DIARIO DE UN ESCRITOR

Arán, 16 de agosto de 2011

Todas mis preocupaciones, angustias, ilusiones... todo queda aparcado, hasta este diario que desde hace años me acompaña para paliar la soledad del corredor de fondo. El mundo está requetemal, pero lo mejoraremos, ¡qué caramba! Yo cumplo años pero hay quien, amablemente, me ve joven. Cabalgo sobre la bicicleta de un extremo a otro del Valle, aunque hoy, regresando de Vielha, rompí uno de sus frenos y menos mal que la bajada hasta el pueblo es suave. Es igual. Desenfrenado. Mis heridas cicatrizaron porque apliqué un bálsamo en ellas. O varios. El Valle es uno de ellos. Voy a terminar esa macronovela que tengo pendiente, de la que me falta su último capítulo, y no sólo porque me lo recordó mi buena amiga pueblana sino porque la persona a la que dedicaré mi obra más larga y ambiciosa, mi pequeña Paula, ya ha iniciado el camino de la vida y pronto se asomará a este mundo. Paula me hará más mayor, más maduro, más ilusionado, distinto, eterno.
El reloj de la iglesia del pueblo marca las siete con otras tantas campanadas. Voy al Coth de Baretges, una vez más, a ver cómo se apaga este día especial entre mis amigos los caballos y las nubes.

Comentarios

M. Deveriá ha dicho que…
Qué gustazo leerte, José Luis. Cómo te entiendo.No hay nada como un buen bálsamo. Nos tendrás al corriente de la vida por estrenar de tu ya amada Paula.
Un gran abrazo.
Eva María Velázquez ha dicho que…
Un beso, Jose Luis y otro para tu Paula. Ya sabes que los años para la gente que es vital y tiene ilusiones, no pasan, por eso tampoco se notan en ti.
¡Cuidado con esos frenos!
Paco Gómez Escribano ha dicho que…
Corto, pero emotivo y evocador. Un abrazo.

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