DIARIO DE UN ESCRITOR

Valle de Arán, 27 de junio de 2011
Me acosté tarde porque anduve de noche por la montaña, por el Cloth de Baretges que retraté con la luz mágica del atardecer. Mientras la luz se apagaba, que tardó, por cierto (no fue noche cerrada hasta las ¡¡¡11 y media!!!) perseguí con mi teleobjetivo a un par de jóvenes ciervos por las montañas, que se mantenían a una prudente distancia de mí y bramaban. Sí, voy aprendiendo cosas: aquel ladrido seco y amenazador que había escuchado días atrás en los bosques es el bramido de los ciervos. Ya no me inquietaré. De regreso, ya en el coche, serpenteando por la pista forestal que lleva al Portillón, mis faros deslumbraron a una manada de jabalíes, quince o veinte, en la que abundaban las crías, diminutas, juguetes animados, que huyeron montaña arriba. Y ya llegando al pueblo, en la rotonda de entrada, otro ciervo emprendió carrera hacia el cercano bosque. Noche muy concurrida. La naturaleza, al menos aquí, no acusa la crisis, así es que me queda el recurso de renacer en ciervo.
Decido indignarme durante el desayuno cuando el sol me despierta. Es un acto de masoquismo con el que quiero empezar mi jornada dedicada a la declaración de renta que, como todo acto repugnante, aplazo hasta el último momento. Porque no ha llegado la hora de la insumisión fiscal, pero todo se andará. Un par de tostadas con mantequilla y espesa miel de los valles engullida con el café con leche mientras Ana Pastor, la mejor periodista televisiva, intenta mantener un diálogo con Elena Salgado, precisamente la ministra de economía que recibirá el dinero de mi declaración de renta en unos días. Puede que Elena Salgado se haya ganado un honroso primer puesto en incompetencia del gobierno que sufrimos. Su falta de carisma es similar a la de Hernández Mancha, desaparecido líder del PP que nadie encuentra ni en las hemerotecas. Uno echa de menos el aire doctoral de Solbes, que tampoco era una eminencia, en cuanto se enfrenta a la expresión gélida y vacua de la ministra que, cuando sonríe, lo hace forzadamente. Si para ser ministro de Hacienda de este país lo único que se requiere es decir sí a todo lo que nos dicen, sin cuestionar nada, pues cualquiera sirve o ahorren ese sueldo y el de sus secretarios, subsecretarios y demás funcionarios ministeriales.
Primera pregunta de la incisiva Ana Pastor: ¿Por qué siguen manteniendo las agencias de rating a pesar de que está más que demostrado que sirven a oscuros intereses y no son nada fiables en sus análisis? Divaga la ministra, dice que en efecto, se las ponen en cuestión pero se las necesita para calificar a los países. ¿Para qué? me preguntó yo y millones de persones, ¿para qué los países entren en el diabólico juego de la bolsa y se devalúen para que se les compre a bajo precio? Lo malo del capitalismo salvaje es que no aplica sus propias normas, porque no las tiene, porque es salvaje, que sería despedir a quien no hace bien su trabajo. Pero las agencias de rating, no nos engañemos, hacen muy bien su trabajo para que los especuladores se forren.
Segunda pregunta: ¿Está oyendo el gobierno lo que se le está diciendo desde la calle a través del 15M? Respuesta: algunas propuestas del 15M son asumibles y las estamos estudiando, pero otras son utópicas. Lo vergonzante, lo que debería sonrojar a Elena Salgado, es que no las hubieran recogido y estudiado antes. Y si algo caracteriza al 15M es porque no puede ser más realista en sus peticiones.
Tercera pregunta: Si el primer rescate a Grecia ha sido un fracaso absoluto ¿qué garantía hay de que éste no lo sea cuando no es otra cosa que apretar más las tuercas al país heleno hasta que salte hecho pedazos? Aquí responde que hay que confiar, ¿en qué? ¿En la providencia? Abunda en que Grecia no es España y que el gobierno está haciendo los deberes. Quizá lo que habría que replantear es el examen, quién lo pone, quién lo evalúa.
Tercera cuestión: ¿No es un contrasentido poner a la cabeza del Banco Central Europeo a una persona como Mario Draghi que ha trabajado en Goldman Sachs, una de las empresas financieras implicadas en la crisis? Mario Draghi ha trabajado, en efecto, en esa empresa, pero no ha tenido responsabilidad en lo que sucedió. Lo que dice la película Inside Job: los piratas de esta crisis no sólo no son castigados sino que se les recompensa.
La cuarta pregunta, la del millón, parte de la mesa: ¿Es justo que las SICAV tributen mucho menos que las nóminas? Ni me acuerdo lo que dijo, pero las SICAV seguirán tributando, para vergüenza e indignación, muchísimo menos que nuestras nóminas.
El emperador está desnudo, señora Elena Salgado, y todo el mundo lo ve menos usted, que no quiere verlo.

Comentarios

M. Deveriá ha dicho que…
La clase política prefiere mirar hacia otro lado. No hay mayor ciego que el que no quiere ver.

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