EL APUNTE

EL VÍA CRUCIS DE MARIANO
Muy desnortado y sin fuelle vemos a don Mariano desde que su tropa se le rebela. La vieja guardia aznarista, la de las esencias del partido, la más extrema derechona dentro del PP, se revuelve contra su líder porque le culpa de su derrota. La última desafecta parece haberle hecho más daño que Zaplana, que se ha ido a hacer dinero en la empresa privada, y Acebes, que le ha dicho que no cuente con él cuando don Mariano hacía tiempo que pensaba no contar con él. Si Esperanza Aguirre tiene cara de lo que es, de ambiciosa y conspiradora en la sombra, de poner presta la zancadilla para alcanzar el poder ─ aunque mal lo tiene sin pasar por el Congreso de Diputados, como su enemigo jurado, Ruíz Gallardón ─, María San Gil es como la Juana de Arco de los populares. De aire monjil, poseedora de una especial belleza mística en el rostro y en la mirada, valiente a rabiar, la colaboradora de Gregorio Ordóñez y testigo de su asesinato se ha convertido con su órdago en el estandarte del ala más rancia de los populares, aquella que, descabezada de Zaplana y Acebes, tiene a Mayor Oreja entre sus valedores y a Ana Botella entre quienes jalean.
Yo siempre pensé que Mariano Rajoy no estaba cómodo en su papel, que los extremismos le molestaban, que se tuvo que callar lo que opinaba de su jefe cuando se echó en los brazos de Bush, que tuvo de aceptar el equipo impuesto por el amo y señor de las FAES que sigue siendo quien mueve los hilos en la sombra y el que propiciará su derrumbe. Es evidente que el PP perdió las elecciones por su pésima oposición de esos cuatro años, obsesionado y manipulado por los diarios El Mundo y la Cope en las rocambolescas teorías conspiratorias del 11M que, finalmente, como un bumerang, se les volvieron en contra, y que la reacción de Mariano Rajoy ha sido tardía. Difícilmente se puede culpar del fracaso electoral a los colaboradores que él mismo mantuvo, no se sabe si por falta de coraje o para no abrir una brecha en el partido antes del pase por las urnas, y ahora los que se van, que son los que Mariano ha echado, exigen que él también se suba al barco que se hunde como está mandado que haga el capitán en el código de la marinería.
Interesante va a ser ese próximo congreso del PP en donde van a asomar los cuchillos, y seguramente constructivo para el propio partido que durante tantos años ha permanecido mudo y acrítico ante posiciones de sus líderes que ponían los pelos de punta al resto de los españoles e hicieron posible, sin duda, las victorias socialistas. Pero mucho me temo que en vez de refundarse, de cerrar definitivamente una etapa desastrosa y convertir a Aznar en porcelana de museo ─ y si se rompe, mejor ─, el giro del partido no sea hacia la moderación que le permitiría ser opción política en los próximos comicios generales sino hacia esa extrema derecha de la que, tardíamente, Rajoy quiere desmarcarse y que enviará al partido nuevamente a la oposición y quizá a la descomposición.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hace años que esperaba que el PP empezase su divisón celular, porque eso de que hay dos Españas... Hay muchas más y una es la extrema derecha, que se quedará sola cuando los conservadores consigan sacudirse el lastre. A ver si de una vez se acaba la yenka política...

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