DIARIO DE UN ESCRITOR
El domingo se anuncia espléndido, radiante, con cielo azul, un tímido velo de nubes que el sol disolverá, y el verde de mis montañas es una gigantesca esmeralda, pero yo lo veré a distancia, desde el velux de mi buhardilla. He desinfectado la maldita rozadura por enésima vez. Me he puesto encima una gasa impregnada de alcohol a ver si viendo las estrellas la cosa mejora. Y procuro no ser pesimista. Cuando el cuerpo no reacciona ante una tontería así, ante una simple rozadura en la que se metió, junto a la humedad, un poco de polvo, algo está pasando. Tampoco es que tenga muy buena cara. No me da el sol ni me va a dar en los próximo días de reclusión. Así es que mi rostro tiene un color macilento, la barba es todavía más blanca y las arrugas en la frente, surcos en el barro del que estoy hecho, son todavía más pronunciadas. Quizá debí llegar al Valle con más salud, más joven. Quizá me esté dejando llevar por mi maldita propensión al dramatismo del que huyo en la vida real para derivarlo a mis novelas. Un cuco canta desde un bosque próximo. El aire entra, límpido y transparente, por las dos ventanas abiertas y recorre el pequeño espacio de mi buhardilla en donde planté mi estudio. Tanta vida, a la que no puedo responder, me desazona. A mi lado el teléfono, la cartera, la botella de Ballantine's, que si utilizo será como desinfectante, y las fotos de los seres queridos, a los que quiero aunque no sé si soy correspondido. Blue Velvet se interesa por mi pie y eso me conmueve. Mal, le contesto, desde mi móvil. Ni los churros que me hice a primera hora, estrenando mi máquina, me levantaron el alicaido ánimo. Luego se cayeron de mis torpes manos la taza del desayuno, los platos, que se hicieron trizas en el suelo. Y a la pata coja los barrí para tirar el destrozo a la basura.
Vuelan dos vencejos y la montaña de enfrente, la que limita con mi Coth de Baretges, tiene un halo de rectilíneas y suaves nubes blancas. Esta el aire tan limpio que puedo distinguir cada árbol del bosque. Soy un voyeur de la naturaleza mientras mi propia naturaleza me traiciona.
Comentarios
Creo que he leído esta entrada y no he leído la anterior, pero me atrevo a escribir sin hacerlo, quiero decir (joder esto parece un trabalenguas)que no sé qué es lo que le ha pasado exactamente a tu pie y porqué está así...
La película "mi pie izquierdo" sublime...
Tampoco está mal "la ventana indiscreta", pero me temo que el escenario en nada se le parece, no?
Pilar
Te acompaño en esta reclusión forzosa que espero sea productiva. Te recomendaría que te pasaras por la farmacia y compraras un buen desinfectante como el yodo, por ejemplo. Cuídate. Cariños
Cristine Pizán