LA FIRMA INVITADA
© Inma Arrabal
(Un posible final para El faro, de Edgar Alan Poe)
4 de enero
El mar sigue en calma. Mientras no sople el viento del sudoeste todo irá bien. Ya llevo varios días en este faro apartado de la mano de Dios. Estoy tranquilo. Necesitaba esta paz. Neptuno, sin embargo, no hace más que corretear arriba y abajo por las interminables escaleras, con la cola entre las patas. Supongo que extraña el lugar. Olisquea cada rincón y me mira con ojos lastimeros. Sólo parece alegrarse cuando salimos a pasear fuera de la torre. Es un perro demasiado grande para tenerlo aquí encerrado. El terranova pertenecía a De Grät, viejo agorero, amigo de mi padre. Él fue quien me consiguió este puesto de farero. Al principio hubo dificultades, pero él estaba seguro de que lo conseguiría porque la profecía tenía que cumplirse.
-He guardado este perro para ti. Será tu compañero cuando te enfrentes a la soledad y a lo que estar por venir. Él irá primero y tú le seguirás –dijo, observándome con mirada de águila y manoseándose inquieto la cara arrugada-. Me duele, porque eres hijo del que fue mi mejor amigo, pero el destino está trazado. Nada puede cambiarlo.
5 de enero
Mi tarea es rutinaria. Pasan pocos barcos cerca de este islote. Por la noche permanezco en vela, vigilando los destellos del faro, a solas con mis pensamientos; al amanecer descanso. Un día de estos tengo que ponerme a escribir mi novela, pero aún no me apetece. Estoy perezoso. Sólo llevo este pequeño diario porque le prometí a De Grät que lo haría.
6 de enero
Después de inspeccionar mis dominios, no tengo nada nuevo que hacer. Me he instalado en la planta baja. Duermo en una cama amplia y cómoda. Neptuno se aposenta a los pies. Además de la cama, completan el mobiliario: una vieja mecedora, una mesa de madera y una estantería en la que he colocado objetos personales, papel para escribir y los víveres necesarios para no tener que bajar a menudo a la bodega.
Estoy solo. Cada momento que pasa soy más consciente de ese hecho.
11 de enero
No pasan barcos. Llevo varios días sin emitir el menor destello. Tampoco he escrito nada. He pasado el tiempo intentando adecentar el faro. Todo estaba recubierto por unas gotas diminutas, como si una capa de rocío se hubiese depositado sobre los muebles, el suelo, las paredes… La ropa se me pegaba al cuerpo y el pelo de Neptuno estaba pegajoso. Nos hemos dado un buen baño en la tina y hemos salido a secarnos al sol. Neptuno, feliz, saltaba a mi alrededor. Me resultó difícil hacerle entrar otra vez en la torre.
Ahora todo vuelve a estar húmedo. Intento secar los muebles en vano. La humedad aumenta. Y escuece…
12 de enero
El único sitio donde estamos a salvo de la humedad es en el fanal. Pasamos ahí mucho tiempo. Desde la cristalera miro el paisaje que parece pintado. Hace horas que no se oye el graznido de las gaviotas. Además no vuelan, permanecen quietas, dormidas, entre las nubes que no avanzan y que son siempre las mismas. Las olas ya no rompen contra las rocas. En realidad no hay olas. No hay movimiento. No hay nada que parezca tener vida. Quietud absoluta.
16 de enero
Las últimas veces que he estado en el fanal, un solo pensamiento ocupaba mi mente: ¡Hambre! Tenía hambre. Un hambre inmensa. Parecía como si no me hubiera alimentado en estos días. Ayer me sorprendí mirando a Neptuno y pensando si su carne sería dura a causa de la vejez. El perro escapó asustado cuando mi mano se acercó a su cuello. Allí arriba me sentí como si yo fuera el cerebro de algo monstruoso. Ya no subimos al fanal. Ahora sólo queda la humedad constante.
