CINE / MARÍA, DE JESSICA PALUD
Sin duda María Schneider (la actriz rumana Anamaría Vartolomei) merecía un mejor biopic que este. La corta y desgraciada carrera profesional y vital de la coprotagonista de El último tanto en París corrió en dirección inversa a la fama adquirida por esa película fetiche que marcó un hito en la historia del cine europeo. Frente a las acusaciones de inmoralidad por los desnudos de la actriz protagonista y el realismo con que fueron filmadas las escenas sexuales que llevaron a la prohibición del film por el gobierno italiano y la quema de negativos en un acto inquisitorial, se alzó la reivindicación del polémico film de Bernardo Bertolucci como obra de arte absoluta y rompedora de tabúes sociales. El último tango en París no fue, en absoluto, una película pornográfica, ni tan siquiera erótica, porque el mensaje del director italiano iba por otro derrotero, la soledad y la desesperación absoluta del personaje encarnado por Marlon Brando que no soporta la muerte de su esposa. El sexo desbocado con esa desconocida que irrumpe en su vida no es más que un analgésico.
La película de Jessica Palud (París, 1982) se queda corta en todos sus aspectos. Hay, en principio, un error considerable de casting al elegir como actriz que interpreta a María Schneider a Anamaría Vartolomei (El conde de Montecristo, El acontecimiento), que carece de la frescura, la sensualidad y la exuberancia carnal de la actriz escogida por Bernardo Bertolucci para ese papel. La vida de la malograda actriz se cuenta de forma deslavazada, con una serie de cortes temporales que cortocircuitan la narración para centrarse en la famosa escena de la mantequilla. Posteriormente, Bernardo Bertolucci entonó un mea culpa por no haber aclarado previamente con la actriz esa secuencia. Lo cierto es que la vida de María Schneider estuvo marcada por ese rodaje y sus posteriores películas pasaron sin pena ni gloria, y su carrera se fue diluyendo al mismo tiempo que caía en sus adicciones.
Tampoco acierta la directora con el personaje de Bernardo Bertolucci (Giuseppe Maggio), caricaturesco; más solvente es la interpretación del padre de la actriz, el actor Daniel Gelin (Yvan Attal) y el más acertado del casting es Matt Dillon componiendo un creíble Marlon Brando que brilla ante la mediocridad de los demás intérpretes. La vida de María Schneider fue un infierno profesional y personal (su adicción a la heroína y una vida acortada por el cáncer) tras esa exitosa película que la convirtió en un juguete roto, pero la directora de este biopic no acierta ni en el tono ni en la narración, no consigue conmover en ningún instante ni hacernos creer que Anamaría Vartolomei sea María Schneider.
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