SOCIEDAD / 680.000, EL NÚMERO DE LA INFAMIA
Llevo
diciéndolo desde hace mucho tiempo. Las cifras de víctimas palestinas en Gaza no
cuadran. No cuadran ante el nivel monstruoso de destrucción que está
perpetrando el estado genocida de Israel en la franja de Gaza desde hace dos
años. Si la entidad nazi sionista ha descargado sobre Gaza nada menos que 70.000
toneladas de bombas, es decir, más de que las que cayeron en Londres, Hamburgo
y Dresde durante la Segunda Guerra Mundial, los muertos no pueden ser 65.000,
que ya sería una atrocidad, porque el 85 por ciento son civiles y de ellos
muchísimos niños, sino muchísimos más. El cálculo fiable, como ya apunté, es,
por lo menos, cinco muertos por tonelada de explosivos, 350.000. La relatora de
la ONU para Gaza Francesca Albanese lo cifra en 680.000 los asesinados. En
Londres murieron en todos los bombardeos de la aviación nazi en la Segunda
Guerra Mundial 43.000 civiles. En Dresde murieron 25.000 civiles por las bombas
de los aliados. En Hamburgo fueron 45.000.
Algo más de 100.000 personas muertas frente esa cifra atroz de 680.000
en Gaza. Israel está en plena operación de exterminio y lleva camino de igualar
a lo que hicieron con los judíos los asesinos del III Reich. Netanyahu es un
discípulo aventajado de Hitler sin lugar a dudas.
Llegados
a este punto de vesania y maldad absoluta, que políticos del PP se quejen de
que se interrumpió la vuelta ciclista a la llegada a Madrid con el lanzamiento
de vallas (¿cómo se iba a interrumpir? ¿desde las aceras?) y hablen de
violencia cuando están callando con la que pasa en Gaza; que al señor Tellado
le sea imposible decir la palabra genocidio y cargue contra Sánchez como si
fuera él quien asesina a los gazatíes; que Feijóo hable de que España ha hecho
el ridículo en Madrid cuando precisamente Dominique de Villepin, ex primer
ministro y político conservador francés, el mismo que se resistió en la ONU
contra viento y marea a la atrocidad que cometió el trío de las Azores en Irak,
hable de que España salva el honor de Europa; y de que el alcalde de Madrid
diga que no le gusta lo que pasa en Gaza (ojo al verbo utilizado: gustar); el
director de la vuelta ciclista exprese su deseo de que espera que en la próxima
edición lo de Gaza haya terminado (con el exterminio de todos los gazatíes, se
le olvidó decir); o de que la señora Ayuso tenga la desfachatez de
fotografiarse con los ciclistas que representan en la vuelta al estado genocida
de Israel y ser tan sumamente ignorante como para decir que Madrid era Sarajevo
(la asediada capital de Bosnia fue una tímida réplica de lo que ahora es Gaza),
porque no tiene más luces, enerva al más templado, le revuelve sencillamente el
estómago.
Los
políticos del PP, con su inhumanidad manifiesta y declarada, están cavando su
tumba política, lo que no me parece mal, con esa actitud de tibieza
generalizada (salvo la presidenta extremeña que ha expresado públicamente su
horror ante lo que pasa) porque muchos de sus votantes, millones, son seres
humanos que ven a diario los asesinatos despiadados que con luz y taquígrafos
comete el estado genocida de Israel y no entienden que el tándem Ayuso / Feijóo
no condene esa espantosa masacre, y los que no, los que jalean los asesinatos, millones
también, los que miran hacia otro lado, seguramente se irán a VOX que son más
auténticos que ese PP escorado a la extrema derecha. No deben haber calibrado
el resultado de las encuestas que dicen que el 85 por ciento de la población de
España, entre los que hay mayoría de sus votantes que no son psicópatas como
ellos, rechazan lo que está haciendo Israel en Gaza. Su ceguera hace que se
pongan en el lado incorrecto de la historia.
