LA PELÍCULA

DESGRACIA
Steve JacobsCursiva

Las complejidad de las novelas del nobel sudafricano Coetze no parecen, a priori, un material fácilmente trasladable al celuloide─ como tampoco lo son las de Jelineck, pero ahí está La pianista de Michael Haneke─, pero un director tan discreto como Steve JacobsLa española ─ consigue el milagro de convertir en buenas imágenes el texto árido y cortante de esta novela, Desgracia, que habla de un profesor de literatura desarraigado y vorazmente sexual, David Lurie (un extraordinario John Malkowich, algo que no sorprende), que debe dejar la universidad por corromper a una alumna, y acaba viviendo con su solitaria hija lesbiana Lucy en una apartada granja en donde sufrirá, en carne propia, la violencia extrema que es la norma de un país desgarrado.
La mayor virtud de esta película, a ratos desconcertante ─ Lucy no guarda más rencor a sus atacantes adolescentes que la violan, por ejemplo, que a su propio padre, al que mete en el mismo saco de los machos violentos y depredadores ─, estriba en su fidelidad escrupulosa al texto literario y en el acierto del tono. Hay dos partes en la película, perfectamente separadas, como si se tratara de dos films, pero que se complementan. En la primera, urbana, lluviosa y gris, que se diferencia bruscamente de la segunda hasta en textura fotográfica, asistimos a la permanente insatisfacción sexual y emocional del complejo e inestable profesor universitario de literatura David Lurie ─ la película se abre con una escena de sexo mercenario con una prostituta ─ , encaprichado de su joven y atractiva alumna mestiza Melanie (Antoinette Engel), que acabará denunciándole y será el detonante de su expulsión de la universidad. En la segunda parte del film, rural, luminosa, casi otra película, vemos a un David Lurie derrotado, asediado por dudas morales, acercándose a su hija Lucy (Jessica Haines), con la que no ha tenido muy buena relación y vive a un entorno agreste, en una granja apartada, dedicada a las labores campestres, sin más vecino que un granjero negro llamado Petrus (Eriq Ebouaney), un hombre huraño que ha pasado de ser simple trabajador a copropietario de las tierras. En ese espacio yermo y vacío, una especie de exilio que se impone, David Lurie busca la paz junto a su hija, intenta escribir una ópera sobre Lord Byron, se autoemplea en la clínica canina de Bev Shaw (Fiona Press), amiga de su hija Lucy con la que tiene relaciones sexuales mercenarias ─ aquí es él quien cobra─ y expía su sentimiento de culpa cuando no puede evitar que tres muchachos, uno de ellos el sobrino del vecino Petrus, violen a su hija, hecho que le abre los ojos y le lleva a pedir perdón a los padres de su alumna Melanie.
Steve Jacobs, con sobriedad narrativa y sin escarbar en los aspectos más melodramáticos de la historia ─ la violación se describe con una elipse que se abre con David Lurie a punto de ser quemado vivo por los atacantes, tras ser rociado con gasolina, y se cierra con Lucy con el vestido desordenado y reprochando con la mirada al padre su inoperancia mientras se preocupa más por el perro malherido que por sus quemaduras ─ , lleva a la pantalla el universo de Coetze y esa Sudáfrica post─apartheid con conflictos raciales latentes en la que los blancos se sienten responsables de lo que hicieron y atados por sentimientos de culpa, y los negros toman la revancha en un infernal círculo en el que la violencia y la violación se convierten en hechos casi culturales, y lo hace con precisión, sin subrayados, con una dirección impecable de los actores ─ no sólo Malkowich ─ a los sumerge en un paisaje de dura belleza, casi mineral, y en nada edénico.

Desgarrador retrato de paisaje y paisanaje.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Leí el libro y,aunque es duro,me gustó.La peli no la conocía pero me gustaría verla.Seguro que está editada en DVD,la buscaré porque me encanta MalKovich y tu interesante comentario.
José Luis Muñoz ha dicho que…
Coetze es uno de los escritores que más me gustan. Y Malkovich uno de los mejores actores. Es muy difíoil ver una película suya en que esté mal

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