LITERATURA / SOLO QUEDA SILENCIO, DE TXEMI PARRA

 


Segunda novela de Txemi Parra (Madrid 1971) tras El eco de las sombras. Sólo queda silencio, publicada por Grijalbo, es un thriller canónico de este actor, monologuista y guionista de 7 vidas, Aída, Los Serrano, y las series de intriga y misterio El internado y Águila Roja. Y el autor se desenvuelve como pez en el agua en una trama que se puede adscribir perfectamente en el rural noir que tiene tantos cultivadores como lectores desde que Fargo y Twin Peaks hicieran furor entre los espectadores. ¿Qué es rural noir? Se lo preguntan a Jim Thompson, o a Cormac McCarthy, o al mismísimo Camilo José Cela, si tienen dudas.


Todo empieza con un muerto, un suicida extraño, el de Martín Blasco, joven abogado, cuyo cadáver aparece en el río en Jaca, al día siguiente de su boda, con un mensaje en su bolsillo: perdón. ¿Hay alguna relación entre Martín y el hombre que ha aparecido congelado en la bañera de su casa días antes? La teniente Gloria Maldonado y el agente Bermúdez de la Benemérita llevan la investigación. Es la mujer quién hace las presentaciones, teniente Maldonado y sargento Bermúdez, Guardia Civil de la Comandancia de Jaca. El binomio policial hace unas indagaciones laboriosas cuyas claves se encuentran rastreando en el pasado de las víctimas: ¿Qué une a los muertos? Fueron amigos de juventud, si, ¿y qué más? ¿Qué tenían en común? Tiene que haber más conexiones. Y lo que cuenta una foto antigua para un olfato policial: El punto de conexión entre los tres es la foto encontrada en la Biblia de Garcés. Los tres amigos, agarrados, sonrientes, posando orgullosos en la pista con el uniforme del equipo de hockey de Jaca.



Txemi Parra perfila a conciencia a los protagonistas de su historia, a esa pareja de guardias civiles cuya vida tranquila trunca esa muerte sospechosa, especialmente la teniente Maldonado, todo un hallazgo ese personaje central, que es una persona rígida, seria, poco amiga de familiaridades, y menos en el trabajo: A Gloria no le gusta la gente que exhibe su vida privada en su puesto de trabajo. Le parece obsceno, una especie de pornografía de la felicidad. ¿Por qué tengo que tragarme a doña Perfecta y esa familia feliz cuando vengo a currar?, piensa. Hace el autor hincapié en sus controvertidos gustos gastronómicos: Bermúdez, pensativo, observa con desagradado cómo la teniente coge un torrezno más, lo sumerge en la taza y se lo come en dos bocados. Una persona que reflexiona en voz alta sobre una sociedad que se ha vuelto, en su opinión, demasiado sensible ante ciertos temas, que impone la autocensura: Ahora todos tenemos la piel muy fina, piensa, enseguida nos escandalizamos por cualquier comentario, y no solo en temas de género, raza, política, religión... ya no se puede decir nada sin ofender a algún colectivo.


La trama argumental está bien sostenida por las investigaciones que llevan a cabo ese binomio policial: No sabe por qué lo hace, qué raro instinto la lleva agacharse, vaciar la papelera, recuperar los papeles y reconstruirlos como si fuese un puzle, pero lo hace. Son doce pedazos de papel. Los extiende sobre la cama y los observar minuciosamente antes de comenzar a unirlos. Hay agudas apreciaciones acerca de los objetos de un muerto: Qué extraños resultan los objetos cuando aquel a quien pertenecían ya no está, carecen de esencia, es como si también ellos hubiesen perdido la vida. Sobre la muerte misma: No puedo apartar la vista del rostro sin vida del ganadero. Un rostro tensionado, rígido, envuelto en un color irreal, rosáceo, de apariencia fantasmal. Y el miedo: El miedo es libre, campa a sus anchas, el miedo no hace distinciones, no tiene prejuicios; el miedo viene cuando menos te lo esperas, no sabe de fiestas ni de celebraciones.


El escritor madrileño, gran aficionado a la montaña, adonde escapa en cuanto su trabajo y su adicción por los viajes se lo permiten en compañía de su perro, describe a la perfección el escenario rural en el que se desarrolla la mayor parte de Solo queda silencio: En cuanto encara la primera rampa siente la boira. Un frondoso bosque de pinos silvestres flanquea el camino y le compañía durante buena parte de trayecto. Según va subiendo y adentrándose en el corazón de la montaña, el pino deja paso a la hayas, abetos y tejos. Tras él queda Jaca y, al fondo, los picos nevados. Pero también los ambientes urbanos por donde discurre su narración: A la izquierda se distinguen las curvas plateadas del Guggenheim, sobre los antiguos astilleros sobresale el Palacio Euskalduna y, al fondo, el nuevo San Mamés, la Catedral, asomándose orgullosa sobre la ría de Bilbao. A la derecha, el ayuntamiento, las cúpulas del teatro Arriaga y a continuación el enjambre de tejados del casco viejo.


Tiene garra la novela en sus más de trescientas páginas y está escrita con soltura, oficio y talento. Santiago Blasco hunde los dedos en la masa, sientes su textura, añade un poco de harina, la manosea una y otra vez con los ojos cerrados, toda su atención está en el tacto, en las yemas de los dedos. Txemi Parra cuida trama, ambiente y personajes, un trinomio necesario para que funcione una novela, y mantiene el suspense hasta el último párrafo.  


UN VIAJE AL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS. UNA NOVELA NEGRA Y DE AVENTURAS. UNA MIRADA SOBRE LAS HERIDAS SANGRANTES DE ÁFRICA.

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A destacar la formidable, entregada y detallista narración de la vida en el mar, la gran descripción de una tempestad —quienes aprecian a Patrick O’Brian lo entenderán—, allí, en ese buque de nombre Nostromo, que no es que se dirija al corazón de las tinieblas: el barco mismo lo es.   LILIAN NEUMAN en Culturas / La Vanguardia

Además, no es una mera novela de aventuras, es una reflexión sobre la mezquindad del ser humano, sobre la violencia, es una rabiosa denuncia de aquella África tan sometida al hombre blanco, tan estrujada por él. VÍCTOR CLAUDÍN en Aquí Madrid

El lector puede decir que tiene entre las manos una novela de aventuras y, al mismo tiempo, de crítica social, una novela de género negro porque “Monrovia” pivota entre ambos géneros. LLUNA VICENS en Entretanto Magazine

Con mayúsculas, porque Monrovia no es ninguna novela de aventuras, sino que, inspirándose en aquellas, en realidad las subvierte: la aventura deviene desventura, un infierno, un horror. Anna Rossell en LAS NUEVE MUSAS

La frustración le lleva al protagonista a ser testigo de una parte horrible de la historia mundial, en un lugar del mundo donde las grandes potencias juegan a su antojo, y donde la vida de sus habitantes no vale nada. J. JAVIER ARNAU en Anika entre Libros

El género de aventuras se reelabora así como epopeya vital que bucea en las más oscuras ciénagas de lo humano. Y, por si ya tuviera pocas, se revela como otra gran novela de este maestro de la literatura que es José Luis Muñoz. Monrovia es uno de los mejores ejemplos de su talento. CARLOS MANZANO en Culturamas





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