BESTIARIO

VACA

Seguramente es una apreciación errónea por mi parte, o no, pero yo asocio vaca a progreso, vaca a felicidad como si fuera un axioma. Puede que ello se deba a mi pasión por la leche y sus exquisitos derivados, por los recuerdos de meriendas infantiles de pan con chocolate y vaso de leche. No tengo noticias sobre si mi período de lactancia se prolongó más de lo habitual. Lo cierto es que cuando veo vacas, pastando por los prados - no me gustan tanto las frisonas enclaustradas en establos,sometidas a la presión de los extractores de leche - me siento optimista, se me ilumina el rostro. Como cuando pedaleo por las pistas de mi querido Valle de Arán, mi paraíso particular, y oigo, entre los árboles, la música de los badajos que cuelgan de los cuellos de estos rumiantes, el único ruido, junto al graznido de los cuervos, que admite el templo de la naturaleza.

Hace años las vacas de volvieron locas por culpa de los humanos y en Europa se produjo un Holocausto vacuno. Miles de vacas fueron sacrificadas e incineradas por ser víctimas del delirio humano que pretendía hacer de ellas caníbales y su naturaleza se rebeló a comer pienso de cadáver de hermana. Matar una vaca está penado con cárcel en Cuba; el delito revista casi más gravedad que matar a un humano.

La vaca es un animal apacible, que nunca se enfada, que te mira siempre de reojo, un poco con desconfianza, con esos enormes ojos ribeteados de pestañas que tienen. La vaca, de por sí, es guapa. Y hasta camina con cierta elegancia con el rabo espantamoscas oscilando sobre sus cuartos traseros. La vaca, pese a ser voluminosa, tiene buena planta, se integra en el verde paisaje, es señal de lozanía, de agua cercana, de hermosos pastos que llegan hasta el horizonte como una interminable alfombra. Las hay de muchos colores, de muchos pelajes, cuernilargas y cuernicortas, con chepa las asiáticas que tienen rango de sagradas, famélicas, marcando costillares, para contradecirme, las africanas, pero yo me inclino por las de color canela, la raza pirenaíca, y por sus chotillos que llegan a ser blancos casi y me hacen sentir culpable de ser carnívoro. Las vacas encaramadas por las laderas de las montañas, bebiendo de las aguas de los ríos de montaña, pastando con esa voracidad de segadoras, con movimientos de derecha a izquierda de sus enormes cabeza, o tumbadas apaciblemente, para digerir su dieta herbíbora, conforman mi paisaje idílico de la Arcadia feliz que siempre persigo y a la que siempre me escapo cuando la civilización me pesa. Por eso amo a la vaca, por su planta, por su prestancia, por lo que generosamente nos ofrece, leche y carne, y no me extraña que tenga una vaca en la cocina, esa sí, frisona. El PIB de un país debería medirse por el número de vacas que tiene. Julio Medem realizó una pelicula que se llamaba VACAS, por las ciudades del mundo anda una exposición itinerante de vacas escultóricas y no conozco a nadie que odie a las vacas.


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