17 de enero
No he podido ni siquiera empezar mi novela. Me siento extraño. En realidad no sé lo que hago aquí. Sabía que el aislamiento me inquietaría, pero no hasta este punto. Quería escribir y estar apartado de la sociedad durante algún tiempo, para resolver mi vida y decidir qué hacer con ella. Sin embargo, ahora pienso en lo que me dijo mi primo Orndoff, el único pariente que me queda desde que murieron mis padres. No quise hacerle caso cuando intentó disuadirme de mis propósitos.
-¿Por qué tienes que irte a un lugar tan apartado…? Es cierto que has perdido tu fortuna y tendrás que enfrentarte a ese hecho –me dijo, rascándose su rubicunda nariz-. Pero eso no es motivo suficiente para hacerle caso a ese viejo loco de De Grät y marcharte tan lejos… ¿Qué no te gusta tu vida? Ami tampoco me gusta la mía y en lugar de amargarme, aguzo mis oídos para enterarme de los últimos cotilleos de la corte y me fumo una buena pipa. ¡Si por lo menos me dejases acompañarte…!
Sí, quizá debí hacerle caso al bueno de Orndoff. La magnitud de mi soledad me asusta.
18 de enero
Neptuno, con el pelo cada vez más pegajoso, se pasa el día jadeando. Se sube a la mesa de madera donde escribo este diario. De la novela que debía escribir sólo tengo el título: “El poder de la imaginación”. No he sido capaz de anotar una sola palabra. Esta humedad me está volviendo loco.
19 de enero
¡Dios…! ¿Qué hago aquí en este faro solitario…?
20 de enero
La humedad va en aumento. Todo está mojado. No me siento seguro dentro del faro. Mañana prepararé algunos enseres y saldré de este cilindro que está empezando a corroer todo lo que hay en su interior.
21 de enero
¡Estoy aterrado! No podemos salir fuera de la torre. La puerta y los ventanales han desaparecido. Puedo decir que han formado una amalgama con la pared. He golpeado los muros, desesperado, en un vano intento por encontrar una salida y estos se retorcían con mis golpes. Los he encontrado blandos y viscosos. Después las manos me ardían. Ahora siento un escozor que no puedo calmar. Neptuno aúlla lastimeramente.
22 de enero
Tengo el cuerpo lleno de llagas y me escuece. A Neptuno se le cae el pelo… ¿quemado…?
23 de enero
Quizá si escribo aclararé mis ideas y me convenceré de que es la soledad la que me está haciendo enloquecer. La soledad y esta quietud insólita. Ahora, en realidad, lo insólito no deja de ser algo habitual.
24 de enero
Neptuno está muy asustado y gime constantemente. Desde esta mañana se oye un rumor sordo, apagado, como el que hacen los intestinos al retorcerse. La soledad me impregna igual que la humedad. Lo que está pasando no es real. No puede serlo. Sucede porque estoy solo. Solo, con este perro asustadizo y con mi imaginación.
25 de enero
Soy una caricatura de lo que fui. Estoy lleno de llagas y quemaduras producidas por este líquido corrosivo que se mete por todas partes y del que no hay modo de escapar. Los muebles están prácticamente requemados y deshechos. Por si fuera poco, el faro ha empezado a moverse. Primero fue un pequeño temblor. Después un bamboleo. El cilindro ondula, culebrea. No cabe duda.
26 de enero
El suelo se reblandece bajo mis pies y me quema. Neptuno ya no se baja de la mesa, que es lo único que parece resistir a esta lluvia ácida que nos está quemando vivos. No sé cuanto tiempo podré aguantar esta situación. Nadie vendrá en mi auxilio. La balandra no tiene que volver hasta primeros de abril…
27 de enero
¿Se va a cumplir mi destino? Seguramente voy a morir, pero ¿qué clase de muerte me toca…? Presiento que es un monstruoso desenlace el que me aguarda.
28 de enero
Neptuno y yo estamos presos en un tubo blando, viscoso y baboseante. Completamente aislados del exterior. No podemos hacer nada más que estar encima de la mesa, aguantando el dolor de nuestros cuerpos lacerados y procurando no caer cuando el cilindro culebrea.
