CINE

ÔNIBUS 174
José Padilha y Felipe Lacerda En un país castigado por el narcotráfico, las capas de pobreza extrema, los meninos de la rua, y la delincuencia, como es Brasil, sólo se le presta la debida atención cuando este inestable polvorín estalla y los medios se ven obligados a recogerlo. Estos días asistimos precisamente a uno de estos momentos; el ejército se adentró en la favela Complexo Alemão con la intención de terminar, de una vez por todas, y de manera drástica, con los narcotraficantes que gobiernan la zona. Para el brasileño medio ha sido un triunfo al terror, sin poner en tela de juicio los brutales métodos empleados para conseguir llegar a esta liberación ¿definitiva?Son estos instantes, cuando la violencia deja muertos por las calles y la sangre acelera el rodaje en las rotativas de los diarios, cuando lo invisible se torna visible para el resto del mundo. Esta es precisamente la raíz que subyace en Ônibus 174, el documental en que José Padilha y Felipe Lacerda recogen las trágicas horas en las que el joven Sandro do Nascimento mantuvo en vilo todo un país con el secuestro de un bus de línea en Rio de Janeiro.El 12 de junio del 2000 un joven marginal de la calle secuestraba a los ocupantes de un autobús de Rio de Janeiro a plena luz del día. A los pocos minutos el área estaba invadida por la policía y los medios de comunicación que retransmitieron todo el proceso en directo. Ese joven alterado y drogado, no tenía ningún plan en mente, ni sus exigencias eran lucrativas, simplemente era un joven desesperado, y al límite de una vida rota a la cual había sido arrastrado por su entorno. Padilha y Lacerda tejen el hilo de este potente documental con las imágenes registradas por las televisiones brasileñas que retransmitieron el acontecimiento en directo, y lo amplia con una mirada profunda a los orígenes de este secuestrador, la dramática situación en la que vive una parte importante de la población brasileña, y lo acota con los minuciosos y elocuentes entrevistas a sociólogos, asistentes sociales, víctimas del secuestro, delincuentes, niños de la calle, y otros actores sociales vinculados con ese trágico suceso que removió la vida de los brasileños durante una larga y tensa tarde de negociaciones con la policía.Ônibus 174 cava con rigor en la pesadillesca infancia del personaje; el asesinato de su madre delante suyo, la vida como menina de la rua, superviviente de la matanza orquestada por la policía en Río de la Plaza de Candelaria con 8 niños de la calle muertos y varios heridos ,etc. Una vida golpeada de principio a fin, y sin ningún agujero por donde se pudiera filtrar la luz. Pero además el tándem de directores no titubean ni un seguro en denunciar la incompetencia y el abuso de las autoridades policiales que intervinieron, ni en subrayar el inmenso poder de la prensa para abrir ventanas ocultas al resto, y no sólo quedarse allí, sino en cómo dotan de fuerza a Sandro en su repudiable acto, otorgándole la seguridad, al estar ellos presentes y el país mirando, de que la policía no lo va abatir a través de un francotirador. Y sobre todo, su denuncia a la violencia, a las miserias de su país, y de cómo este círculo venenoso no se va a cerrar con acciones como las que ejecutaron el 12 de junio del 2000, o las recientes en Complexo Alemão.Los directores rehúyen en todo momento en recrearse en el lado sensacionalista de la historia, y compaginan las imágenes del secuestro grabadas por las cámaras con las entrevistas y otros documentos que amplían la trágica historia. Su postura formal es hornada y rigurosa, y sólo recurren a la cámara lenta para facilitar al espectador la explicación exhaustiva de los hechos. Que nadie espere encontrarse en este documental el ritmo avispado y frenético de Tropa de élite, en Ônibus el propio desarrollo tenso y dramático de los hechos inválida cualquier artificio cinematográfico que se pueda utilizar. El propio secuestro tuvo una inquietante calidad teatral.Ônibus 174 es un documental demoledor, crudo, tenso y chocante, pero a la vez tan necesario para que la llamada desesperada de ese criminal, y todo el drama previo, no pase invisible delante las ventanas del mundo.
MARC MUÑOZ

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