DIARIO DE UN ESCRITOR

Valle de Arán, 26 de junio de 2011
Tener un despertador solar, hasta que fui a parar al Valle, era un lujo impensable. Pero uno se acaba acostumbrando a que el sol sea lo que te despierte cada mañana, lo ve natural, y lo es, el sol y ese aroma anisado del obrador de pan que trabaja las veinticuatro horas del día, en tres turnos, y cuyo horno encendido es el único rumor de la noche.
Anoche me acosté tarde. Porque estuve escribiendo, o reescribiendo, esa novela negra que he recuperado después de dudar si valía la pena hacerlo o sencillamente olvidarme de ella. ¿Pero no se multiplican las atenciones y cuidados cuando un hijo no nos sale tan inteligente, audaz y atractivo como los otros? Después de corregir algunos capítulos, introducir nuevos, rehacer muchos diálogos que me parecían completamente impostados, decidí dar un paseo nocturno a ver las estrellas, porque el día había sido extraordinariamente despejado. Opté, en un principio, por coger el coche y trasladarme al Cloth de Baretges, en donde el espectáculo, en ese enclave místico, de un cielo tachonado por millones de lucecitas prometía dejarme boquiabierto, pero me desanimó la tortuosa carretera y la pedregosa pista entre bosques solitarios que debería recorrer para llegar hasta arriba y opté por algo más simple, tomar uno de los caminos que parten de mi casa, separarme de la contaminación lumínica del pueblo y adentrarme unos pasos por el sendero: el resultado fue espectacular. Creo que aprenderé astronomía.
Después de liquidar, con el desayuno, la coca que compré por San Juan, la de chicharrones, fui a comprar El País a mi vecina argentina (o uruguaya, tendré que preguntar) y me senté con las noticias en una terraza de uno de los dos bares vascos que compiten en la plaza de la Iglesia, que sospecho son el mismo.
Las noticias son aterradoras. No hay cosa más gore y que nos afecte más a tantos que la economía. Mientras los indignados de la plaza Sintagma de Atenas abuchean a las señorías que los están descuartizando con serruchos en el parlamento heleno (un niño griego, al nacer, no lo hace con un pan bajo el brazo sino con una deuda de 30.000 euros; díganme ustedes cómo se come eso, cómo se puede vivir de esta forma) las columnas de los indignados españoles salen de sus ciudades de origen, con este sol de justicia que ya se nota en el Valle de Arán y en el resto de España debe de ser insoportable fuego, para confluir en Madrid el próximo 23 de julio y yo, mientras leo, planeo en qué punto exacto me incorporaré a esa marcha que espero crezca por el camino, se convierte en una marea humana que ahogue, metafóricamente, la capital de nuestra devaluada España.
Siguiendo con esa película de terror gore que es la economía leo que los desahucios aumentaron de 6.000 al año a ¡¡¡¡100.000!!!! ¡Cuánto cuesta imaginar a esas cien mil familias que se han quedado sin techo, duermen bajo puentes o en jardines, en cajeros automáticos de los mismos bancos que los echaron a la calle o en sus coches hasta que también estos sean embargados!
Declarémonos la humanidad frente a los vampiros financieros que son los únicos que no pierden una gota de sangre en la crisis estafa que provocaron en bancarrota. Quebremos toda la humanidad. Dejemos de pagar deudas multimillonarias e intereses de por vida. Hundamos el sistema, no lo reformemos, porque el sistema lleva la maldad en sus genes, un Alien en sus entrañas que devora todo brote que surja de la tierra. Que Grecia deje de pagar a Alemania. Que la locomotora Alemana, sus bancos, se hundan. ¿Qué harán para que les pague si Grecia, como España, como Italia, como muchos países de esta Europa que se tambalea, no tiene riqueza? ¿Invadirlos con sus tanques?
Estamos en época de refundación. De todo. Yo también.

Comentarios

Blas Malo Poyatos ha dicho que…
Es una verdad terrible, los que tenemos trabajo, tenemos una bendición (y lo triste es que nos vemos obligado pensarlo así, a pesar de los abusos). Pero esas 100.000 familias en la calle, ¿dónde están?¿dónde están esas voces?

Y lo más terrible, yo sé qué nuevo sistema puede sustituir a éste. De forma incruenta, civilizada, ordenada. Se avecinan tiempos que es mejor no pensarlo.
M. Deveriá ha dicho que…
Preciosa y bucólica la primera parte de tu relato. Uno de los espectáculos que más me emociona es contemplar el cielo desde un lugar oscuro, de montaña, y dejarse seducir por las miles de estrellas.Creo que mi envidia es de la mala malísima, y, más, al ver tu ventana y las vistas que tienes desde ella.Qué afortunado.
La segunda parte es muy desesperanzadora, acorde con el panorama actual. Yo estoy convencida de que la crisis se debe al capitalismo salvaje que todo lo arrasa.
Pilar ha dicho que…
El sol, el verano y la luz que se ha acercado a tu lugar que habitas es como que te hubiera hecho más revolucionario...Ves las estrellas, aprecias el paisaje, saboreas el silencio...Pero hete aquí que te lees el País, y ¡¡zas!! puñetera realidad...
¡¡qué razón!!
Pilar ha dicho que…
El sol, el verano y la luz que se ha acercado a tu lugar que habitas es como que te hubiera hecho más revolucionario...Ves las estrellas, aprecias el paisaje, saboreas el silencio...Pero hete aquí que te lees el País, y ¡¡zas!! puñetera realidad...
¡¡qué razón!!
Blas Malo Poyatos ha dicho que…
Errata. Quise decir que no lo sé. ¿Alguien lo sabe?
José Luis Muñoz ha dicho que…
Pues sí, paradojas de mi existencia, pero aunque uno radique en este rincón bucólico y privilegiado pertenece a un mundo que se desmorona día a día. Y en ese mundo que se desmorona está parte de mí, familiares muy directos. Como dice Deveria es el capitalismo SALVAJE, ese que no tiene normas de ninguna clase, voraz y acabará devorándose a si mismo tarde o temprano.

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