DIARIO DE UN ESCRITOR
Barcelona, 22 de agosto de 2011

Pasea la mirada ese maduro y barbudo Ulises por las estanterías de su despacho que siguió siendo suyo a pesar de que anduvo ausente tres años y medio y sucumbió al encanto de las sirenas. Y se reencuentro ese viajero cansado con unos cuantos miles de libros que no podrá leer, ordenados por nombre de autor en los anaqueles. Como siempre le faltarán cinco o seis vidas más y no sé a quien se las comprará
Recibió el marinero la felicitación cariñosa del Filósofo Rojo, camarada de correrías revolucionarios que ve en Paula la esperanza para ese Nuevo Mundo que hay que construir; y también de la Fotógrafa Argentina, por esa nieta maravillosa que tuvo Ulises. Y la amiga pueblana, la chica de los enormes ojos oscuros, sombrero panamá y corazón de oro. Y, por supuesto, Ojos Azules a la que echa tanto de menos Ulises en este último y breve viaje que le ha llevado de los altos montes y prados a ese puerto húmedo en donde lleva varado desde hace una semana.
Me pasé la tarde confeccionando canapés. No fue Ulises sino el abuelo de Paula. En eso, lo confieso, soy bueno, porque siempre los hice con amor. En algunas otras cosas también soy bueno, pero pocas. Me pasé dos horas entregado a cortar en triángulos el pan de molde, untarlo de mantequilla, paté o queso fundido y adornarlo con almendras o nueces. Hacer canapés no tiene ningún secreto sino dedicación y no importarte entregar esas dos horas que te llevará hacerlos para satisfacer a tus seres queridos. El resultado dos horas más tarde, comiéndolos con vino de Rueda y cava, brindando por esa maravillosa Paula, la chica más hermosa del universo, fue satisfactorio.
Pienso disfrutar de la pequeña Paula cada segundo.
Y Ulises, en su despacho, se rompe por dentro escuchando La Voz en su viejo Vieta que todavía funciona, milagrosamente.
Comentarios
Hoy aplico el sentido del humor, que yo digo que es el séptimo sentido, yo también enumero mis circunstancias...
Besos y buen día...
p.d.- lo de los canapés a ciertas horas dan envidia, pero envidia de cojones (con perdón)
Pilar