay que ver cómo está la señora! Pero no puedo ir con una foto de Kim Bassinger al quirófano y decir que me pongan así. Me parece que hay que cuidarse, que hay que ir limpio, bien vestido, en la medida de lo posible, y todo eso, pero la vida es demasiado corta como para perderla en esas tonterías.
P- La novela acaba con una frase esperanzadora. "Son cincuenta años. Y hoy es el principio de su vida". ¿La vida empieza a los cincuenta años?
MT- Yo a los veinte años era una desgraciada, a los veinte años no sabías que querías, vivía angustiada.
P-Estás mejor ahora que cuando eras joven
MT-Clarisimamente la segunda mitad de mi vida es mejor que la primera y no sé si se me va hacer mucho más corta. La ilusión que me hace entrar en una boutique y comprarme ropa, para mí, para llevarla, era imposible cuando tenía veinte años, que no tenía ni un duro y no podía comprarme nada, para empezar, y luego además estaba con la comedura de coco de la angustia vital, que se llamaba entonces, el existencialismo. De dónde vengo, adónde voy, y luego el coñazo de qué haremos con Franco.
P-¿Crees que las nuevas generaciones tienen angustia vital?
MT-Yo creo que sí, hay gente joven que está muy sola, lo que pasa es que no lo sabemos, no hablamos, no hay comunicación, pero no hay nada más triste que la adolescencia, yo creo, la desorientación y el no saber a quién dirigirte. Eso lo recuerdo muy bien. Yo no era nada que tuviera que ver con la época, tenía que ver con mi interior, lo que pasa es que ahora se les atonta con muchas cosas, con mucho consumo, y luego el día que se vaya la luz tres días no sabemos que hacer. Pero luego, por otra parte, hay gente muy solidaria, hay jóvenes que hacen muchas cosas. Yo he estado dando charlas en institutos y en colegios y el nivel de preguntas es muy interesante,
P- Maruja Torres es una mujer con sensibilidad social, comprometida. No hace mucho se la ha visto solidarizándose con los inmigrantes encerrados en las iglesias.
MT-Hombre, fui mas que nada, no para salir en la foto, pero si para que se hablara de ello, como ha ocurrido. Solidarizarte, que sepan que hay alguien fuera. ¿Cómo se arregla esto? Tiene muy mal arreglo, porque están haciendo una ley de extranjería que no sólo es despiadada, es además poco inteligente. Eso de mandar ahora a los ecuatorianos para que les den papeles, aparte de que es una tontería porque se los podían dar aquí, son ganas de gastar, pero esa es una gota de agua en la inmensidad del océano. Tendría que haber una ley consensuada, no sólo por España, sino por todos los países afectados, e ir en serio contra las mafias, porque el de personas se está convirtiendo en el tercer tráfico importante, después de las drogas.
P- ¿Qué te pareció el culebrón de las elecciones norteamericanas?
MT- George Busch es el hijo de un cabrito cobarde que tuvo que invadir Panamá para demostrar que era un macho
P- Durante la invasión norteamericana de Panamá tú estaba allí como corresponsal de El País y perdiste al fotógrafo que te acompañaba por los disparos de una patrulla norteamericana. ¿Cómo te marcó este suceso?
MT- ¡Tengo yo un cariño a los Bush! Mataron al fotógrafo, hirieron a dos periodistas y a mí casi me matan. Estos hijos de puta siempre hacen la cagada y luego la quieren recoger. Tenían a Noriega, que era suyo, Noriega se les rebela porque estaba como un cencerro, y entonces deciden bombardear Panamá para coger a Noriega, que es una estupidez: coge a Noriega, pero no bombardees Panamá. Bombardearon Panamá, murieron tres mil personas, Noriega se tuvo que entregar al final, pero no lo cogieron, estaba a mil metros de donde mataron a mi fotógrafo, estaban entretenidos en matar a mi fotógrafo. Estábamos allí porque no era una guerra esperada; acababa de haber un incidente en el que había muerto un soldado norteamericano, la cosa estaba tensa, siempre hay rifirrafes entre las bases y los panameños. ¡Coño! De repente una noche estamos durmiendo, él en su habitación y yo en la mía, y yo me dejaba la televisión abierta, cuando me despiertan los tiros y los gritos, y era en el pasillo del hotel, el Marriot, en el que hay sobre todo huéspedes norteamericanos, y es que habían venido los norieguistas a coger rehenes porque, y entonces miro por la ventana y veo en el centro de Panamá, en el barrio del Chorrillo había bombardeo, y entonces nada, nos largamos del hotel, nos fuimos por ahí, a trabajar, y un día después aparecimos por el hotel de nuevo para recoger las cosas, porque el fotógrafo necesitaba película, y el hotel había sido tomado ya por los norteamericanos. Había más fotógrafos allí, y pregunto ¿va a pasar algo? Sí, nos han llamado de que algo va a pasar aquí. Bueno, nos quedamos. Y entonces llegaron más norteamericanos que creían que allí había panameños, y los que había en el hotel creían que los suyos que venían eran panameños. ¿Por qué? Porque Estados Unidos les había vendido los uniformes y las armas, y todos iban iguales, iban idénticos, norteamericanos y panameños. Entonces llegaban estos disparando, los de dentro disparan, y no es allí donde le dan a Juancho, porque eso hubiera sido un fuego cruzado y eso en una guerra te puede ocurrir, fuego amigo pero cruzado, no, el tío que sé había equivocado, cuando vio que había periodistas y fotógrafos que habían recogido esa cagada, giró la tanqueta y empezó a dispararnos, y ahí es cuando cae Juancho, por el sargentillo. No es que hubiera una conspiración para matar a los periodistas. Bueno, les tocaban las narices porque los de la CNN iban con ellos, aquí en la chepa, y nosotros íbamos por libre, y además había muy pocos porque ya Noriega, previamente, los había expulsado. Y eso fue lo que pasó. Y el señor Bush montó esta guerra y se fue a pescar. Como el hijo.
JOSÉ LUIS MUÑOZ
Comentarios
Sr. Muñoz:
Agradezco la generosa entrevista con la talentosa periodista Maruja Torres, que es un deleite en su libro del que hace reseña, que por cierto es buenisímo y lo es más en la charla entrevista que le concedió para Play Boy.
Aprovecho para suplicar que le sugiera, porque se deja ver confianza suficiente para hacerlo, que cuando se refiera a los mexicanos no lo haga con la intensionalidad en el que mencionó a Sara Montiel... Mucha gente en México le tiene un cariño especial a la gente de España, en especial los lectores de la propia señora Torres.
Por otro lado es lamentable lo que le ocurrió en Panamá, es una experiencia dolorosa, que bien vale la pena sea contada a detalle para demostrar que toda guerra es estúpida.
Nuevamente le reconozco el valor que ha demostrado al escribir una carta como la que dirigió al Presidente de su país y porque a través de la palabra se mantiene en una abierta indignación a la masacre en Gaza.
Un fuerte abrazo desde México, que Dios lo bendiga.