LA ENTREVISTA

ENTREVISTA CON JOSE LUIS MUÑOZ
La frontera sur.
Publicado el 11 Junio 2010 ¬ 23:58h.Celia Santos en
MÁS QUE PALABRAS

José Luis Muñoz fue el ganador del IV Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona, un género en el que el autor parece sentirse cada vez más cómodo. Autor de títulos como Lluvia de Níquel, El mal absoluto o El corazón de Yacaré, nos presenta ahora La frontera sur, obra con la que consiguió dicho galardón.

Entrevista realizada por Celia Santos.
Con La Frontera sur has ganado el IV Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona. Sigues en tus trece, coleccionando premios. ¿Con cuantos cuentas?
Es que los premios se me dan muy bien, son un buen estímulo, y no sólo económico. Creo que de novela he obtenido quince o dieciséis. De relato no llevo la contabilidad. Ya sé que Fernando Iwasaki publicó una novela satírica en Páginas de Espuma sobre el tema de los concursos. España es la panacea de los premios literarios y a mí me va bien, pero puede irme mejor. ¿Cómo voy a hacerle ascos a los premios si mi carrera se inició con el Tigre Juan y el Azorín?
Has escrito una novela dura, que trata la actualidad de una zona de Norteamérica de forma directa. La diferencia entre el norte y el sur. ¿Dónde está la delgada línea que separa los dos mundos?
En mis novelas los espacios físicos son determinantes. Yo digo que las ciudades tienen alma, respiran, son, por tanto, protagónicas. La Frontera Sur transcurre en California, que es una misma unidad geográfica…pero partida por una frontera. La Alta California es un sueño ficticio de playas bonitas y palmeras, y la Baja California, una pesadilla. Una decisión aleatoria, la de trazar una línea en un mapa, determina la vida de los que viven por encima de esa raya y los que viven por debajo. Norte y Sur, con la carga social que conllevan, están a tiro de piedra. Pero los del Norte van al Sur, paraíso de libertad en donde hay tequila, chicas, no existen normas, como en las películas del Oeste cuando los pistoleros se ponían a salvo cruzando el río Grande, y los del Sur no pueden cruzar al Norte, o si lo hacen será asumiendo un sinfín de riesgos. Tiene la novela, que es negra, que es de amores difíciles y peligrosos, una vertiente muy social en la que caigo ahora, no cuando la escribía.
La tuya es una novela que trata diversos temas de actualidad; prostitución, tráfico de personas, de drogas, corrupción policial… ¿Es una forma de denuncia?
Ubicar la mitad de la novela en Tijuana lo conlleva. México ostenta el triste record de ineficacia policial planetaria: el 98 por ciento de los delitos no se resuelven, y no se resuelven por corrupción, por la mordida, o porque los propios policías son los delincuentes. Al socaire de la frontera, de los que quieren pasarla y no tienen recursos, las mafias montan sus infames negocios con la connivencia de las autoridades locales, pero quienes se benefician son los del norte, que obtienen mano de obra barata. Es el mismo esquema que funciona en nuestro país con la inmigración ilegal, pero allí se produce, encima, con una infinita dosis de violencia porque tanto Estados Unidos como México, países enfrentados a lo largo de la historia, tienen sociedades violentas, armadas. México provee de droga a Estados Unidos, y Estados Unidos les vende las armas. Un intercambio letal.
Supongo que visitaste la zona para documentar la novela ¿Con qué te encontraste?
Viajé por las dos Californias cuando se podía hacer. Ahora adentrarse en Baja California tiene un plus de peligrosidad. Me fascinó Tijuana, su ajetreo, su anarquía, su falsa alegría punteada por los gritos de los mariachis, la pobreza extrema. Se veía por la calle gente de toda Latinoamérica que había llegado allí para dar el salto a la valla. Rostros de desesperación observados por lobos dispuestos a devorarlos. Esos recuerdos sensoriales sedimentaron y me han servido para localizar mi novela. El restaurante Carnitas de Uruapán, en donde trabaja Carmela, existe; es más, yo comí, o no comí, como hace Mike Demon horrorizado por el poco higiénico sistema de lavar los platos. Los hombres sin piernas que se arrastran por los urinarios pidiendo monedas los vi, me tiraban de los bajos de los pantalones como a Mike Demon. Los prostíbulos no, pero alguien que sí estuvo en ellos me contó cosas que me fueron de utilidad. El asalto policial al prostíbulo creo que es muy preciso, muy visual, que se sienten los disparos.
Últimamente vemos en televisión muchos casos de asesinatos en la zona norte de México. Guerras de clanes, ajustes de cuentas… ¿Un claro ejemplo de que la realidad supera la ficción?
Lo que nos llega de allí es horroroso. Como dices, la realidad va veinte pasos por delante de la ficción. Leí que en la sala de baile de una discoteca alguien arrojó quince cabezas de rivales. Y bueno, está lo del feminicidio de Ciudad Juárez al que no se le pone fin. Ese tipo de violencia no se entiende aquí, en Europa. Eso es una guerra. Paco Ignacio Taibo II, el astur mexicano que organiza la Semana Negra, dice que el gobierno agitó el avispero y las avispas, enloquecidas, pican a todo el que se mueve. Es un problema muy difícil y doloroso, una sangría diaria que tiene difícil solución y no se resuelve sólo con medidas represivas sino sociales. En mi novela hay violencia, dura y contundente, pero era necesaria para explicar la situación de violencia en la ciudad, los ajustes de cuentas territoriales.
