DIARIO DE UN ESCRITOR

Arán, 18 de febrero de 2012

Hoy tuve sensación de primavera. Falsa, claro. Pero ya no hay hielo en las ventanas. Lo siento por los gin tonics que no me tomé. Y hasta las abrí, para que el aire corriera. Ya no llevo el forro polar. Ni doble calcetín para estar por casa. Ni siquiera calcetines. Además oigo a los pájaros. Y he descubierto a una pequeña araña en el vestíbulo de la casa. Vida. Y dos moscas me han estado incordiando, revoloteando alrededor de mi vaso de cerveza, mientras leía Público, al sol, en el bar de mi octava vida. Pero mi mujer del tiempo, la panadera, me ha dicho que mañana volverá a nevar, así es que, después de comer, muy pronto hoy, he subido al coche a las tres de la tarde, justo cuando empezaba el telediario, y he tomado la carretera que lleva al Portillón con la idea de hacer una caminata hacia el Coth de Baretges. Me calcé las raquetas e intenté dar mis primeros pasos por la pista forestal sepultada por más de un metro de nieve. Seguí el surco que habían dejado esquiadores de fondo que habían subido y bajado por ella. Siempre me digo que si ellos no se han hundido, yo tampoco, aunque no es lo mismo deslizarte con unos esquís, que andar pesadamente con las raquetas. Pero cuando, en un momento determinado, tras dar unos cien pasos, la nieve se abrió bajo mi bota y mi pierna se hundió hasta el muslo, me dije que debería regresar por prudencia y no tentar más mi destino. No es nada fácil sacar una pierna hundida en la nieve y produce una cierta angustia porque no osas hacer mucha fuerza con el resto del cuerpo por si esa blanca trampa te engulle por completo, como las arenas movedizas. Así es que despacio saqué la pierna, el pie y luego la raqueta que había quedado perdida, me la calcé de nuevo, como pude, y regresé, derrotado, al punto de partida, al coche. Últimamente no alcanzo mis metas y la prudencia se impone a la tozudez. Así es que regresé, encendí la estufa de leña e hice la siesta. Soñé con tres números. 511. 809. 311. Quizá debiera llamar, porque parece un teléfono móvil. Y luego me puse a corregir Patpong Road. Después cené una crema de espárragos, que me hice yo mismo, y un par de huevos fritos. Y vi Informe Semanal acompañado por una rotunda llamarada que amenazaba quebrar la puerta de vidrio de la estufa de leña. Creo que esta noche no voy a encender el radiador del dormitorio. Ni calentar las bolsas de agua. Porque hoy, aunque fuera por contraste, llegó la primavera. Por un día.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
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Anónimo ha dicho que…
Le va a usted el riesgo , suerte que también tiene rasgos de prudencia.
Para mi, que esos números son de una línea erotica.

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