LITERATURA / BALA MORENA, DE MARCOS TARRE BRICEÑO
BALA MORENA
Marcos
Tarre Briceño
Era el atardecer, una hora mágica
con densas sombras y contrastes de luces claras que resaltaban los muchos tonos
de verdes de las altas hojas, las lianas y los helechos. Rayos de sol, como
diagonales de plata, atravesaban la selva y el humo. La vista se perdía en
colinas y montañas. Respiró con fuerza. Esto era lo que le encantaba. Aplastó
un mosquito que le rondaba el cuello y miró la palma de su mano, con los restos
negros y rojos. Se limpió los dedos en el muslo. Sí, aunque el cansancio
seguía, esto era lo que le fascinaba: La áspera tela del pantalón nuevo de
lona, la larga caminata por estos paisajes grandiosos, vírgenes; haber podido
mantener el ritmo a pesar de sus cincuenta y cuatro años, sentirse uno más
entre el grupo; el sudor, el dolor en los músculos, la tensión, la convivencia
y el compañerismo que se creaba en estos momentos; el trato respetuoso,
deferente, que todos le brindaban; orgullo por la tierra y por los hombres.
Durante
algo más de cuarenta años la guerrilla de las FARC, el grupo armado más
militarizado del mundo, que llegó a contar hasta con cuarenta mil soldados y
amplios territorios de Colombia bajo su control, mantuvo una lucha contra el
gobierno colombiano y los paramilitares al servicio de los grandes hacendados
que perpetraron atroces masacres entre las poblaciones rurales.
“Yo
ubico la trama de Bala Morena en el año 2005, cuando el conflicto colombiano
estaba en plena intensidad. Afortunadamente la guerra en Colombia ha
evolucionado hacia una posible Paz; aunque parte de ese conflicto, o algo
parecido, se ha trasladado ahora a tierras y ciudades venezolanas”, puntualiza el autor.
Como
suele suceder entre quienes hacen de la violencia su forma de vida y de
subsistencia, los principios ideológicos marxistas de la organización, en la
estela del guevarismo, se fueron diluyendo y las FARC se convirtieron en un
grupo delincuencial que se nutría de la extorsión y el narcotráfico, y es en
ese momento de descomposición de la organización en el que sitúa Marcos Tarre Briceño su novela.
“En
toda guerra, más allá de heroicos combatientes, inherente a la esencia del
enfrentamiento existe un sustrato oculto, del que poco se conoce y menos se
habla, con dos facetas que se articulan en la trama de mi novela. La primera
son las operaciones de inteligencia o encubiertas, de agencias nacionales o
internacionales. La segunda la búsqueda y manejo de la información, de obtener
información del enemigo a toda costa, tortura incluida. Todos hemos visto
películas de cómo la Gestapo torturaba a sus víctimas. Mucho se ha evolucionado
en esa terrible materia luego de la segunda guerra mundial y mucho se conocería
más recientemente, al develarse los métodos de la CIA en Irak...”, dice el autor venezolano.
Bala morena, de Marcos Tarre Briceño (Nueva York,
1950), novelista venezolano—Operativo
Victoria, Rojo express, Atentado VIP—, arquitecto y
analista de seguridad, es una de las más estremecedoras novelas negras de los
últimos años, un trhiller durísimo, sin ningún tipo de concesión al lector, que
lo dejará, al final de las algo más de 350 páginas, con un profundo vacío
existencial y sumido en la desconfianza hacia el género humano. Marcos Tarre Briceño huye de
maniqueísmos fáciles y de moralismos que sencillamente no existen en según qué
contextos y geografías.
En
un lugar de la selva colombiana, próximo a la frontera venezolana, el doctor
Fabio Pachón, prestigioso médico fundador de una ONG al servicio de los
derechos humanos—una sangrante ironía—dirige los interrogatorios de un
oscuro personaje llamado Andy Salomón, paramilitar venezolano y asesino a
sueldo atrapado por una de las ramas de las guerrillas de las FARC, el frente
Armando Saldivar. Con una crueldad sin límites, y aplicando sus conocimientos
médicos para dañar física y mentalmente al preso, el doctor Pachón intentará
sacar la máxima información del detenido, hombre especialmente entrenado para
aguantar la tortura, y recuperar, sobre todo, los fondos de ese grupo
guerrillero que se han volatilizado gracias a la pericia informática del
mercenario.
“Yo he
tenido con el estado Apure, fronterizo con Colombia a todo lo largo del río
Arauca, una especial relación. Primero, en los años 70, con el Bajo Apure, en
paseos, algunos a caballo y otros en camionetas rusticas, en una época en la
que todavía podían hacerse ese tipo de expediciones turísticas y familiares.
Años más tarde, en los 90, cuando la región ya se había vuelto peligrosa, a
solicitud de ACNUR fuimos a dar talleres para sensibilizar a periodistas
venezolanos de la frontera sobre los problemas de los desplazados y refugiados,
las minas antipersonales y niños y niñas combatientes. En esa oportunidad
estuve en el Alto Apure, en Guasdualito, ya controlada por las diferentes
facciones de grupos irregulares. Ver esos espectaculares paisajes, con cientos
de tonos de verde de la más frondosa vegetación ya es razón o motivo para
querer describirlos, al igual que las extensas llanuras de suaves colinas, o
las selvas y las montañas de tonos azulados. Pero toda esa belleza de la
naturaleza contrasta con la realidad de los hombres y mujeres, que se percibe o
se intuye en conversaciones a media voz o en silencios reveladores, también son
fuente para una o varias novelas...” dice Marcos
Tarre Briceño.