¿Qué valor tiene la vida humana en un ambiente tal hostil?
Pues no vale nada. Para nosotros la vida tiene un enorme valor; para el que se la juega a diario y lo hace porque nada tiene que perder, nada. Si uno está en manos de uno de esos tipos sobrevivir es cosa de suerte, o de que esté de buen humor, o de que tengas mucho dinero para darle. Hace unos años tuve una experiencia que pudo ser fatal, sobre todo porque no se habría publicado La Frontera Sur: viajando por una carretera secundaria de México, por la costa del Pacífico, una vía sin tráfico, vi como unos tipos bajaban corriendo por la ladera de una montaña con un tronco a cuestas, para bloquear la carretera. Por suerte pasé antes de que ellos llegaran. No es que te roben, es que te matan con toda la tranquilidad del mundo.
¿Cuál es el miedo real de los americanos hacia los mexicanos que intentan cruzar la frontera?
El mexicano es un maná para la economía sumergida de California, sobre todo para sus campos de cultivo. Pero, al mismo tiempo, una amenaza. Los hispanos son ya la minoría más importante de Estados Unidos a nivel numérico, por encima de los afroamericanos. En tiempos de crisis se les ve como una amenaza. Mientras hubo bonanza, bienvenidos eran para ser explotados. Ahora mismo hay voluntarios civiles que matan el tiempo oteando la frontera con sus prismáticos y cazando con sus potentes todoterrenos a todo aquel que entre ilegalmente en su país.
Los personajes de tu novela resultan en ocasiones, repulsivos. Rezuman odio y resignación, apatía… en mi opinión, son lo más destacable de la novela. ¿Sientes algún cariño / odio especial por alguno de ellos?
Son personajes de novela negra y me he esforzado mucho para caracterizarlos a todos, desde los protagonistas a los secundarios. Es esencial que tengan vida, que hablen de determinada manera, anden así, se rasquen asá, beban tal o cual licor. Es una novela psicológica, sobre todo, aunque haya acción, crímenes, una atmósfera de drama que bascula desde el inicio al final. Hay millones de Mike Demon, tipos con una doble vida, o triple vida, que pueden desarrollar sin sospechas con su trabajo itinerante. Pero Mike Demon es víctima de sus propias pulsiones, no puede hacer nada por evitarlo, es así, y enloquece por Carmela. Fred Vargas, el mexicano, es un hombre de una sola pieza, que no engaña a nadie, duro, brutal, pero con sus códigos éticos en los que no se admite la traición. Los quiero mucho a los dos, pero no les abriría la puerta de mi casa.
Y entre tanta crueldad, una historia de amor casi irracional, obsesivo…
La Frontera Sur es la historia de una pasión brutal que arrasa con el raciocinio. Ese creo que es un elemento muy importante, explicar que poco a poco Mike Demon queda apresado en su propia red, cómo una historia que empieza simplemente por un deseo desbocado deriva luego hacia territorios mucho más peligrosos, cómo se enreda todo y lo que era festivo, unos encuentros ocasionales con mucho sexo, empiezan a pasarle cada vez una factura más cara, a complicarle tanto la vida que en algún momento Mike Demon se arrepienta de haber cruzado esa frontera sur y haberse enamorado de Carmela con lo feliz que sería si se hubiera quedado con su mujer y su hijo en su maravillosa urbanización de Los Ángeles. Esa pasión irracional le pierde.
Carmela, la protagonista, es pobre y hermosa. ¿Es esa una combinación poco recomendable?
En muchos rincones del planeta la belleza de una mujer está en venta, y lo que puede ser un don de la naturaleza se puede convertir en una condena. Existe dentro de la condición masculina un elemento depredador que quizá podría explicar un antropólogo. Mike Demon responde a estas características. Le gustan las mujeres, las persigue, las consigue, pero eso no le da la felicidad, porque no se ama a sí mismo. Demon es fruto de su pasado, de su infancia, que alumbro con algún puntual flashback. Lo que quizá inquiete de esta novela es que todos podemos ser Demon en algún momento determinado, actuar así, sin escrúpulos, llegar a los extremos a los que llega. Demon tiene bastante de Ripley ahora que lo pienso, es frío y enigmático por fuera, pero hierve por dentro.
¿Has encontrado tu sitio con la novela negra? ¿Es el género en el que te sientes más cómodo?
Todo es novela negra. Todo se puede ver bajo ese prisma. Lo que pasa en el mundo, la tan cacareada crisis que hunde la economía mundial porque una troupe de inversores sin escrúpulos juega con el dinero ajeno, y encima les pagamos los platos rotos las víctimas del estropicio, es novela negra, se puede narrar con sus mimbres. La novela negra ha existido desde que se inventó el mundo, aunque no se llamara así. Caín mató a Abel y desde entonces el bien y el mal están en conflicto, porque son parte de lo mismo, porque lo llevamos en nuestras entrañas. La novela negra es muy maleable, como plastilina, te sirve para un sinfín de cosas y yo me siento muy cómodo dentro del género, violándolo siempre que puedo. Pero estoy abierto a todos los géneros literarios y lo divertido es ir cambiando de registro.
¿Cuál es tu próximo proyecto? ¿Algún premio literario importante?

