CINE / LA MODISTA HÚNGARA, DE IVETA GRÓFÓVA
Hay infinidad de
historias que quedan opacadas por los grandes temas de la Segunda Guerra
Mundial (Holocausto, desembarco de Normandía, Stalingrado, asalto a Berlín) y
la eslovaca Iveta Grófóva (Bratislava, 1980) nos ilumina sobre una de ellas, la
persecución que sufrió la minoría húngara en una Eslovaquia ultranacionalista
apoyada por el nazismo alemán.
La protagonista de esta
historia es Marika (Alexandra Borbély), una modista húngara viuda que vive de
hacer arreglos en la pequeña comunidad en la que vive y de su granja de
animales aneja en donde tiene cabras y gallinas para sobrellevar una economía
de subsistencia. Cuando un día descubre en su pajar a un niño judío, y lo acoge
y lo esconde, se complica su existencia. Además, debe de hacer frente a un
oficial nazi de comportamiento impredecible, el capitán Heinz Lepcke (Alexander
E. Fennon), que tanto la corteja como la agrede, y al oficial de la guarda
eslovaca, esbirro del Tercer Reich, Dusan (Milan Ondrik), que la corteja.
Perfectamente ambientada,
con una fotografía en color de tonos sombríos y buenas interpretaciones, salvo
la histriónica de Milan Ondrik como oficial de la guardia eslovaca, La
modista húngara resulta algo confusa en su narrativa —no acaba de aclararse
el personaje del oficial nazi que parece estar en el país como simple
observador— y su directora Iveta Grófóva no siempre consigue mantener el ritmo
en esos excesivos 129 minutos de metraje que habría tenido que aligerar o
dotarlos de mayor entidad dramática.
El Holocausto como jamás se había contado. Un thriller que obtuvo el premio Ciudad de Badajoz de novela y que la editorial alemana Iliada ha reeditado en español.
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