LA PELÍCULA

ELEGY
Isabel Coixet

Es la catalana Isabel Coixet una de las más atípicas realizadoras del panorama cinematográfico español. Es, con Pedro Almodóvar─ quien precisamente produce todas sus películas ─, la realizadora más internacional y su cine, si tiene una característica común, es el de su imbricación con el mundo de los sentimientos y de las emociones que la realizadora de A los que aman ─ una película romántica de época que, pese a contar con la presencia de Monica Bellucci, pasó sin pena no gloria ─ no tiene reparo ni miedo en situar en cualquier punto de la geografía; es por esta razón, por la creencia de que las historias del corazón son universales, que ubica, aunque ella diga que accidentalmente, sus películas en cualquier punto del mundo, que se ha convertido en la cineasta española que más ha rodado, proporcionalmente, fuera de su país y lo ha hecho, mayoritariamente, en inglés, una lengua ajena en la que sin embargo ella dice sentirse cómoda.

Elegy, su último título, es, aparte de una de sus mejores películas ─ sigo prefiriendo Mi vida sin mí, su film más perfecto y acabado, y detestando La vida secreta de las palabras, por falsa y pretenciosa ─la menos personal, y ello se debe a que Coixet parte aquí de un guión ajeno que, sin embargo, hace suyo desde el punto de vista temático, y adapta una obra literaria, “El animal moribundo” de Phillip Roth, uno de los mejores escritores norteamericanos vivos.
David Kepesh (Beng Kingsley), un maduro seductor innato, alter ego del propio Roth, imparte clases desde hace años en una universidad norteamericana, actividad que le permite, al mismo tiempo, tener relaciones con sus alumnas más hermosas y apetecibles una vez termina el curso lectivo. Cuando se prenda de Consuela (Penélope Cruz), una hermosa alumna de ascendencia cubana, siente que su vida da un giro brusco, que no sólo es atracción sexual lo que le mueva a poseer su cuerpo sino que hay amor y una molesta dependencia que no había sentido en sus relaciones esporádicas con otras muchachas. En su lucha contra esos sentimientos que lo atan, que le provocan celos que le hacen incurrir en situaciones ridículas, el profesor que busca la belleza en las mujeres reflexiona sobre su propia decadencia y el atisbo de la vejez, y la muerte, en el horizonte, algo que visualiza dramáticamente en los más de treinta años que le separan de su amante y en la percepción de lo transitoria y breve que será esa relación.
Es Elegy una historia de amor triste y conmovedora, trágica y esperanzadora al mismo tiempo, narrada con un tempo lento, fotografiada con precisión, con tonos apagados, jugando con las luces y las sombras, maravillosamente bien musicada con piezas del compositor Erik Satie, cuyas composiciones al piano han arropado tantas y tantas historias de amor cinematográficas, y ha supuesto para Isabel Coixet, que siempre se ha mostrado molesta a la hora de rodar escenas de sexo, un desafío del que sale airosa, pues las escenas de cama, acordes con la carnalidad que recorre la obra del escritor norteamericano, rezuman tanta sensualidad como tristeza, tanta vida como muerte.
El intérprete de Gandhi está perfecto en el papel de ese viejo fauno seductor, Penélope Cruz irradia belleza y frescura en su actuación y el inconmensurable Dennis Hooper , en su papel de George O'Hearn, poeta y confidente del protagonista, aporta el punto de vista irónico a este drama que gira en torno al amor y la futilidad de la vida y remite, como no, a cualquier imagen de Hooper, el pintor: la soledad del ser humano ante su destino. JOSÉ LUIS MUÑOZ

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