Bueno, este año es objetivamente bueno. Y no sólo por La Frontera Sur que está cosechando muy buenas críticas y por la que ya se están interesando en Francia en donde se acaba de editar Lluvia de níquel con el título de Babylone Végas en Actes Sud. He publicado La mujer ígnea y otros relatos oscuros (Neverland, 2010), una recopilación de cuentos premiados que alguien dijo, con acierto, que es un menú degustación del tipo de literatura que hago. Ése es un libro muy importante para mí que reivindica el relato corto que es como una novela bonsái que hay que escribir con precisión absoluta y no errar ningún párrafo. Y en octubre o noviembre saldrá una nueva novela, esta vez ambientada en España, en la Costa Brava, muy, muy negra, con un enfrentamiento de personajes policiales original: policía municipal versus guardia civil. Y he terminado un thriller sobre El Carnicero de Mauthausen, después de un año de escritura. Un tipo interesante, un médico nazi de una crueldad extrema, ubicuo, del que no se sabe apenas nada, que sembró de pistas falsas medio mundo para que no le cogieran. Ha sido una experiencia apasionante seguir el rastro de ese eterno fugitivo al que unos dicen haber matado, otros haberlo visto en un lugar y en las antípodas el mismo día. Vuelvo con los nazis, después de El mal absoluto, pero con un planteamiento muy distinto. ¿Premio? Todo lo que sucede este año, desde el punto de vista literario, es un premio.
Gracias por todo y suerte con la novela, aunque se que no la necesitas.
Gracias a ti, Celia.

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