LA PELÍCULA
EL INTERCAMBIO
Clint Eastwood
Hay un epíteto, bastante usual, cuando se habla de Clint Eastwood, de calificarlo como el último de los clásicos. Sin estar muy de acuerdo con esta afirmación ─ en los buenos tiempos del cine norteamericano había, por lo menos, una docena de artesanos mucho mejores que él ─ hay que reconocer que la carrera de este actor, que empezó a dar sus primeros pasos en Almería de la mano de Sergio Leone y sus spaguetti westerns y se estrenó como director con un melodrama bastante empalagoso protagonizado por William Holden, es toda un paradigma de la evolución a mejor.
La ya muy dilatada filmografía de Eastwood como director, casi tanto como la Eastwood actor ─ otra evolución radical desde el policía fascista Harry El Sucio, con el que escaló peldaños en el mundo de la interpretación, hasta nuestros días ─, se podría saldar en positivo si se olvidan los numerosísimos filmes de encargo, absolutamente alimenticios, a los que recurre tanto, demasiado, y las películas que se toma en serio de las que no sale airoso, y en ese apartado irían unas cuantas, desde Medianoche en el jardín del bien y del mal hasta Los puentes de Madison County, sin olvidar sus plúmbeos westerns o su más plúmbeo díptico sobre la Segunda Guerra Mundial. Nos quedan, eso sí, un puñado corto de obras maestras, incuestionables, entre las que irían Bird, la magistral recreación del jazzista Charlie Parker a cargo de Forrest Whitaker; Un mundo perfecto, una magnífica road movie de sheriff persiguiendo a fugitivo de la justicia; Mistyc River, el duro espécimen de cine negro de una caligrafía perfecta; o la emotiva Million Dólar Baby sobre el mundo del boxeo femenino. Si tenemos en cuenta que Eastwood trabaja siempre sobre guiones ajenos ─ el de El intercambio lo firma J. Michael Straczynski─, tratarlo de clásico o de autor es quizás sobrevalorarlo.
El intercambio, inspirada en hechos reales, está a mitad de camino entre sus mejores películas y las no tan buenas. Con una historia argumental que engancha ─ una madre soltera, Christine Collins (Angelina Jolie), que trabaja como supervisora telefónica, sufre el secuestro de su hijo, al que ha dejado solo en casa, y la corrupta policía de Los Ángeles, capitaneada por el violento y deshonesto inspector Gordon Northcott (Jason Butler Harner) le devuelve un niño que no es el suyo, algo contra lo que ella se rebela ─ y que se mueve en varios frentes ─ el drama de esa madre engañada y violentada por los cuerpos policiales cuando se enfrenta a ellos, hasta el punto de que es acusada de desnaturalizada y paranoica y recluida en un brutal centro psiquiátrico; las pesquisas de un policía honrado, James Davis (Colm Feore), que descubrirá la terrible verdad que se esconde detrás de la desaparición de ese niño y otros muchos; y la detención de un repugnante asesino en serie, su juicio y condena, paralelo al juicio contra la policía de Los Ángeles por corrupción y abuso de poder ─, al film le pierde su excesivo metraje y el esquematismo de algunos personajes, como el del jefe de policía interpretado por Jason Butler Harner, un mero cliché de malo malísimo que va acompañado de un físico antipático.
Perfectamente rodada, a la manera de las películas de cine negro de los años cincuenta y sesenta ─ el color, austero, es casi un blanco y negro ─, bien musicada, con algunos momentos tensos ─ cuando James Davis, el policía honrado, investiga por su cuenta, desoyendo a sus jefes, y descubre la terrible verdad de las desapariciones infantiles─, y con una recreación de época perfecta, El intercambio no arriesga nada y atrapa al espectador en su trama poliédrica, aunque le falte brío narrativo.
Angeline Jolie está excesivamente gélida y contenida en la interpretación de esa madre desesperada, y uno no puede perdonar a Eastwood que desaproveche tanto la presencia de John Malkovich, que se limita a interpretar a un anecdótico reverendo Gustav Briegleb, bastante prescindible.