A lo
largo de esta novela sofocante, en la que el lector padece la claustrofobia del
infierno verde como sus protagonistas, víctima y victimario compiten en un
escalofriante tour de force a ver
cuál de ellos es más miserable, y el lector, que, al principio, puede sentir
compasión por ese hombre que día a día está siendo sometido a terribles pruebas
físicas, acaba desistiendo de compadecerle a medida que descubre su siniestro
pasado; pero si terrible es la biografía criminal de Andy Salomón, la conducta
del doctor Pachón, el torturador médico discípulo del doctor Menguele, que se
mueve al margen de toda ética, acaba siendo la más repugnante y odiosa de este
potente trhiller sin héroes y tan crítico hacia una guerrilla que ha
traicionado sus ideales y ha hecho de la guerra su forma de subsistencia, y por
tanto debe perpetuarla, como hacia una contrainsurgencia que no duda en
utilizar todo tipo de medios al margen de la ley para diezmar física y
económicamente a los rebeldes.
“Entonces,
Bala Morena trata de una operación de inteligencia en la zona fronteriza del
Arauca. Un joven ex oficial venezolano, Andy Salomón, es entrenado para golpear
a un poderoso y efectivo Frente Guerrillero que ha convertido la guerra en su
“negocio” particular; y lo han preparado por si es eventualmente capturado;
mientras que el otro personaje principal, el Dr. Pachón, es un reputado médico
de Bogotá que presta sus servicios a la guerrilla como hábil interrogador. En la novela, ambos personajes se enfrentan y
cometen acciones inhumanas y despiadadas...
Quise también en la trama, explicar, más nunca justificar, como es que
en el mundo existe gente, afortunadamente muy poca, capaz de hacer ese tipo de
crueldades a otros seres humanos…”
Es
la novela de Marcos Tarre Briceño literatura
de alto voltaje literario— el lector literalmente sigue por la selva colombiana los avatares de
ese despiadado grupo guerrillero que ajusta cuentas entre los suyos sin que les
tiemble el pulso—; está extraordinariamente bien documentada—se nota
que el autor ha tenido a su disposición un buen equipo de asesores en los
campos de la informática, armamento, sanidad y técnicas de interrogación—;y es
demoledoramente realista al ofrecernos ese duelo a muerte entre dos personajes
que compiten en maldad en el corazón de las tinieblas de esa selva colombiana
agitada desde décadas por una violencia infinita y que hoy, precisamente,
parece dar la tregua definitiva tras las conversaciones de paz de La Habana.
—Salud, comandante. Permítame que lo felicite.
Nunca había visto un Frente tan organizado y bien equipado como éste... Por
cierto que los fusiles de asalto que todos portan, no pude identificarlos...
—Son los nuevos Heckler & Koch G36,
alemanes... Lo más bravo, lo mejor en fusiles. El Ejército español los acaba de
adoptar. Las armas cortas también son HK, pistolas USP, subametralladoras
MP5. Las radios son surcoreanas, los
chalecos antibala y los correajes son gringos, las granadas yugoeslavas, los
misiles tierra-aire suecos, los misiles tierra-tierra franceses, las botas
mexicanas, las computadoras de Sylicon Valley, los uniformes brasileros, los
cigarrillos, la cerveza y la harina de maíz venezolanas y los cojones
colombianos...
Y párrafos de cortante violencia.
Colocó los hilos de la mira en la
frente. Fusil, cuerpo, sus manos, la yema del índice, la red de camuflaje, la
tierra, formaban un todo en perfecta armonía, en comunión, eran lo mismo y un
pequeño fragmento de esa unión iba a salir, como una explosión de energía, como
una proyección de esta unidad, en un recorrido recto, ligeramente descendente,
hasta su objetivo. Dimas echó un poco la cabeza hacia atrás para sorber lo que
quedaba en el pocillo. No fue él quien rozó expresamente el segundo disparador,
no fue un gesto voluntario, fue la lógica conclusión del proceso, en armonía
con su respiración, el paso siguiente en la obligatoria secuencia, en la cual
él era el eje... El fusil, súbitamente vivo, saltó contra su hombro, mientras
el proyectil de 168 grains y 10.88 gramos, salía de la boca del rifle a 2600
pies por segundo y rasgaba el espacio, perdiendo insignificante energía. La
explosión llenó su espacio, pero no se movió. Sólo estiró el dedo índice, el
ojo derecho pegado al visor. Dimas seguía de pie, pero la parte superior de su
cráneo ya no existía.
Un
thriller magistral que llega al lector español gracias a La Orilla Negra de
Ediciones del Serbal. No se lo pierdan y prepárense a sufrir y a odiar a sus
personajes transitando por el mal absoluto.
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