DIARIO DE UN ESCRITOR

Arán, 23 de noviembre de 2011

Hoy, al contrario que ayer, me despierto antes que El amigo granaíno para obsequiarle con unos churros para el desayuno. Mientras se calienta el aceite y el agua para la masa, intento encender el fuego de la chimenea. La casa, a esa hora de la mañana, está a 15 grados. Tras un montón de intentos baldíos y quemar una Vanguardia, un País y un Público, consigo que una llama prenda en uno de los troncos.
Hacemos una breve excursión por la mañana. Subimos en mi coche hasta Baqueira Beret y tomamos la pista de la izquierda, la más estrecha, tras cruzar un modesto curso de agua, seguramente el que da lugar al Noguera Pallaresa, y caminamos hacia Montgarri con un paisaje adusto formado por cumbres nevadas, bosques que no han perdido su oscuro verdor, bandadas de nubes y un mar de hierba ocre en el que no pasta una sola vaca ni un solo caballo.
El refugio de Montgarri está cerrado, por lo que nuestro plan de tomarnos el vermut allí se frustra. Nos sentamos en las escaleras. Hablamos de mujeres, amores, relaciones frustradas, pasiones amorosas y sexuales, desengaños y difíciles convivencias. Estamos en casi todo de acuerdo. No le digo que allí, precisamente, en un invierno, comenzó mi breve séptima vida.
Regresamos a buen paso. Acuso, he de confesar, los veinte años menos que tiene mi compañero de excursiones venido del sur. El amigo granaíno tiene un paso rápido y alegre, como su carácter. En ese camino de regreso seguimos con el tema femenino. Las mujeres marcan nuestras vidas. Y esa charla ocupa todo el tiempo de regreso al coche.
Hago la comida. Un risotto con setas y queso. Butifarra del valle con patatas fritas. Manzana y mandarinas de postre. Café. Hoy no le dejo hacer la siesta porque anochece muy pronto y no puede irse del Valle sin ver el Coth de Baretges. Subimos hasta arriba por la pista forestal que, en algunos de sus tramos, ha devorado la lluvia intensa que ha caído en días pasados.
El Coth de Baretges, todo hay que decirlo, perdió hoy su magia. No era de sus mejores días, más bien de los peores. Unas nubes inoportunas cubrían todas las cumbres de la Maladeta que parecían haber perdido la nieve acumulada en días pasados. La hierba dejo de ser verde para ser ocre. Damos un paseo hasta un refugio situado en el lado francés. Aparcamos el tema de mujeres para centrarnos en la política. En las elecciones. En la debacle socialista. En la resurrección, merecida, de Izquierda Unida. En la situación insostenible. Cuando llegamos al refugio francés el día está de caída. Y damos media vuelta, de regreso al coche, antes de que nos sorprenda la noche. Un ciervo enorme, que se camufla con los ocres del paisaje, resulta un insólito regalo para nuestros ojos; corre monte arriba y desaparece.
Hoy es el último día de El amigo granaíno en Arán. Mañana por la mañana marchará rumbo a Barcelona, y de allí a Granada. Quiere agradecer mi hospitalidad invitándome a cenar. Acepto. A las nueve, tras recibir una misteriosa misiva de Luz, que va dirigida a otra persona (no creo en ese tipo de errores) y otra de Mademoiselle Bonnaire, a las que contesto, tomamos el coche y vamos a Escunhau. Es Niu es un restaurante excelente, pero está vacío. Si no nieva pronto el Valle se declarará zona catastrófica, y no parece que lo vaya a hacer. Compartimos una pastel de puerros con salsa de setas y una arroz espinacado, ambos platos maravilloso. Bebemos un Viña del Vero blanco. Después caen unos medallones de ternera con foie, por mi parte, y un solomillo a la plancha, por la suya. No hablamos de mujeres, las agotamos todas en charlas anteriores, ni de política, sino de hijos. El de su hijo único y yo de mis tres. Y luego evidenciamos nuestras coincidencias sobre gustos pictóricos ( Lucien Freud, Francis Bacon, Pollock, Caravaggio, Gainsborough, Turner, Modigliani, Courbet) y desavenencias (Monet). Me gusta Manet y su Olimpia desnuda, le digo. De Courbet destacamos su sorprendente y provocador El origen de la vida. De Caravaggio, su violencia pictórica y real. Él se toma un helado de vainilla y yo, un sorbete de limón. Rematamos la cena en el solitario restaurante en el que no ha entrado nadie con un par de cafés. Y regresamos a casa.
Aún tengo tiempo de intervenir en una polémica acerca del ojo de la aguja en Facebook. Imposible que pase un camello, cierto, si ni siquiera soy capaz de que lo haga un hilo. Me aconsejan que chupe la puntita. Ya lo hago, pero ni por esas. Cada vez que pierdo un botón, tiemblo. Las próximas visitas femeninas vendrán con la aguja ya enhebrada.

Comentarios

Susana Sosa Villafañe ha dicho que…
Agujas enhebradas no, mejor un enhebrador de agujas, José Luis. Estoy en eso.
Cariños
Idus_druida ha dicho que…
..una Vanguardia, un País y un Público, no ignicionan sin un ABC.
José Luis Muñoz ha dicho que…
Pues muchas gracias, Susana. Ese invento seguro que es genial para los que tenemos ya la vista cascada
José Luis Muñoz ha dicho que…
Lo malo, Kenit, es que no suelo comprarlo por mucho que pueda virar a la derecha, aunque reconozco que tiene el mejor suplemento literario del país.
MarianGardi ha dicho que…
Me ha encantado la tertulia sobre los pintores.
Un beso

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