SOCIEDAD / EL GOLPE
EL GOLPE
El golpe fraguado
desde hace ya mucho tiempo cristalizó el pasado sábado, en la maratoniana
reunión del comité federal socialista. El sector más derechista del partido
fundado por Pablo Iglesias se impuso
por una amplia mayoría y el secretario general, cuestionado por no ceder ante Mariano Rajoy, por no facilitarle la
investidura, fue inmolado después del disparo radiofónico de Felipe González, el siniestro jarrón
chino del PSOE que nadie osa romper a martillazos. A veces no es necesario
recurrir a la violencia explícita para sacarse de encima a un engorroso adversario,
y la víctima malherida se retiró del escenario casi sin rechistar, con un
discurso medido en el que le faltó frescura y, por qué no, humana rabia.
A partir de ahora el
PSOE es ya, formalmente, un partido herido y dividido en el que todo puede ser
posible, desde que se produzca una escisión por su izquierda cuando la facción
moderada y opuesta a toda confluencia con las fuerzas progresistas del país
(Izquierda Unida y Podemos), capitaneada por la andaluza Susana Díaz, opte por abstenerse para facilitar el gobierno a Mariano Rajoy, o a que la izquierda
dentro del partido, mayoritaria en la militancia, dé un contragolpe en el
próximo congreso general y restituya de nuevo a Pedro Sánchez o a alguno de sus fieles, con lo que asistiremos a
una lucha interminable de desgaste.
Quizá vayan a ser
proféticas las palabras de Pedro Sánchez
cuando, tras la última debacle electoral en las generales, dijo que ése, a
pesar de todo, era un buen resultado porque no se había producido el temido
sorpasso y su partido seguía en segunda posición. Es posible que, con el más
que probable liderazgo de Susana Díaz,
el histórico partido del socialismo español, que muy poco tiene que ver con el
que fundara Pablo Iglesias, se vea
abocado a seguir la senda del Pasok griego, su peor pesadilla. La dirigente andaluza
concita tantas palmas en su tierra como sarpullidos en el resto de España, lo
que seguramente le hará meditar a conciencia si encabeza el PSOE o se reserva
una cómoda segunda fila.
Mientras la derecha se
mantiene rocosa y unida en sus políticas lesivas contra la población y de
desprecio a la ciudadanía e indiferente a la corrupción porque no le pasa
factura política (la ética hace mucho tiempo que pasó a la historia), la
izquierda de este país está dando en este año 2016 uno de los espectáculos más
penosos de la historia, incapaz de ponerse de acuerdo. El fantasma PPSOE, que
algunos dirigentes socialistas temen y que aventan desde Podemos, ahora con más
razón que nunca, se está materializando. Si el PSOE, finalmente, opta por la
abstención en la investidura de Mariano
Rajoy es posible que veamos hogueras con carnets de militantes del partido
que se sientan traicionados y miles de votantes dejen de confiar en ellos. La
vieja guardia derechista, reaccionaria y conservadora parece haber ganado esta
primera batalla tras un año de escaramuzas que evidenciaban la división
existente. De que no gane la segunda depende el futuro del partido.
En El Corte Inglés crece la mala hierba.
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