CINE / TERENCE STAMP, MUY LEJOS DEL MUNDANAL RUIDO
¡Cuántas lágrimas te has
ahorrado Terenci Moix que no sabrás que el 17 de agosto de 2025, cuando mi
nieta cumplía catorce años cerca del monte Fuji, y en mitad de una salvaje canícula
de verano que llamea en media España y con Gaza arrasada por un genocidio
brutal, murió tu adorado Terence Stamp, del que tomaste tu nombre porque el de
Ramón no lo soportabas!
Terence Stamp, además de
alto (iba por el metro ochenta) era sencillamente perturbador. Eso lo sabía muy
bien William Wyller cuando lo eligió como protagonista de una de sus películas
más polémica y duras, el psicópata de El coleccionista que secuestraba
jovencitas, porque era demasiado tímido y asocial como para conquistarlas, y se
le morían en el sótano de inanición. O Pier Paolo Pasolini que lo eligió para
su Teorema, en el papel del visitante, para conturbar a toda una familia
convencional formada por Silvana Magano, Massimo Girotti, Anne Wiazemsky y Andrés
José Cruz Soublette.
Esas dos películas fueron
algunas de tus cumbres cinematográficas, porque luego, para comer, te embarcaste
en una serie de proyectos comerciales que pasaron sin pena ni gloria, incluida
esa Modesty Blaise, un divertimento que rodó Joseph Losey que no cayó en
ti para rodar El sirviente y prefirió a Dirk Bogarde, otro británico tan
turbio como tú. Tu fama decayó con tu edad, a pesar de que los años no pudieron
con ese aire maléfico y distinguido que lucías en Historias extraordinarias,
en el episodio Tobby Dammit de Federico Fellini, el mejor de ese
tríptico inspirado en Edgar Allan Poe en el que encarnabas al diablo y, me doy
cuenta ahora, me inspiró para mi relato Ford infierno de Los
infiernos, valga la redundancia: literatura y cine son vasos comunicantes.
Me pregunto por qué Bernardo Bertolucci no te sacó en ninguna de sus películas,
si te tentó alguna vez, porque eras el tipo que encajabas perfectamente en sus
historias. Hiciste de segundón malo en unos cuantos Superman con Christopher
Reeve, compartirte set con Kim Bassinger en Extremadamente peligrosa, incluso
rodaste en España Beltenebros, adaptación de la novela de Antonio Muñoz
Molina dirigido por Pilar Miró y con la bellísima y delicada Patsy Kensit de
coprotagonista. Luego vino la decadencia laboral, y física, porque los guapos
como tú, y Alain Delon, teníais los días contados si no decidíais estrellaros a
bordo de un Little Bastard como hizo James Dean, y tuviste algunas
intervenciones en películas notables como Wall Street de Oliver Stone o El
siciliano de Michael Cimino, muy lejos de El padrino de Coppola
aunque también fuera una adaptación de una novela de Mario Puzo.
Pero yo siempre te
recordaré, Terence Stamp, por Lejos del mundanal ruido, ese soberbio melodrama
romántico de John Schlesinger, uno de los mejores directores británicos del
Free Cinema que no perdió su identidad emigrando a Estados Unidos (Midnight
Cowboy, Marathon Man, Como plaga de langosta, Los creyentes, De repente
un extraño...), y que rodó la mejor adaptación de una novela de Thomas
Hardy junto a Tess de Roman Polanski. Allí fuiste el sargento de coraceros Frank
Troy, un canalla seductor rompecorazones que junto a Peter Finch y Alan Bates habitaste
el corazón de Bathsheba Everdene, una Julie Christie en todo su esplendor, y la
hiciste dudar antes de que escogiera la seguridad en brazos del pastor de
ovejas Gabriel Oak porque solo tenías un par de vidas y la segunda te la arrebataba
el aristócrata William Boldwood que interpretaba Peter Finch. En esa película
resplandecías, y era difícil con la luz que irradiaba la Lara de Doctor Zhivago
que terminó por elegirte a ti fuera de la ficción. ¿Quién tenía más azules los
ojos?
Si te sirve de algo, Terence
Stamp, en mi retiro del Valle de Arán siempre digo que estoy lejos del mundanal
ruido viendo cómo crece la hierba y que me tienta mucho escribir sobre esa
Inglaterra rural que recreaba Thomas Hardy en sus novelas.
LA CRÍTICA HA DICHO DE "MONROVIA"
A destacar
la formidable, entregada y detallista narración de la vida en el mar, la gran
descripción de una tempestad —quienes aprecian a Patrick O’Brian lo
entenderán—, allí, en ese buque de nombre Nostromo, que no es que se dirija al
corazón de las tinieblas: el barco mismo lo es.
LILIAN NEUMAN en Culturas / La Vanguardia
Además, no es una mera novela de aventuras, es una reflexión sobre la mezquindad del ser humano, sobre la violencia, es una rabiosa denuncia de aquella África tan sometida al hombre blanco, tan estrujada por él. VÍCTOR CLAUDÍN en Aquí Madrid
El lector puede decir que tiene entre las manos una novela de aventuras y, al mismo tiempo, de crítica social, una novela de género negro porque “Monrovia” pivota entre ambos géneros. LLUNA VICENS en Entretanto Magazine
Con mayúsculas, porque Monrovia no es ninguna novela de aventuras, sino que, inspirándose en aquellas, en realidad las subvierte: la aventura deviene desventura, un infierno, un horror. Anna Rossell en LAS NUEVE MUSAS
La frustración le lleva al protagonista a ser testigo de una parte horrible de la historia mundial, en un lugar del mundo donde las grandes potencias juegan a su antojo, y donde la vida de sus habitantes no vale nada. J. JAVIER ARNAU en Anika entre Libros
El género de aventuras se reelabora así como epopeya vital que bucea en las más oscuras ciénagas de lo humano. Y, por si ya tuviera pocas, se revela como otra gran novela de este maestro de la literatura que es José Luis Muñoz. Monrovia es uno de los mejores ejemplos de su talento. CARLOS MANZANO en Culturamas
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