DIARIO DE UN ESCRITOR

Arán, 3 de agosto de 2011
A los dos maduros excursionistas que deambulan todos estos días por estos valles sin fin se añade un joven escalador y cocinero, y con él planean una excursión circular que comienza en la peligrosa pista que conduce a los lagos de Liat, bordea el lago Montoliu, pasa por sus minas abandonadas, se aproxima a la base del impresionante Mauberne y desciende luego hacia Liat para tomar de nuevo la pista.
Parece que va a hacer sol. Y lo hay, pero no calor. Los excursionistas se embadurnan de protector solar caras y brazos, montan en el todoterreno, llegan por la carretera que corre por el fondo del valle hasta Salardú, de ahí a Babergué y toman una pista infernal en la que el que conduce, un tipo con barba blanca, camiseta balinesa, pantalón corto y sombrero de Capitán Panamá asegura haber tenido más de una mala experiencia en el pasado. Por suerte, porque la pista, además de pedregosa es estrecha y va colgada sobre el abismo, no se cruzan con ningún coche.
En una encrucijada, después de cruzar un río, subir un fuerte repecho y dejar atrás a un turista francés que disfruta, en su hamaca y con su perro, del hospedaje de la cabaña de Aubés, los tres excursionistas bordean una montaña de tierra negra por una senda cada vez más estrecha y empinada que los lleva a un valle alto. Hace sol, pero el viento, que sopla con fuerza, y una nube que descarga un par de gotas frías, hace que el ambiente sea fresco. En zigzag, por un camino bien marcado, la pista se enfila por la ladera de un monte hasta alcanzar la altura adecuada y entonces, sin apenas subidas, desemboca en el silencioso y majestuoso lago Montoliú al que el conductor del todoterreno nunca pudo llegar por culpa del hielo y la nieve. Ante la visión de ese reducido mar azul, rizado por el viento, y las impresionantes montañas pétreas que lo rodean, almuerzan los primeros bocadillos de la jornada. Luego, bordean el lago, pasan por las ruinas de unas minas abandonadas, curiosean dentro de las galerías inundadas, prueban la fuerza del eco en ellas, se aventuran dentro hasta que la oscuridad total les disuade y, ya en el exterior, siguen el trazado de las vías de las antiguas vagonetas que transportaban el mineral de la mina hasta Bausen, tocando Francia. El camino, estrecho, puede producir vértigo; a veces cruza las ariscas montañas por túneles horadados en la roca mediante explosiones de dinamita. Desde las alturas, el lago Montoliu, y unos cuantos y pequeños estanques, ofrecen una nueva y aérea perspectiva y aparece, frontal, la pirámide grandiosa del pico Mauberne que el escalador cocinero no sabe si atacar. En un cuello de montaña, barrido por el viento furioso, se alza una singular cabaña recubierta con lajas de pizarra perfectamente dispuestas. El interior es cálido, cómodo, aunque reducido. Dos camas, una estufa de leña, una alacena. Una ventana, en el techo, permite que entre la luz y hace que el espacio sea cogedor y diáfano. La estructura, fuerte, formada por troncos de árbol cruzados, está reforzada por tela asfáltica que impide que la lluvia o la nieve se filtre en su interior. El escalador cocinero echa un pitillo. El montañero de Vic se pierde por un camino entre rebaños de ovejas que rompen el silencio con sus balidos. El conductor barbudo deja que el viento huracanado del lugar peine su pelo.
Cuando los tres llegan a la base del Mauberne no lo escalan. Los sesentones, por esa razón, porque son sesentones y amantes de la excursiones plácidas, de los paseos por las montañas desprovistos de cargas de adrenalina; el cocinero escalador desiste después de sopesar hacer el ascenso en solitario y ante el temor de que luego no pueda dar con los dos compañeros de excursión. El camino, en ese punto, se hace confuso. A la vista de pájaro, y del buitre que sobrevuela esas altas cumbres batidas por los vientos, una sucesión de lagos, picos, valles altos moteados del blanco del ganado. El camino desciende, bordea lagos medianos, cruza pastizales en donde las pezuñas de las vacas han abierto cráteres y regala a los excursionistas una vista novedosa e impresionante del paisaje escocés de los Lagos de Liat que desde las alturas parecen mucho más grandes que junto a ellos. Los montes que rodean ese conjunto de aguas y el tortuoso río de desagüe descienden suavemente formando lo que los mapas denominan palas de Liat, unas laderas inclinadas y verdes. El cielo, cubierto con nubes irregulares que se abren, a intervalos, para dejar pasar el sol entre ellas e iluminar las aguas del lago principal, redondea la majestuosidad del paisaje. Y las ruinas oscuras del desvencijado edificio de las viviendas de las minas, el decorado de una película gótica perfecta, con su bandada de grajos que las sobrevuelan, son el testigo silencioso de tiempos pasados de una enorme dureza, cuando en todo el valle los hombres extraían de sus entrañas hierro, pirita, carbón, blenda.
Por al Pas Estret, tan estrecho como indica su nombre, los tres excursionistas llegan a un inmenso prado en donde días atrás había un toro sentado y pensativo que ya no está. Sigue en el lugar la cabaña metálica del pastor, profusamente decorada, y de ella salen los perros a saludar, ruidosa y cariñosamente, a los recién llegados.
Ya por la pista, entre rebaños de vacas que alzan los ojos del herbazal y los miran siempre de reojo, los tres montañeros alcanzan el coche a las nueve en punto, exactamente once horas después de haber iniciado la excursión. Se merecen degustar en El Niu de Escunhau un foie con sal maldon, un entrecot de buey y unos medallones a la salsa de foie, precedidos de colmenillas y rusinyols y rematados por sendas tartas tatin. Se lo cenan. Y también se meten en el estómago un buen Rioja.

Comentarios

Maria Castilho ha dicho que…
José Luís, si tardas asi tanto a hacer tus descriciones...y que ricas ellas son!!!... de lo que és se pasear por la montaña, te voy a marcar falta...:)
Logras que sin que salga de mi pays pueda experimentar la grandeza de lo valle de Arán....
Con tus escritos si puede ver, sin estar...y sentir las frecuencias y resonancias de lo valle y de la montaña, con sus sonidos excepcionales y con las fotos y ocurrencias describidas por ti!!! Hasta sentir el olor y lo sabor de lo "buen Rioja" ...
Gracias y un Salud !!!

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