SOCIEDAD / ACTA DE DEFUNCION DEL PSOE
Acta de
defunción del PSOE
El golpe de
estado antidemocrático que se ha producido en el PSOE, con la defenestración por
parte del comité federal del secretario general elegido en primarias por los
militantes, tenía un único objetivo que se va a cumplir en los próximos días:
dar el gobierno de la nación al partido más corrupto de la historia de España,
podrido hasta sus cimientos, pero al que una parte importante de la ciudadanía,
que parece importarle muy poco la ética, sigue votando de forma machacona. Lo
hacen, lo de abstenerse, por el bien común, por España, ese grupo de patriotas
que nos condena a cuatro años más de PP.
La batalla
la ha ganado un Mariano Rajoy, Don
Tancredo, que no ha movido una pestaña (al final su estrategia de no hacer nada
y que las cosas sigan su curso le están dando resultados) y el ala derechista
del PSOE, esa vieja guardia carca y reaccionaria que está próxima al PP.
Enfrente de esos 136 votos que, avalando la abstención, entregan el gobierno de
la nación a un partido imputado por diversos delitos (caso único en Europa), están
los militantes y los votantes que sienten que su voto ha sido traicionado por
esa cúpula de infames a los que el Pablo
Iglesias fundacional correría a gorrazos por la sede de Ferraz.
Hoy se
alaba mucho el papel del PSOE en la transición, fruto de una épica completamente
inventada. Al partido refundado en el congreso de Suresnes, que aparcó el socialismo
para abrazar la socialdemocracia, no se le vio jamás, y lo digo con conocimiento
de causa, ni en las fábricas, ni en las calles, ni en la universidad plantando
cara a la sanguinaria dictadura franquista. Otros fueron los que pusieron los
muertos, fusilados, torturados, heridos y detenidos para que el PSOE de Felipe González, el de la chaqueta de
pana y puro en la boca, asumiera el poder
e hiciera en España lo que la derecha no se atrevería nunca a hacer, la
reconversión, eufemismo de desmantelamiento, del tejido industrial. El PSOE fue
un eficaz peón, el que hizo el trabajo sucio, al servicio del sistema
capitalista, y, de paso, nos metió en la OTAN. Felipe González demostraba ser un gran estadista y fue tan
progresista que hubo de enfrentarse a cinco huelgas generales, cuando todavía
había sindicatos en este país.
El último
bandazo a la derecha del desgastado partido aclara las cosas y resitúa las fronteras
entre derecha e izquierda. La izquierda española, la de verdad, la progresista,
ya no puede contar para nada con un partido vendido al sistema que carece de
democracia interna. Una entrevista del siniestro jarrón chino Felipe González bastó para descartar de
forma definitiva la alternativa de progreso que Pedro Sánchez no pudo ni siquiera explorar porque estaba atado de
pies y manos, y ese PSOE que ahora reina en Ferraz está mucho más próximo a la
derecha que a Unidos Podemos, al que ha ninguneado porque es el real adversario
político a batir y al que odia con toda su alma. El peor enemigo del PSOE es su
vieja guardia (González, Guerra, Corcuera, Leguina, Bono…) que llevan al partido por el
camino de su disolución. Proféticas van a ser las palabras de Pedro Sánchez cuando dijo que los pésimos
últimos resultados electorales cosechados en los últimos comicios serían históricos.
Las encuestas actuales le rebajan en siete puntos el porcentaje de votos de
celebrarse elecciones.
El actual
PSOE, vasallo del grupo PRISA (Juan Luis
Cebrián y Felipe González son,
de facto, sus secretarios generales), que niega la voz a la militancia y es un comparsa de la oligarquía financiera
del país, irá reduciendo su lecho de votantes hasta convertirse en un partido
residual como el PASOK griego. El contubernio PPSOE, que negaban los dirigentes
que ahora lo afianzan, se consolida para escarnio de los millones de votantes
que han ido dos veces a las urnas para pedir un gobierno de progreso que ese comité
federal les niega. El PSOE ha sido secuestrado por una camarilla de burócratas reaccionarios,
que lo ha alejado incluso de la socialdemocracia, y consecuentemente entrega el
liderazgo de la oposición a Unidos Podemos que desde ahora tiene la enorme responsabilidad
de liderar la izquierda en España.
Los
militantes socialistas del PSOE tienen dos únicas alternativas: o dan la
batalla para desalojar del poder a esa satrapía que traiciona el programa electoral,
o se escinde por la izquierda y forma un nuevo partido. Aún quedan bajo esas
siglas históricas gente decente como Josep Borrell, Miquel Iceta, Francina
Armengol, Patxi López, el
alcalde de Jun, que, por el bien de los ciudadanos de España, espero den la
batalla dentro del partido para reconducirlo en la dirección que quiere la inmensa mayoría de sus militantes.
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