29 de enero
He tardado en aceptar la realidad, pero ahora sé, por fin, lo que sucede…
…Neptuno ha perdido el equilibrio en una de las contracciones de esta extraña pared, que cada vez está más sonrosada y viscosa. El pobre terranova se ha quedado pegado a ella por la cola, que ha empezado a disolverse. Luego, todo él ha pasado a formar parte, lentamente, de estos muros ávidos de alimento. Los últimos aullidos de Neptuno han sido como un estertor y se han confundido con mis gritos de pavor. He tenido que ver su angustia, anticipo de la que a mí me espera. La profecía de De Grät viene a mi memoria: “Él irá primero y tú le seguirás…” ¿Cuándo…?
30 de enero
El espanto me tiene inmóvil. Paralizado. Igual que estaba el mar la última vez que miré por el fanal. Ahora sé que estoy dentro de un estómago insaciable, que me baña con sus jugos gástricos, ácidos y corrosivos. No voy a morir ahogado a causa de un tremendo temporal ni aplastado por el derrumbamiento de este ¿faro? Voy a morir como lo ha hecho Neptuno: digerido. Digerido por el estómago de un increíble, monstruoso y gigantesco gusano.
31 de enero
Con las manos deshechas y el cuerpo quemado por el ácido que me corroe, intento aguantar el siguiente movimiento peristáltico. Ya no puedo escribir más; no sé cómo he podido hacerlo hasta ahora; era mi única conexión con lo real…el papel se deshace… la pluma ya es cera derretida. No veo nada y huelo a materia en descomposición. No resisto…¿Era éste mi destino, De Grät…?
A primeros de abril, llegaron los marineros en la balandra para reponer las provisiones. Al entrar en el faro, encontraron el cadáver del noble, que se encontraba en avanzado estado de putrefacción, agarrado firmemente a la mesa de la que costó trabajo separarlo. Encima de ésta había restos de lo que parecía ser un diario quemado. El perro, Neptuno, no apareció por ninguna parte.
Inma Arrabal nace en Jerez de la Frontera aunque ha vivido casi siempre en Barcelona. Estudió Biología, Puericultura, Nutrición, Dietética y Plantas medicinales, en dicha capital.Escribe desde muy pequeña, pero hace sólo siete años que se dedica profesionalmente.Ha ganado diversos certámenes literarios, algunos de ellos son: Ramón del Valle Inclán (cuentos/1997), Marta Pessarrodona (poesía/1999), finalista del Ana Mª Matute (relatos/1999), 2º premio del III certamen Ciudad de Badalona (poesía/2000), 2º premio en los 7º Juegos Florales de Santa Coloma (poesía/ 2001).Ha colaborado en revistas como "Eclipse" y "La Tetera" de Barcelona, "El Celador" de Sevilla y "Alhora" de Badalona.Tiene varios libros de poemas y relatos cortos editados: Luna de cristal, Sustancia, Folletino...Su último poemario Sura, fue editado por Ediciones Torremozas en abril de 2001. Por matar tiempo es su primera novela.Actualmente da clases de Escritura Literaria, coordina recitales en un piano-bar de Barcelona (donde además ha escrito varias letras de canciones para los pianistas Joan de la Torre, Alex Pedro y Martín Fernández) y colabora en el programa "Hijos de la luna" de Radio Unión Cataluña con "Poesía lunática", dirigido por José Luis Mateo. Espíritus líquidos es su primer volumen de relatos. Tiene en la red el blog bloggolb
Comentarios
Además, el otro día encontré un ejemplar de la primera edición de tu "Pubis de vello rojo". Una suerte, no?
Inma es una narradora maravillosa. Ese libro es una gozada de principio a fin.
Espero seguir contanto con tus relatos. Manda uno cuando quieras
Un abrazo,
Inma
(Otro abrazo para ti también, Luis Vea, si lees esto. Sigo tu blog. )