En
estos momentos me siento orgulloso de que España y su gobierno lideren la
ofensiva diplomática para aislar en todos los foros al estado genocida de
Israel como en sus tiempos se aisló al estado del apartheid de Sudáfrica,
aunque creo que se debería ir mucho más lejos, dispensar protección militar,
por ejemplo, a la flotilla que se dirige a Gaza y que puede ser hundida, no lo
descartemos, porque el derecho internacional ha saltado por los aires y Estados
Unidos no hace otra cosa que hundir barcos y asesinar a sus tripulantes frente
a las costas de Venezuela por simples sospechas.
Militares
expertos, incluso de Israel, incluso entre los que han estado en Gaza, cientos
de desertores de sus infames FDI, manifiestan que el deber de un soldado no es
cometer un genocidio como el que se está produciendo en Gaza, que esa salvajada
contra una población civil absolutamente inerme atrapada en una ratonera de la
que no puede salir, disparar a la cabeza a niños, algo propio de las despiadadas
Wafen SS del Tercer Reich, y que en esa fosa común a cielo abierto no hay
ninguna guerra sino una calculada operación de exterminio. Israel ya ha
asesinado a más de la cuarta parte de la población que malvive en Gaza y va a
seguir en su pogromo contra los palestinos. Miles de judíos de todo el mundo
escupen sobre el estado de Israel en estos momentos y se declaran antisionistas
sencillamente porque son humanos. Cien mil israelíes ya han abandonado ese
territorio militarizado y fascistoide en que se ha convertido un país con el que
soñaron y se ha convertido en pesadilla distópica.
La
vesania de los dirigentes de Israel no se esconde. Uno de sus ministros, el de
finanzas Bezalel Smotrich, acaba de decir que Israel está gastando mucho dinero
en arrasar Gaza como empresa de demolición, que quiere rentabilizar el
territorio que se va a repartir con Estados Unidos y que la franja es una mina
de oro inmobiliaria para invertir. Se agradece la sinceridad de ese criminal de
guerra buscado por la justicia internacional como se agradece el apoyo explícito
de José María Aznar al genocidio (lo que está haciendo Israel, dice) que se
perpetra por nuestra seguridad. Nadie duda de la catadura moral del peor y más
rastrero presidente que tuvo España, el que más le mintió y el que le metió, en
contra de toda la opinión pública, en la guerra de Irak. Aznar nunca decepciona
como ejemplo siniestro de lo peor del género humano.
La
oposición frontal a lo que sucede en el extremo de nuestro Mediterráneo, en
esta cuna de civilizaciones y culturas, repito una vez más, no es algo ideológico,
no es ser de derechas ni de izquierdas, cristiano o islámico, es cuestión simplemente
de ser humano y empático. Y los que apoyan al estado de Israel, a lo que está
haciendo en la actualidad el ente sionista, son simplemente psicópatas
desalmados, como los hubo durante el III Reich.
Anoten en sus conciencias, los que todavía están jaleando a los malditos
genocidas, este número, 680.000 asesinados, pongan nombre a cada uno de ellos,
imaginen sus vidas arrebatadas, el dolor insoportable de padres y madres que
han visto morir a sus hijos, hijos sin padres que vagan entre los escombros y
son tiroteados, hogares pulverizados, ausencias de escuelas, hospitales que han
sido sistemáticamente destruidos.
El
mundo empieza a despertar contra el mal absoluto. Llega muy tarde y seguramente
no podrá detenerlo porque nadie tiene capacidad militar para parar al ejército
de Israel. La diplomacia es papel mojado, como las condenas verbales que poco
sirven para un violador sistemático de las leyes internacionales. Solo la sociedad
civil de Israel puede detener esa monstruosidad y quizá lo haga por la presión internacional.
Tengamos la remota esperanza de que así sea en algún momento, antes del
exterminio total de la población de Gaza, y extradite a los criminales para que
sean condenados y encarcelados de por
vida. En Gaza está el destino de la humanidad.
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