EL BILLETE
REGALAR PERFUME
José Luis Muñoz
Publicado en El Periódico 26/12/1998
Occidente no huele cuando se viene de Oriente, o huele a humo de civilización, a aburrida asepsia. Quizá para compensar esa ausencia de olores, concentramos toda clase de esencias en sofisticados frascos que luego extendemos por nuestros cuerpos.
Se ha abierto una galería de olores en lo que antes era la Avenida de la Luz y certifico que hay tantos varones como hembras pululando por sus anaqueles y llevándose a sus pituitarias las muestras que regalan amables dependientas.
No se trata sólo de desprender un olor agradable, sino de hacer nuestra una determinada fragancia, de que ese aura a lavanda, hoja de tabaco o jazmín que nos precede, hable tanto de nosotros como nuestro look, nuestra forma de vestir o de hablar.
En la vigilia de Navidad se regalan más perfumes que en todo el resto del año, pese a la dificultad que entraña este presente que requiere un exacto conocimiento de la persona obsequiada. Chicas y chicos de belleza irreal juegan a seducirnos a través de las pantallas de cines y televisores mientras suena una melodía exquisita y alguien susurra con acento francés. Y es que el perfume es civilización y atempera nuestro olor a bestia.
José Luis Muñoz
Publicado en El Periódico 26/12/1998
Occidente no huele cuando se viene de Oriente, o huele a humo de civilización, a aburrida asepsia. Quizá para compensar esa ausencia de olores, concentramos toda clase de esencias en sofisticados frascos que luego extendemos por nuestros cuerpos.
Se ha abierto una galería de olores en lo que antes era la Avenida de la Luz y certifico que hay tantos varones como hembras pululando por sus anaqueles y llevándose a sus pituitarias las muestras que regalan amables dependientas.
No se trata sólo de desprender un olor agradable, sino de hacer nuestra una determinada fragancia, de que ese aura a lavanda, hoja de tabaco o jazmín que nos precede, hable tanto de nosotros como nuestro look, nuestra forma de vestir o de hablar.
En la vigilia de Navidad se regalan más perfumes que en todo el resto del año, pese a la dificultad que entraña este presente que requiere un exacto conocimiento de la persona obsequiada. Chicas y chicos de belleza irreal juegan a seducirnos a través de las pantallas de cines y televisores mientras suena una melodía exquisita y alguien susurra con acento francés. Y es que el perfume es civilización y atempera nuestro olor a bestia.
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