Hay un epíteto, bastante usual, cuando se habla de Clint Eastwood, de calificarlo como el último de los clásicos. Sin estar muy de acuerdo con esta afirmación ─ en los buenos tiempos del cine norteamericano había, por lo menos, una docena de artesanos mucho mejores que él ─ hay que reconocer que la carrera de este actor, que empezó a dar sus primeros pasos en Almería de la mano de Sergio Leone y sus spaguetti westerns y se estrenó como director con un melodrama bastante empalagoso protagonizado por William Holden, es toda un paradigma de la evolución a mejor.
La ya muy dilatada filmografía de Eastwood como director, casi tanto como la Eastwood actor ─ otra evolución radical desde el policía fascista Harry El Sucio, con el que escaló peldaños en el mundo de la interpretación, hasta nuestros días ─, se podría saldar en positivo si se olvidan los numerosísimos filmes de encargo, absolutamente alimenticios, a los que recurre tanto, demasiado, y las películas que se toma en serio de las que no sale airoso, y en ese apartado irían unas cuantas, desde Medianoche en el jardín del bien y del mal hasta Los puentes de Madison County, sin olvidar sus plúmbeos westerns o su más plúmbeo díptico sobre la Segunda Guerra Mundial. Nos quedan, eso sí, un puñado corto de obras maestras, incuestionables, entre las que irían Bird, la magistral recreación del jazzista Charlie Parker a cargo de Forrest Whitaker; Un mundo perfecto, una magnífica road movie de sheriff persiguiendo a fugitivo de la justicia; Mistyc River, el duro espécimen de cine negro de una caligrafía perfecta; o la emotiva Million Dólar Baby sobre el mundo del boxeo femenino. Si tenemos en cuenta que Eastwood trabaja siempre sobre guiones ajenos ─ el de El intercambio lo firma J. Michael Straczynski─, tratarlo de clásico o de autor es quizás sobrevalorarlo.
El intercambio, inspirada en hechos reales, está a mitad de camino entre sus mejores películas y las no tan buenas. Con una historia argumental que engancha ─ una madre soltera, Christine Collins (Angelina Jolie), que trabaja como supervisora telefónica, sufre el secuestro de su hijo, al que ha dejado solo en casa, y la corrupta policía de Los Ángeles, capitaneada por el violento y deshonesto inspector Gordon Northcott (Jason Butler Harner) le devuelve un niño que no es el suyo, algo contra lo que ella se rebela ─ y que se mueve en varios frentes ─ el drama de esa madre engañada y violentada por los cuerpos policiales cuando se enfrenta a ellos, hasta el punto de que es acusada de desnaturalizada y paranoica y recluida en un brutal centro psiquiátrico; las pesquisas de un policía honrado, James Davis (Colm Feore), que descubrirá la terrible verdad que se esconde detrás de la desaparición de ese niño y otros muchos; y la detención de un repugnante asesino en serie, su juicio y condena, paralelo al juicio contra la policía de Los Ángeles por corrupción y abuso de poder ─, al film le pierde su excesivo metraje y el esquematismo de algunos personajes, como el del jefe de policía interpretado por Jason Butler Harner, un mero cliché de malo malísimo que va acompañado de un físico antipático.
Perfectamente rodada, a la manera de las películas de cine negro de los años cincuenta y sesenta ─ el color, austero, es casi un blanco y negro ─, bien musicada, con algunos momentos tensos ─ cuando James Davis, el policía honrado, investiga por su cuenta, desoyendo a sus jefes, y descubre la terrible verdad de las desapariciones infantiles─, y con una recreación de época perfecta, El intercambio no arriesga nada y atrapa al espectador en su trama poliédrica, aunque le falte brío narrativo.
Angeline Jolie está excesivamente gélida y contenida en la interpretación de esa madre desesperada, y uno no puede perdonar a Eastwood que desaproveche tanto la presencia de John Malkovich, que se limita a interpretar a un anecdótico reverendo Gustav Briegleb, bastante prescindible.
JOSÉ LUIS MUÑOZ
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