LA CRÓNICA

PRESENTACIÓN EN LA CASA DE LOS TIROS
Fotos cedidas por Alicia Núñez y María Gallego Jiménez

A las siete de la tarde, en verano, Granada duerme la siesta. Eso, y la coincidencia horaria con otro evento, un acto de homenaje al recién fallecido Nobel José Saramago, deslució de público el acto. Media entrada, que dirían los taurinos.
Con vasos de agua, medio en penumbras y el ruido de fondo del ventilador, dio comienzo el acto en el marco incomparablemente bello de la Casa de Los Tiros. Habló Melchor Sáiz─Pardo, glosando mi figura. Ironizó sobre los diarios en los que había colaborado, todos menos uno cerrados. Sacó, a traición, fragmentos de mi autorretrato publicado en La Nave de Los Locos y mi costumbre infantil de disfrazarme, para ser otro, que me llevó a la literatura, de mis ganas juveniles por ser mayor que se habían colmado de sobras en el presente y ya no había vuelta atrás. Y de La Frontera Sur, motivo por el que estábamos todos allí,
Gregorio Morales hizo un encendido elogio de La mujer ígnea y otros relatos oscuros que calificó de magistral, señaló la multiplicidad de registros, su variedad, su precisión. Borges siempre escribe los mismos relatos. José Luis no, nos sorprende siempre. Dijo que de haber nacido en Estados Unidos, y no en esta tierra de Caínes, seria mutimillonario escritor de best─sellers. Hay relatos terribles, espantosos, pero José Luis no juzga, muestra, y siempre hay humanidad en el ser más miserable.
Tras tan encendidas palabras de elogio hablé de lo inusual que resultaba presentar dos libros al mismo tiempo con el riesgo de que se solaparan. De que en La mujer ígnea fueron realmente otros, compiladores de antologías y miembros de jurados, los que eligieron a lo largo de estos últimos veinticinco años mis mejores relatos. Hablé de mis relatos favoritos, el que da título al libro y el que lo cierra, sobre la guerra contra el terrorismo. Y pasé a hablar de La Frontera Sur, novela que se ve, se escucha, se huele y se palpa, que es novela negra y no novela enigma, que tiene dos personajes fundamentales en la ciudad de Los Ángeles y en Tijuana, la cara y la cruz, los antónimos a un tiro de piedra una de otra, y dos protagonistas que se cruzan, Mike Demon, el agente de seguros de Lluvia de níquel, y Fred Vargas, el policía mexicano, y de cómo el mujeriego Mike Demon, consumidor de sexo compulsivo, cae en su trampa, muerde su cebo, Carmela, y cae una y otra vez en sus redes, a su pesar, con lo que le perjudica, por lo que La Frontera Sur habla también de cómo el corazón anula la razón.
Todos salieron con libro firmado bajo el brazo y unos cuantos, aprovechando que todavía lucía el sol a las 8 de la tarde departimos alrededor de la mesa de un bar acompañados por copas y tapas.

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